Política

Cristina como segunda de cartel: el gran apagón del espectáculo

El flamante anuncio de Cristina Fernández como candidata a vicepresidenta en las próximas PASO, admite unas cuantas lecturas, pero también reflexiones sobre conceptos tan ritualizados en la escena política como el del misticismo y la estelaridad.

sábado, 18 de mayo de 2019 · 18:46 hs

A través de un video de casi 13 minutos, Cristina Fernández finalmente reveló este sábado en la mañana cuál será su rol en las próximas elecciones. En una estratégica jugada en la que se pone en carrera como segunda en el poder, mantiene su porte estelar al protagonizar ella el anuncio y no el mismísimo candidato a presidente: Alberto Fernández. Con un sonido de viento y una bandera argentina que flamea en algún recóndito rincón de nuestra geografía, Cristina apela nuevamente a un combo en el que confluyen signos patrios, la memoria de Néstor Kirchner; y el anhelo de la redención: "El próximo 25, en nuestra fecha patria, se cumplen ya 16 años del día en que Néstor asumió como presidente de un país devastado".

Cristina vuelve a jugar a la épica, reforzando sus palabras, esta vez naturalmente leídas, con imágenes de archivo en las que aparece desplegando múltiples roles en la escena política argentina. "Después de haber sido dos veces presidenta de este país, su primera mujer electa como tal, y de haber ocupado distintos cargos legislativos, siempre por voluntad popular expresada en las urnas, sigo más convencida que nunca que la expectativa o la ambición personal tienen que estar subordinadas al interés general".

En primera instancia, resulta llamativo que una estrella asuma un rol más discreto. Históricamente y más allá de las políticas trazadas, los líderes nacionales,  especialmente del peronismo, han fortalecido su poderío sobre la base del misticismo y el culto a la personalidad. En su nota de opinión Fernández Fernandez, Perón Perón: la épica al servicio propio, Gabriel Conte (director de MDZ), sostiene: "La decisión de Cristina Fernández de Kirchner de ir como vice en una fórmula con Alberto Fernández remite a la historia. Todo el mundo sabe que el poder simbólico pasa por ella y que él es un arrepentido del kirchnerismo al que utiliza como operador para tender las líneas que resulten operativas para sacarle del pantano judicial en el que la ex dos veces presidenta se ve atascada".

Por supuesto, hay más lecturas sobre el posicionamiento de Cristina como vice de cara a las próximas PASO. En el plano familiar, su hija Florencia atraviesa una compleja situación de salud. A la vez que dentro de la turbulenta escena nacional, ir como segundo nombre resguarda su figura de una cruda exposición ante una eventual derrota, y a su vez la ampara de estar al frente de un posible triunfo en un presente tan crítico como el que atravesamos. En este sentido, en el video CFK remarca que el apabullante endeudamiento de Argentina con el FMI constituye "una realidad que será muy difícil de revertir". De la pesada herencia de la corrupción a la pesada herencia del endeudamiento, ciclos que ya hemos transitado decenas de veces.

Apostando una campaña del miedo (y de miedo), referentes de Cambiemos evocan a una Argentina encaminada a ser Venezuela si regresa el peronismo, mientras Cristina vaticina el infierno en caso de que Macri resulte reelecto. La ex presidenta apela al consenso y a la unidad nacional, y afirma que "los dirigentes deben dejar de lado las ambiciones y las vanidades personales". Resulta tan difícil creer esa premisa, como imaginar a CFK en segundo plano durante los arengadores discursos que candidatos a presidente suelen despachar en los meses previos a las elecciones. Después de atravesar un probable triunfo, Cristina presidiría la Cámara de Senadores más como estrella que como moderadora. Mientras tanto, los spots publicitarios y los actos masivos previos a las urnas tendrán como protagonistas a dos referentes con muy baja carga carismática: Mauricio Macri y Alberto Fernández.

Volviendo al tema de la estelaridad, se puede ensayar un fortuito pero llamativo paralelo entre nuestra escena política y las dos películas más vistas en los cines argentinos este fin de semana: Avengers: Endgame y El cuento de las comadrejas.

En el tanque de Marvel, estrellas como Robert Redford, Michael Douglas, Michelle Pfeiffer, Tilda Swinton y William Hurt; se sumaron al evento de taquilla del año, en beneficio de sus cuentas bancarias y felices de haber pasado un buen momento entre colegas. En cambio, a poco tiempo de las PASO, los desmembrados candidatos de Cambiemos y el peronismo, se autoproclaman como salvadores de una épica más imposible que la de cualquier equipo de superhéroes. Ambos depositan en el contrincante el estigma del mal, pero todavía está muy confuso armar el cuadro de aliados que podrían reclutar para llevar a cabo sus gestas. Todo huele a efectos especiales de bajo presupuesto y revuelo de nombres que irán de un bando a otro. Ante una película con un elenco inestable, el seguimiento masivo resulta rotundamente incierto. Más allá de que el anuncio de Cristina como segunda en el cartel sea una resignación meramente simbólica, en términos de espectacularidad esta jugada implica una inevitable sensación de apagón.

Mientras tanto, en el esperado regreso de Juan José Campanella con El cuento de las comadrejas, también hay estelaridad compartida y dos equipos antagónicos. Graciela Borges sostiene codo a codo su nombre en los créditos con Luis Brandoni, Guillermo Francella y Marcos Mundstock. Su personaje es el de una veterana diva del cine de oro, que convive en una mansión en decadencia junto a tres hombres a quienes doblega por su indudable condición de mega estrella. Los actores mencionados son enormes, pero es Borges la indiscutida dueña de un brillo inmanente. Mientras tanto en la flamante dupla Fernández/Fernández, solo hay un nombre grande que cuenta con destello propio.

El posicionamiento de Cristina como candidata a vice termina de patear el tablero de una contienda basada mayormente en una mutua campaña del odio. Con las llamas del misticismo sofocadas tras el anuncio de la ex presidenta como segunda figura de cartel, la pantalla recobraría intensidad si una tercera propuesta escalara repentinamente en la taquilla. De momento, este gran apagón del espectáculo deja en carne viva la propuesta política de los contrincantes. Finalmente, nosotros, como verdaderos protagonistas de una eterna película que se ha perpetuado en el despropósito, tenemos la decisión de dejar a uno, o a estos dos elencos postulantes al poder, fuera de escena.