Fue fusilado

Violó y mató a sus hijos: Cayetano Grossi, el primer asesino serial de Argentina

Llegó desde Italia y se volvió a casar. Durante años abusó a sus dos hijastras y, producto de esas violaciones, nacieron cinco bebés. El hombre los ultimaba y dejaba en bolsas de tela arpillera en medio de la basura. Hasta el día de su muerte siguió afirmando que era inocente.

Ángeles Balderrama domingo, 5 de diciembre de 2021 · 07:15 hs
Violó y mató a sus hijos: Cayetano Grossi, el primer asesino serial de Argentina
Grossi fue fusilado el 6 de abril de 1900 y hasta el día de su muerte se declaró inocente

Aunque la mayoría cree que el primer asesino serial que tuvo Argentina fue Cayetano Santos Gordino, más conocido como "Petiso Orejudo", hubo otro Cayetano que ocupó el primer puesto entre los homicidas de esa clase en el país. Se trata de Cayetano Domingo Grossi, quien tuvo una vida oscura: violó a sus dos hijastras, asesinó y desmembró a unos cinco bebés, todos producto de sus vejaciones.

Cayetano nació en 1854 en Bonifati, una pequeña localidad del norte de Calabria (Italia). Allí, contrajo matrimonio con Rosa Ursomarso y tuvo dos hijos. Sin embargo a sus 24 años dejó atrás esa vida, a su esposa y sus hijos, y se embarcó rumbo a Argentina.

En un contexto turbulento -se iniciaba la llamada "Campaña del Desierto"-, Grossi tuvo diversos trabajos en Buenos Aires: fue botellero, vendedor ambulante y, luego de cinco años, fue mozo de cordel, es decir, quien se encargaba de acarrear cargas pesadas usando una soga. También trabajó en la Oficina de Inmigración como carrero. En esos años tuvo su primer antecedente penal: luego de una pelea con el dueño de la casa en la que vivía, lo hirió y estuvo siete meses preso en la Penitenciaría Nacional.

Grossi formó nuevamente pareja. Se unió a Rosa Ponce de Nicola, una mujer que había quedado viuda con sus tres hijas: Catalina, Clara y María. Luego de la convivencia, llegaron otros tres hijos: Carlos, Teresa y Lorenzo.

El inicio del terror

La historia criminal de Grossi comenzó el 29 de mayo de 1896, momento en el que vecinos de la zona encontraron una bolsa con el brazo de un bebé recién nacido, en una fábrica de grasa. El comisario ordenó una inspección ocular y encontraron entre la basura un cráneo destrozado, piernas y el brazo. Frente a esta situación, decidieron esperar la llegada de más camiones con basura: allí se completó el cadáver.

La autopsia reveló que el pequeño había muerto por una fractura de cráneo. Sin embargo, no pudieron encontrar al culpable y el caso quedó inconcluso.

Rosa Ponce de Nicola, la esposa de Grossi, y sus hijas Clara y Catalina.

Dos años después, en el mismo lugar, se encontró otro cuerpo de un bebé en las mismas condiciones. Su cráneo estaba destrozado, tenía quemaduras graves en sus manos y la autopsia reveló que el pequeño tenía cuatro días de vida y había muerto estrangulado.

Durante la investigación, notaron que el cuerpo apareció envuelto en tela arpillera y retazos de un saco masculino en los que se podía ver una gran cantidad de remiendos. Con estas pistas, la policía logró dar con el carrero que los trasladó hasta el lugar. El hombre confesó que sabía lo que llevaba la bolsa, pero por temor a verse involucrado no dio aviso a la Policía.

A su vez, los pesquisas notaron que los trozos del saco tenían desgaste en las espaldas, como si lo hubiera usado un vendedor ambulante. Además, había restos de cigarrillo y granos de anís, lo que dio a los investigadores una nueva pista: su dueño debía ser un español o calabrés, porque ellos tenían la costumbre de llevar anís en sus bolsillos. Por otro lado, la prenda denotaba la pobreza del dueño.

De esta manera, el equipo de policías tomó una zona de rastrillaje y dio con el verdadero criminal: el 9 de mayo de 1898, los agentes llegaron hasta una vivienda ubicada en el barrio porteño de Retiro, donde vivía Cayetano Grossi con su familia.

Los vecinos hablaron

Lo delataron. Los vecinos confirmaron a los policías que Grossi mantenía relaciones íntimas con sus hijastras Clara y Catalina. Además, explicaron que Clara había estado embarazada y poco tiempo después había sido vista en estado normal, y nadie conocía lo que había pasado con el bebé.

Un día después, el 10 de mayo de 1898, policías ingresaron a la vivienda y revisaron la habitación en la que vivía la familia. Debajo de una de las camas se encontró una lata con el cadáver de otro bebé más, envuelto en trapos. Horas más tarde confirmaron que Clara había tenido dos hijos con su padrastro.

Cayetano Grossi trató de responsabilizar por los crímenes a Carlos, su hijo, quien al mismo tiempo estaba casado con Clara. El asesino indicó al equipo policial que había matado a uno de los niños "por pedido de Clara". Con respecto al segundo niño, Grossi explicó que había nacido muerto.

Acorralado por la investigación, el hombre negó el abuso de Clara y Catalina. Sin embargo, días después se quebró: confesó el asesinato del primer bebé hallado en 1896 y además confirmó la incineración de varios bebés más, aunque no reconoció haberlos matado.

En posteriores interrogatorios, Grossi admitió haber tenido un niño con Catalina y cuatro con Clara, y declaró el estrangulamiento de tres hijos. "Pero varios de los nenes fueron quemados por mi concubina y mis hijastras", se atajó. Rosa, Clara y Catalina aceptaron cinco crímenes, aunque culparon a Grossi de las muertes de los recién nacidos.

Grossi al momento de su confesión con el sacerdote Mario Macceo.

Al concluir la investigación, pudo establecerse que el propio Grossi las auxiliaba en los partos y que luego arrojaba a los recién nacidos al fuego, todo en presencia de las mujeres.

Las condenas

Rosa, Catalina y Clara fueron juzgadas como "encubridoras" de los homicidios y sentenciadas a tres años de prisión efectiva. En tanto, Grossi fue condenado a pena de muerte. 

El día de su ejecución, el 6 de abril de 1900, se le permitió la entrada a la capilla de la prisión a los hijos de Grossi. El primero de ellos, un joven de 19 años, no mostró emoción alguna. Incluso el más pequeño de 6 años no quiso sus caricias. Por su parte, Teresita, su otra hija, lloró al verlo pero no quiso abrazarlo.

Sus últimas palabras fueron: "Yo recibo con resignación la pena que se me ha impuesto, pero soy inocente. Yo no soy culpable de las muertes de esas criaturas porque las culpables son esas mujeres que me han acusado de asesino de sus hijos". 

"Si yo fuera un asesino tan feroz, hubiera matado a mis hijos con la madre. ¿Cómo es posible que una madre haya permitido que yo asesinara sus propios hijos? ¿Por qué las madres de las víctimas no me acusaron ante la Policía cuando yo salía a la calle?", agregó.

Grossi fue puesto en el banquillo, se le vendaron los ojos, fue atado de pies y manos y lo fusilaron.

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