Tras el milagro extraordinario, ahora deberán venir los cambios: qué va a hacer Milei
El mercado se calmó, pero sigue en alerta. Aún negocian la letra chica de la ayuda que anunció Scott Bessent. Inevitables cambios en el gabinete. El campo se queja, pero sabe que lo usaron solo para una operación de caja.

Javier Milei volvió de Estados Unidos y deberá enfrentar varias cuestiones de cara a las elecciones.
El “efecto Bessent” impactó inmediatamente en la corrida del mercado argentino y la frenó. El anuncio de ayuda del Secretario del Tesoro de los Estados Unidos fue hecho a medida y con la técnica que saben usar los hombres que manejan las reglas del mercado financiero, como lo es Luis Caputo: todo fue hecho en sintonía para llegar a tiempo antes que otra rueda del dólar, las acciones y los bonos argentinos precipitaran aún mas una crisis que parecía destructiva.
El miércoles pasado, el país respiró aliviado y no por un mensaje del Gobierno, sino por la garantía inédita, casi en dimensiones de milagro, que ofrecía el gobierno de Donald Trump para respaldar a Javier Milei, el socio más confiable que tiene en la región. Ese mensaje sirvió para calmar la corrida local que había sumido al mercado en una montaña rusa con bajas de hasta 20% en acciones y 14% en bonos, con la consiguiente disparada en el riesgo país a casi 1500 puntos y el dólar que crecía sin límites.
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La condición de Washington
Washington pudo tener la motivación extra de disciplinar a la región y mostrar cómo divide el mundo en el tratamiento a aliados y enemigos, pero por encima de todo eso quedó una alerta que se procesa tanto en Estados Unidos como en Argentina sobre los problemas del país.
La ayuda está y el anuncio llegó justo a tiempo, la crisis se frenó, pero ahora Javier Milei y su gabinete tiene menos margen para cometer errores, como los que vino cometiendo en los últimos tiempos y que se negó a corregir. Y no solo como consecuencia del resultado de la elección bonaerense.
Tras el anuncio de Scott Bessent, la foto de Milei con Donald Trump y el festejo del Gobierno en Nueva York, quedó un camino hacia la realidad que puede ser arduo y complicado, pero que la administración Milei no podrá evitar. El mercado festejó, pero la tormenta, aunque se fue, aún puede ser divisada en el horizonte.
El propio Luis Caputo reconoció en declaraciones públicas que Bessent pidió trabajar en la gobernabilidad. Es decir, que Washington, lejos de algunas espectaculares burradas que planteó el kirchnerismo, le pidió al gobierno de Milei construir seguridad política con vistas a los dos años que vienen. No es poco y quizás sea más difícil que el duro camino económico que resta recorrer.
De hecho, este fin de semana continuaban las negociaciones entre el equipo económico y el Departamento del Tesoro en Washington para la letra chica técnica de la asistencia que se anunció la semana pasada. Aún no esta claro cómo operará el swap de monedas por US$ 20.000 millones, cuando podrá activarse y en que condiciones se puede usar para el mercado o para garantizar los vencimientos por US$ 8100 millones que operan en 2026.
Pasó la euforia del anuncio y algunas dudas volvieron a escena. Por ejemplo, el cambio en el cepo al dólar, que nunca terminó de irse, por el que quienes intervengan en el mercado oficial no podrán derivar esos billetes al juego de los dólares financieros. Es decir, no podrán gastar reservas en esa operación. Es un intento por frenar la alimentación de un mercado con dólares (más baratos) del otro, juego recontra conocido desde hace décadas, pero el tufillo a medida conocida de otros tiempos, encendió luces amarillas en los tableros del mercado. No es para menos: a Milei no lo quieren para que vuelva a cerrar el cepo sino para siga abriéndolo.
El mensaje de Estados Unidos y el freno temporal de las retenciones
El Gobierno se endurece y debe tomar más medidas correctivas antes o después de las elecciones de octubre. El enorme apoyo de Donald Trump alcanzará para equilibrar el piso y evitar una caída que parecía inevitable, pero hay cambios a hacer por delante. De alguna forma es lo que pidió Washington cuando, al mismo tiempo que se felicita a Milei por un lado, por el otro se hace un elogio-pedido de mantener la seriedad fiscal. Fue un mensaje directo también a su interna con el sector agropecuario estadounidense que entró en guerra cuando se anunció la baja temporaria a cero para las retenciones a las exportaciones granarias y de carnes en Argentina.
Fue todo un juego simultáneo, y por eso el corto plazo y el objetivo rápido de la baja de retenciones hasta el ingreso de US$ 7100 millones. La misma Kristalina Georgieva, también en medio de felicitaciones a la Argentina, pidió elegantemente no apartarse del objetivo del equilibrio fiscal y el cuidado del tipo de cambio. Nadie quiere darle plata a la Argentina para que la gaste vendiendo dólares baratos. Es una parte de nuestro pasado demasiado conocida en todo el mundo.
El Gobierno no tenía tiempo para nada y no estaba en condiciones de comenzar la semana que pasó sin un anuncio que calmara el mercado. Las versiones y los mentideros ya estaban lanzando opciones de iban más allá de lo institucional.
El fin de semana pasado, muchos teléfonos sonaron en Córdoba para consultar si era factible un camino que contemplara a Juan Schiaretti. Los que hablan en serio lo desmintieron tajantemente: eso nunca fue cierto. Los que buscan desestabilizar también sabían que esa opción era inexistente, pero se dedicaron igual a multiplicarla. Viejo juego del peronismo que esta vez no iba a faltar.
El telón de fondo político
Hubo negociaciones de emergencia en medio de un viaje presidencial a Naciones Unidas que cayó casi a medida y alertas de todo tipo. Y los “amigos” de EE.UU., que cada sector del gobierno tiene en Washington, actuaron como debían. No hay exigencias nuevas: todo fue cumplido de antemano con la línea que mantiene Milei en su relación con Donald Trump, el problema ahora es todo lo que hay que hacer para no volver a caer en una crisis de confianza que ya no tendrá otra red de Tesoro estadounidense.
La crisis se calmó y hasta enemigos del Gobierno reconocieron la presteza en hacerlo. “Por la vinculación que tiene con Donald Trump pudieron resolver una cuestión de urgencia, pero requiere repensar el plan económico”, dijo Martín Lousteau, interpretando mejor que otras veces a algunas voces de la oposición.
Ahora todo debe tomar forma; la asistencia que anunció EE.UU. y los cambios que deberá hacer Milei. Está claro que no se llegó a esta situación porque todo funcionó correctamente en el plan libertario sino todo lo contrario.
La política está en el centro de esos cambios. Guillermo Francos, siempre buscando equilibrio, fue el primero en aparecer, como si fuera una casualidad, más cerca de Mauricio Macri. Una reestructuración de la relación de la Casa Rosada con el PRO será esencial para asistir. Mucho más con los gobernadores que tienen como interlocutor a un hombre de Francos, Lisandro Catalán, pero demandan volver a discutir una lista lógica de demandas que incluye fondos, pero también obras. Hay planteos de origen en las concepciones libertarias del 2023 que quizás entren en debate.
En ese esquema de cambios entra el gabinete nacional. En diciembre habrá renovación segura con nombres como Patricia Bullrich o Luis Petri que van a bancas en el Congreso, allí no hay novedad, pero la reforma se anticipa que será muy profunda. Hay un interrogante que se desliza en cada charla del oficialismo: ¿cuál es el nombre del ministro que cada día se acerca más a una salida y que nadie quiere pronunciar?
Los problemas de gestión y la falta de velocidad en las reformas
Mientras tanto hay otras batallas que pelear. Inclusive dentro de algunos sectores del Gobierno hay temor por efecto que se profundizo tras la derrota en la provincia de Buenos Aires y las votaciones perdidas en el Congreso: la falta de gestión se hizo más aguda y crece la falta de reacción. Mientras la economía financiera se complicaba y la real mostraba rojos en el consumo y la actividad, la velocidad de las reformas (bandera número uno de los libertarios en su propuesta hacia el futuro) pareció detenerse.
Una muestra: de toda la lista de privatizaciones autorizadas en la Ley Bases, solo avanzó la mendocina IMSA; el resto espera. Por eso otro de los efectos de la crisis fue relanzar anuncios de reformas y volver a subir a primera línea a Federico Sturzenegger, algo que también alimentó rumores en el mercado.
Entre los anuncios que prometen una vuelta al ritmo desregulador del año pasado esta uno que impacta directamente en la producción vitivinícola y por lo tanto en Mendoza. El Gobierno decidió avanzar con el desarme final de la Coviar, organismo público-privado que coordina acciones en el mercado de la producción del vino. Eliminar la Coviar es un objetivo que viene desde el inicio de la administración Milei, pero ahora se sumó otro conflicto.
Hace un mes la pata oficial le hizo saber a la Coviar que no aceptaría una suba del arancel que se le cobra a productores y bodegas para financiar esa corporación. La respuesta fue que la Coviar aumentó 45 % ese arancel, lo que levantó una protesta general de Economía y también de los bodegueros. La respuesta no se hizo esperar: “Volvemos al ruedo de las reformas y arrancamos con el fin de la Coviar”, afirmaron en el ministerio. Será, al mismo tiempo, una acción ejemplarizadora para otros sectores.
El campo protesta por la baja de retenciones que ya se terminó y reclama que la medida sea permanente. En realidad, ese reclamo suena casi infantil y es mas que conocido su efecto: todos sabían desde el anuncio que la eliminación temporaria de retenciones no era una medida destinada al campo, sino una decisión de mercado para frenar una crisis. Caja pura, sin más explicaciones.
“Es una operación muy de mercado. Sacaron un conejo de la galera y nada más que eso”, decía un productor a MDZ reconociendo el verdadero sentido de la baja de retenciones. De todas formas, vienen bien algunas aclaraciones en medio de bastante desinformación.
El “milagro americano” tenía que estar acompañado con alguna medida efectiva interna en Argentina para proveer dólares a las reservas inmediatamente. Por eso la simultaneidad de los anuncios. De hecho, fue casi una exigencia de Washington y por eso se explica también el fin rápido de la operación, en medio de las mencionadas presiones de los productores estadounidenses al gobierno de Trump por permitir que se favorezca a competidores, también a China en esto.
Se cumplió el fondeo, entonces, y las retenciones volvieron a su nivel. “Nunca iba a ser de otra forma, rápido y quirúrgico”, confiesa un productor.
Está claro también que muchos critican al gobierno de Milei por apelar a una medida propia del kirchnerismo o del propio Sergio Massa, cuando su propuesta electoral habló de eliminar retenciones y liberar mercados. Esa crítica es absolutamente justificada: el Gobierno hizo ahora los mismo que sucedió con los planes Soja de Massa o con la suba de retenciones que dispuso Mauricio Macri tras las PASO en su gobierno. Algunos recordaban el fin de semana que el último Plan Soja de Massa adelantó tanto la recaudación que hasta barrió por anticipado con las ventas del primer semestre de 2024. Cuando el nuevo gobierno asumió, le habían “barrido los galpones”, dicen en el mercado.
De nuevo: fue una medida recaudatoria y para salvar una corrida, nada más; no se puede buscar más virtud que esa con cerealeras y productores (nominalmente aparecen vendiendo las cerealeras porque son las que adelantan la plata), liquidando para aprovechar esa necesidad de caja del Gobierno.
En realidad, cuentan en el sector, que antes que bajar retenciones temporalmente, en el Gobierno plantearon a las aceiteras colocarle un bono, pero ninguna quiso entrar en ese juego financiero. Esa opción era, además, mucho más digerible para las pretensiones del gobierno de Washington que así evitaba el dolor de cabeza con sus productores. Así el ofrecimiento de un nuevo Bopreal fue rechazado de plazo y se avanza por la vía de la baja de retenciones para cumplir con la pata local de suma de reservas.