Hacer una de más: el error del Gobierno que explica el duro revés en el Congreso pese al clima triunfal
El Gobierno tenía todo dado para avanzar con el Presupuesto 2026 y su ambiciosa agenda de reformas, pero los errores autoinflingidos y la falla de cálculo político puso todo en riesgo. ¿Cómo llega el oficialismo al final del año?
Hay un refrán más viejo que el tiempo que sabiamente reza "no hay que cantar victoria antes de tiempo". En la política, la frase vale por duplicado y ayuda a explicar el revés que se desayunó el Gobierno en el Congreso esta semana.
Las ambiciones del Gobierno, que llegaba con viento a favor
Luego del contundente triunfo electoral en octubre y unos mercados bañados de euforia, el oficialismo avanzó con la confianza del vencedor con la promesa de sancionar antes de fin de año el Presupuesto 2026 -un ítem adeudado durante los primeros dos años de la era libertaria-; la Ley de Inocencia Fiscal (los dólares del colchón); la Ley de Compromiso Nacional para la Estabilidad Fiscal y Monetaria para prohibir un presupuesto deficitario; la Ley de Glaciares para facilitar el desarrollo de la minería en zonas hasta el momento protegidas; darle media sanción al texto de la reforma laboral y comenzar a discutir la reforma del Código Penal.
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El objetivo era ambicioso, los proyectos complejos y los tiempos escasos. Sin embargo, La Libertad Avanza venía de arrasar en las urnas y -fagocitación de por medio de varios legisladores de bloques aliados- desplazar al peronismo como la primera minoría en la Cámara de Diputados. En el Senado, el escenario también era alentador, con un bloque que creció exponencialmente de 7 bancas a 21.
Todo eso en el marco de una oposición fragmentada, con el principal rival sumido en un conflicto intestino que aún no amaga a resolverse y 20 gobernadores desfilando uno a uno por los pasillos de la Casa Rosada para plantear los términos y condiciones de su asistencia en el Congreso.
Para demostrar que se aprendió de los errores pasados, el Gobierno escuchó los reclamos locales y buscó resolver algunos, como traspasos de obras, de empresas estatales, baja de retenciones al petróleo para los patagónicos, incluir puntos como la Ley de Glaciares para las provincias cordilleranas o la deuda coparticipable para la Ciudad de Buenos Aires.
El Ministerio de Economía incluso concedió abrir la billetera y enviar millonarias transferencias de Aportes del Tesoro Nacional (ATN) a provincias aliadas. Tucumán fue la principal beneficiada con $20 mil millones, seguida de Misiones ($12 mil millones); Chaco ($11 mil millones); Catamarca ($10.500 millones); Entre Ríos ($ 7 mil millones); y Salta ($ 6 mil millones).
Todo esto en un contexto de bonanza financiera, con los activos argentinos que cotizan en Wall Street danzando al son de las fiestas; el Riesgo País alcanzando niveles mínimos con respecto a los últimos siete años (556 puntos) y el dólar oficial minorista relativamente estable debajo de los $1.500 (el jueves cerró a $1.476). Además, la actividad económica tuvo una recuperación del 0,3% contra el trimestre anterior y la desocupación continuó a la baja (-0,3% interanual respecto a los tres meses previos) -aunque acompañada por un crecimiento de la informalidad laboral (+0,7%)-.
Sin embargo, los mercados continúan expectantes para ver si el Gobierno de Javier Milei puede transformar ese envión en la materialización de leyes, algo que todavía no termina de ocurrir. Ahí es donde vuelve a aparecer en primera plana la praxis política, los errores no forzados.
Es la política...
En la previa, La Libertad Avanza marchaba a paso redoblado con la garantía de que podría brindar en Nochebuena con el Presupuesto aprobado. Sin embargo, la inclusión a último minuto del ahora famoso Capítulo XI empiojó toda la discusión y significó una primera derrota, al menos discursiva, para el Gobierno que ahora amenaza con vetar todo el proyecto si no logra insistir con su versión original.
El polémico apartado incluía temas variados que iban desde la derogación de la Ley de Emergencia en Discapacidad y el Financiamiento Universitario a cambios en el régimen de Zonas Frías, la deuda por la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires o el financiamiento para el Poder Judicial. El objetivo del Gobierno era sacarse de encima dos leyes impulsadas por la oposición este año -que el Ejecutivo nunca aplicó argumentando que no se preveía de dónde sacar los fondos- que atentaban contra la premisa sagrada del equilibrio fiscal.
Si bien la ley de leyes obtuvo una media sanción en general, el capítulo se fue a pique luego de que legisladores que responden a algunos gobernadores sacaran los pies del plato y no quisieran pagar el costo político de ir contra leyes tan sensibles.
Osvaldo Jaldo (Tucumán), Raúl Jalil (Catamarca) y Gustavo Sáenz (Salta) anticiparon en la previa que no acompañarían la medida y luego se sumó el sorpresivo rechazo de los legisladores de Rolando Figueroa (Neuquén) y Gustavo Valdés (Corrientes), junto con la abstención de un radical de Leandro Zdero (Chaco). Lo mismo ocurrió con otro boina blanca de Entre Ríos, que se diferenció de los otros tres legisladores que responden a Rogelio Frigerio que sí acompañaron al oficialismo.
"Evidentemente hubo un error con las negociaciones, gente que pensabas que estaba adentro, no estuvo", explicaron a MDZ en Casa Rosada. El clima era de desconcierto en el oficialismo, que tampoco logró darle media sanción a la Ley que prohíbe avanzar con proyectos que impliquen romper el déficit fiscal luego de que muchos bloques aliados -entre ellos el PRO- se levantaran furiosos del recinto por un sorpresivo reparto tras bambalinas con el kirchnerismo de los cargos de la Auditoría General de la Nación (AGN).
"Lograron no volver a contar para nada con nosotros. El vínculo está roto. Ya íbamos a ser más rigurosos a la hora de darle nuestro apoyo al Gobierno, pero con esto que sucedió anoche no quedan dudas: no vamos a colaborar más porque ellos prefieren pactar con el kirchnerismo", enfatizaron a este medio desde la bancada amarilla tras la polémica.
Dejar para mañana lo que no puedas hacer hoy
Mientras tanto, en el Senado, Patricia Bullrich debió recular y aceptar que el oficialismo no contaba con los votos para avanzar con la reforma laboral tras un primer intento de avanzar a libro cerrado con un tratamiento exprés. Mientras la CGT marchaba en la Plaza de Mayo, la jefa del bloque libertario anunciaba que el Gobierno postergaría el tratamiento para el 10 de febrero. Lo mismo ocurrió con la Ley de Glaciares.
"Es una decisión. Es una ley que tiene 198 artículos. No todos los senadores llegaron a leerla. Hay que hacer un dictamen, analizar cada cosa, no nos dio el tiempo y decidimos pasarla al 10 de febrero por acuerdo de todos. Me parece que es un sistema democrático y abierto para poder tratar bien una ley tan importante", sostuvo este viernes la exministra de Seguridad, que ahora tiene la misión de avanzar cueste lo que cueste con la ley de leyes.
Los tiempos urgen. Con las fiestas a la vuelta de la esquina, el Gobierno apuesta a tratar el Presupuesto en el Senado el próximo viernes 26 de diciembre, donde intentará dar marcha atrás con las modificaciones de la cámara baja para preservar el equilibrio fiscal del proyecto. Si lo logra, el oficialismo llevará nuevamente la batalla a Diputados el lunes 29 para darle un tratamiento veloz en comisión y discutirlo el martes 30 en el recinto.
Allí, el oficialismo deberá hacer gala de todos sus dotes -y recursos- de negociación si quiere celebrar la llegada del nuevo año con un Presupuesto aprobado y una prueba contundente de que puede hacer funcionar el Congreso a su favor. Si fracasa, los mercados y el ecosistema político podría comenzar a poner en duda la capacidad reformista del Gobierno libertario, que pese al viento a favor aún no logra cantar victoria.






