Educación atravesada por la crisis

Docentes todo terreno: cuando educar excede los límites del aula

Maestras y directoras resuelven una multiplicidad de problemáticas sociales que afectan a niños y adolescentes. A las tareas administrativas y operativas que deben solucionar, se suma la necesidad de responder a las urgencias que presentan los chicos. Maltrato y pobreza, entre las principales.

Zulema Usach
Zulema Usach martes, 3 de mayo de 2022 · 20:17 hs
Docentes todo terreno: cuando educar excede los límites del aula
El la escuela El Algarrobal, de Las Heras, las clases retornaron con normalidad el lunes

Las horas de la mañana se le vuelven escasas a Sandra Mirábile, directora de la escuela El Algarrobal, ubicada en Las Heras, Mendoza. Entre llamados, solicitudes, trámites y urgencias que se van presentando, ella redobla su compromiso cada día. "Por favor, acompañá al señor inspector; que revise todas las aulas y que también se fije si funcionan bien los mecheros", le dice a un encargado en el marco de los controles que por estos días se están realizando en los establecimientos antes de poner en marcha los sistemas de calefacción. Luego de hacer una breve pausa, la educadora explica cómo fue que el proceso de reparación en las cloacas y los baños del colegio; un pedido que -asegura- había sido tramitado ante las autoridades desde hacía al menos dos años.

Pero lejos de limitarse a gestionar las cuestiones operativas relacionadas a los inconvenientes que trajo aparejado el colapso de la red de cloacas (generado por el crecimiento de las raíces de los árboles) o resolver las necesidades ligadas a la falta de mobiliario, la directora de esta escuela debe responder a las complejas demandas que traspasan ampliamente la barrera de lo exclusivamente pedagógico. Justamente, en tiempos donde la palabra crisis atraviesa todos los planos de la vida, las escuelas no quedan exentas de aquello que los niños y adolescentes viven fuera de ellas.

Este lunes los baños fueron habilitados en la escuela El Algarrobal mientras se terminan los trabajos de reparación en las cloacas

La pobreza, las situaciones de maltrato que se viven en el interior de las familias, la violencia entre pares, la falta de apoyo y contención en los hogares y la incertidumbre respecto del futuro, son solo una parte de los temas que los chicos tienen en su mente y corazón, describe la directora de la escuela que recibe a la mayor cantidad de estudiantes en la zona de El Algarrobal. Aclara además, que ni bien advirtió que los seis baños químicos (instalados en la escuela de manera provisoria mientras se realizaban las mejoras) no estaban dando los resultados esperados, tomó la decisión de suspender las clases. "Siempre la prioridad es el bienestar de los alumnos", recalca. 

Resolver la emergencia en todos los niveles

Lo cierto es que el desafío de educar en el actual contexto de crisis va mucho más allá de los aspectos operativos y pedagógicos. Son entonces, ellas, profesoras, maestras y directoras las que en cuestión de segundos deben hacer una pausa obligada entre las clases y la planificación de currículas para atender, nada menos, que la urgencia. Están si hay que salir corriendo al médico, pedir turnos, tramitar denuncias, revisar los protocolos en los hechos de abusos y casos de violencia. Deben convocar a reuniones con padres, organizar colectas, resolver trámites para que las autoridades den lugar a los pedidos de mejoras edilicias y preparar solicitudes para tener mejor y más mobiliario. La lista así, es extensa. 

Los alumnos viven una gran desmotivación y están inmersos en problemáticas diversas y complejas que los docentes resuelven día a día

Sandra parece revivir el momento cuando lo cuenta: "Cuando supe que una alumna estaba ya con contracciones fui a buscar el auto y la llevé al hospital, mientras le avisábamos a la familia", ejemplifica la directora de esta escuela secundaria que tiene 20 años desde su inauguración y cuya matrícula creció de 500 a 740 estudiantes. Así, casi de manera corriente, el desafío de lograr que todos logren el éxito en sus estudios, que aprendan valores y encuentren en el escenario escolar el aprendizaje necesario para desenvolverse en la vida, está presente. Es un "día a día", aseguran. 

El desafío de restaurar vínculos

Docentes y directivos, además de actuar como mediadores de todas las situaciones, son quienes afrontan la difícil tarea de generar cambios positivos en los niños y jóvenes en un contexto que por momentos, se plantea por demás hostil. La devolución del confinamiento, ocasionado por la pandemia de covid, ha llevado inclusive, a plantear nuevas formas de vincularse con los estudiantes, atendiendo sobre todo, a su bienestar, priorizando la escucha: aseguran los educadores que en la gran mayoría de los casos, la abulia, la apatía y la tristeza son el punto en común que se comparte en las aulas, más allá de la situación económica de las familias. 

La violencia entre compañeros del curso, los ataques a la salida de la escuela y la trama social compleja que se vive en los barrios afectan de manera directa a esta adolescencia de la nueva era; tal vez con mayor intensidad que en otras épocas, aseguran quienes trabajan en pos de la educación. La amenaza latente del consumo problemático, las temáticas ligadas a la sexualidad, el embarazo adolescente forman parte del "combo" que obliga a las autoridades a generar espacios de reflexión, de escucha y contención. "Un chico que padece situaciones de violencia, que no ha comido, que vive situaciones de pobreza extrema o que tiene que cuidar a sus hermanos, difícilmente va a poder estar concentrado en aprender los contenidos de manera estricta. Porque su mente y su sentir están en otra parte", reflexiona Sandra al sintetizar aquellos aspectos que hoy ilustran la realidad en buena parte de las escuelas mendocinas.

Educar atendiendo a la prioridad

Como un pequeño mundo. Así, en cada establecimiento, las realidades que los educadores deben abordar son múltiples. El colegio Padre Llorens se encuentra en el barrio San Martín, de Ciudad. Es una escuela de gestión privada con cuota cero, en sintonía con el espíritu que motivó su creación: educar desde la integración y el amor en el contexto de pobreza. "A veces los chicos no tienen cuadernos para hacer las tareas porque la familia no se los puede comprar. La gran mayoría desayuna en la escuela porque en la casa no tienen y llegan con mucho hambre; esperan con ansiedad el momento de la merienda; comer una tortita, una factura y tomar un yerbeado. Muchas veces piden repetirse porque saben que después tal vez no tienen almuerzo", relata Liliana Carrión, directora del establecimiento de nivel primario y secundario que recibe una matrícula de 400 alumnos.

La falta de acceso a la salud y a los tratamientos que muchas veces niños y niñas necesitan, es una de las situaciones más complejas a la hora de mediar para lograr que los pequeños avancen en sus estudios. Cuenta Liliana, que en el centro de salud del barrio faltan servicios que los chicos necesitan para poder aprender a leer y escribir, como por ejemplo, oftalmología o psicología infantil. "La escuela nos plantea nuevos desafíos. Los niños llegan con mucha ansiedad, frustraciones que hay que acompañar. La pandemia generó una gran sobrecarga en las familias, que hoy repercute en la escuela", explica la directora.

En ese caso, la población de alumnos que recibe el colegio proviene de familias con realidades marcadas por la vulnerabilidad social que se profundizó en el marco de la actual crisis. Más del 60% de los padres y madres no cuentan con un sueldo fijo y sus ingresos están por debajo de los 30 mil pesos por mes. Para lograr esa visión completa de la realidad que les toca abordar, la directora organizó encuestas alas familias. Un rol extra más en le medio de la crisis, movilizado ante todo, por el compromiso.

Crisis que todo lo atraviesa

Pero esto no es todo: para posibilitar que los niños y niñas que, por ejemplo, no tienen zapatillas para ir a la escuela cuenten con ellas, entonces la directora y docentes se encargan de armar colectas. Si uno de ellos no tiene posibilidades de que sus familias le compren los lentes que necesita para ver mejor, entonces son ellas las que llevan adelante una campaña para costar los gastos.

"Vamos resolviendo así las necesidades del día a día. Vamos a golpear todas las puertas que sea necesario para ir resolviendo los problemas que se presentan", ilustra Liliana. Agrega además, que una de las problemáticas que presenta buena parte de los niños y niñas tiene que ver con las condiciones de los hogares. El hacinamiento y la carencia de espacios para hacer las tareas son solo una parte. "A veces no tienen una mesa para hacer los deberes o pasan muy malas noches por los problemas que se viven en los hogares". La frase da cuenta una vez más de la obligación de la escuela como mediadora.

Frente a eso, explica Liliana, se debe abordar cada caso en particular. Otro desafío docente que requiere inclusive, sumar carga horaria y planificar fuera del horario exclusivo de dictado de las clases. Pero la rueda continúa: "El maltrato que sufren los niños también requiere de una intervención profunda y que no se limita a las denuncias", destaca la directora de la Padre Llorens. Llamar a reuniones de padres, concientizar, intervenir para proteger a los niños y niñas; escucharlos, son prácticas cotidianas dentro de la escuela. "Los mismos chicos muchas veces piden hablar; no se les puede pedir que se abstraigan de sus problemas y simplemente aprendan consignas. El desafío de educar va mucho más allá", reflexiona Liliana y detalla que una de las grandes responsabilidades en la actualidad es "poder volver a trazar alianzas con las familias".

Para Lourdes Martín, docente de geografía con amplia experiencia en contextos rurales, el desafío de educar le hizo redoblar la apuesta y atender a cada estudiante en su complejidad. Cuenta la docente, por ejemplo, que el año pasado fue testigo de la soledad y las dificultades que viven los estudiantes de una escuela de Lavalle donde daba clases. "Muchas veces el proceso educativo requería de la escucha profunda y de la resolución de problemáticas que sobrepasan lo meramente curricular. Muchos tenían a su cuidado a los hermanos más chicos o estaban inmersos en contextos donde el consumo problemático les estaba afectando", comparte la docente que en la actualidad da clases en una escuela secundaria donde asegura, es notoria la ausencia de las familias para acompañar a los jóvenes en sus procesos. "Ahí, nuestro rol demanda una mayor permeabilidad, porque los chicos necesitan ser escuchados", detalla Lourdes.

 

 

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