Se profundiza la crisis

Advierten que "el hambre en los niños empeorará" por la suspensión de la entrega de leche

En los barrios más pobres aseguran que las familias no podrán comprar la leche que los más pequeños necesitan. El depósito de 800 pesos solo alcanza para una caja entera en polvo sin fortificar. Los niños de sectores vulnerables son los más afectados por la mala nutrición.

Zulema Usach
Zulema Usach viernes, 15 de abril de 2022 · 09:13 hs
Advierten que "el hambre en los niños empeorará" por la suspensión de la entrega de leche
En la puerta de un Centro de Salud un niño espera ser atendido junto a su mamá y hermanos Foto: ALF PONCE MERCADO / MDZ
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Que el Gobierno Nacional haya decidido dejar de hacer llegar la leche que se destina a la nutrición de bebés y niños pequeños y que se entrega en los centros de salud de la provincia, no solo generó una tensión política que no tardó en manifestarse desde Mendoza con un rotundo rechazo a la medida. Ocurre que lejos de pasar desapercibido, el corte en la administración de las cajas de la preparación fortificada, retrasa y complica las posibilidades para completar las necesidades alimentarias de una franja de por sí muy vulnerable: la infancia en situación de pobreza e indigencia.

Es que en un contexto donde ambos indicadores van en alza, al igual que la inflación y la escasez al momento de llevar a la mesa productos básicos, miles de familias siguen cada vez más, sumidas en el hambre. Quienes que desde hace años trabajan en los barrios donde las carencias están a la orden del día aseguran que el depósito de 800 pesos anunciados en la cuenta de los beneficiarios para reemplazar la entrega de la leche, generará que la rueda del hambre y la desnutrición traccione de manera mucho más acelerada. Las madres que tienen pequeños a cargo aseguran por su parte que la decisión genera “que haya más hambre”.

Solo si se tiene en cuenta que el valor de una caja de leche en polvo entera común supera esos valores en cualquier supermercado, entonces es probable que las cuentas no cierren para miles de familias que además de retirar las dos cajas de leche de un kilo forzada con vitaminas y minerales, acudían al centro de salud de su zona para completar los controles pediátricos a sus hijos. En el caso de los bebés recién nacidos y cuyas mamás necesitan administrar leche de fórmula, la situación es aún más compleja, puesto que los valores superan los 3 mil pesos la unidad.

“En esta zona hay mucho hambre y ahora va a haber más todavía; hay muchas mamás con bebés y niños desde los tres años que viven a pedir comida. Nosotros hacemos lo posible por prepararles la leche y hacemos la mayor cantidad de comida que podemos porque las necesidades son interminables. Acá trabajamos todo el día con las voluntarias porque siempre alguien sigue llegando”, comenta Angélica Frías (28), una de las voluntarias del comedor y merendero “Juguetes Perdidos”, ubicado en el asentamiento Costa, en la zona de Jesús Nazareno de Guaymallén.

Aseguran que el depósito de 800 pesos anunciados para reemplazar la entrega de la leche, acelerará la rueda del hambre

Cuenta Angélica que el viernes pasado desde el comedor prepararon 400 raciones de comida gracias a una donación recibida. La leche con la que todos los días desde el merendero hacen lo posible por mejorar las condiciones de vida de al menos 150 niños y niñas es aportada desde una entidad. Pero en la gran mayoría de los casos, las cantidades siempre terminan siendo escasas. “Hay familias muy numerosas y que muchas veces ni siquiera alcanzan a comer algo en todo el día. Solo tienen la leche que les entrega el Gobierno y ahora ni eso”, lamenta Angélica y cuenta que con el pasar del tiempo es visible el deterioro que afrontan los pequeños y sus familias.

Por eso, en la medida de lo posible, desde el comedor organizan actividades lúdicas, recreativas y formativas para que los más pequeños no estén en la calle o expuestos a diversos riesgos. “Viven problemáticas muy graves y acá tratamos de darles un espacio para que puedan alimentarse y crecer”, dijo la joven voluntaria que rechaza de plano la determinación nacional de quitar la entrega de leche. “Ahora ese complemento no va a estar y eso es muy grave”, asegura.

Miriam Ojeda tiene 38 años y tres hijos. Cuenta que en su barrio hay una gran cantidad niños y niñas con numerosas necesidades, entre las cuales el hambre está siendo la más notoria. En su caso, el hecho de dejar de recibir las cajas de leche le complica aún más las posibilidades de hacer frente a la crisis que una vez más, golpea con su mayor crudeza a los sectores más vulnerables. “Una sola caja de leche alcanza para un par de días. Acá, hay muchas familias con muchos niños y sin esa ayuda ahora van a estar peor porque con 800 pesos no alcanza para comprar dos cajas. Si hoy vas a comprar, lo que llevás de un producto es lo que dejás en otro. Es decir, si comprás frutas y verduras, no llevás carne. Si llevás un poquito de carne no podés darles la leche y si querés tener algo para darles un mejor desayuno, no podés comprar el resto. Porque la plata no alcanza, el trabajo es poco y las posibilidades de salir a flote cada vez menos”, expresa la mujer y aclara: “Ahora que se viene el frío, todo va a estar más difícil todavía porque los chicos necesitan tomar una leche calentita y eso es muy posible que deje de estar”, se queja la mamá.

Nutricionistas, pediatras y especialistas de diversas áreas ligadas al desarrollo infantil, aseguran que una adecuada alimentación durante los primeros días de vida (en el caso de que la lactancia materna no sea posible) y a lo largo de la primera infancia, es clave. De ello dependerá nada menos, que el desarrollo futuro. Sin embargo hoy, cuando 462.428 personas en la provincia son pobres y al menos 74.121 son indigentes, de acuerdo a los últimos datos oficiales publicados, la deuda con la infancia se complejiza.

Paola González es testigo de ello todos los días. Es la fundadora del merendero “Yo sí te creo”, ubicado en el barrio San Martín de Ciudad. Allí, a tan solo unos minutos del centro mendocino, cientos de familias del barrio y de zonas aledañas viven al día y con lo que pueden. “Lo más seguro es que el dinero no va a ser destinado a la compra de leche, porque a las familias no les alcanza el dinero. Para poder combatir la desnutrición se necesitan cambios mucho más profundos y serios a los que hay”, expresa la mujer que inició su obra en 2020 y desde entonces asegura que la cantidad de personas en situación de hambre es cada vez mayor.

Cuenta Paola que desde el merendero y comedor hacen mucho hincapié en el tema de la leche y hacen todo lo posible para poder entregar un vaso a cada niño que se acerca. Pero el desafío es cada vez mayor. En los hogares más empobrecidos y con niños pequeños a cargo, la realidad es cruda. “Con los actuales precios para muchas personas es casi imposible garantizar un plato de comida a sus hijos. Con la leche pasa lo mismo y de por sí, dos cajas de dos kilos es muy poco en el caso de las familias que tienen varios pequeños. Pero era una ayuda, un complemento que ahora no va a estar”, reflexiona la voluntaria social y aclara que el plan de precios cuidados no llega a los barrios más humildes. Detalla que la gente compra lo que puede y sobre la emergencia. “Habría que preguntarse cómo va a hacer una mamá con un bebé recién nacido para tratar de ir a conseguir a una farmacia la leche de fórmula. No hay manera de que esto sea una ayuda, es totalmente repudiable, porque con la salud de los niños no se juega”, recalca Paola.

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