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Milei tras la bala de plata en EE.UU. y una incógnita esencial sobre la economía

El dólar volvió a protagonizar la escena como cada vez que los argentinos dudan de su futuro. Javier Milei y un viaje a Naciones Unidas justo a tiempo. La gestión en Economía, en la mira de todo el Gobierno. Una semana para el olvido que aún no encuentra respuestas.

La Asamblea Anual de Naciones Unidas apareció como un regalo del cielo para Javier Milei.
"La Asamblea Anual de Naciones Unidas apareció como un regalo del cielo para Javier Milei". N/A

Javier Milei viajará hoy a EE.UU. con una aspiración máxima que se convirtió también en el altar al que reza todo el Gobierno: lograr un acuerdo de garantía con el Departamento del Tesoro de ese país para despejar la tormenta de incertidumbres que se instaló sobre la economía argentina en el último mes.

Después de declaraciones erráticas, operaciones cuestionadas por casi todos los economistas que no integran el elenco oficial, la presión diaria del mercado que llevó el billete verde a casi $1525 y los bonos a una caída histórica de hasta 13%, se aceleró la presión de los argentinos por comprar dólares y garantizarse el cobro de los títulos de deuda. En esos términos las chances de una solución se fueron achicando cada día más.

El “comprá campeón” quedó en la historia como una declaración osada de Luis Caputo en un país donde los gobernantes tienen que evitar mencionar la palabra dólar todo lo posible. Increíble que un hombre del mercado como Caputo no respetara esa regla de oro de la confianza cambiaria de los argentinos.

La semana comenzó con otra declaración errática del ministro que, lejos de traer calma, precipitó una nueva ola de derrumbes de activos argentinos. Su defensa del esquema de bandas cambiarias incluyó una garantía que el mercado ejecutó de inmediato: "Vamos a vender hasta el último dólar en el techo de la banda”. Desde el vamos, la palabra “último” sobraba en esa frase, si hablamos en cuestión de un marketing de la confianza, pero detrás había algo más complicado e importante aún: saber en qué punto está el valor que tiene hoy la palabra del ministro de Economía en materia de credibilidad del mercado. En tres días, le sacaron US$1100 millones en ventas allá arriba, en el límite de la banda. Y allí quizás esté el nudo del asunto y no solo en los cuestionamientos al presidente.

Todos sabemos que los argentinos no necesitan consejo alguno para salir a comprar dólares cuando el temor aparece con cualquier cara. La pulsión a liquidar pesos y pasar al dólar es un hecho casi inconsciente en medio del miedo y una acción que muchas veces ni siquiera repara en la rentabilidad. Un argentino puede pagar cualquier precio por un dólar si se desata el pánico.

Lo saben todos los economistas, pero también los almaceneros, taxistas, comerciantes, maestros, adolescentes o ingenieros. Lo saben todos porque el miedo a perder y la corrida al dólar como cobertura única está asentado ya en el ADN nacional después de décadas de desastres y eliminación de nuestra moneda. Difícil de entender que Caputo jugara verbalmente con definiciones sobre el dólar conociendo esta realidad nacional como lo hizo. Más cuando el Gobierno está desde hace unos días en una encrucijada de solución complicada: cada dólar que vende en el mercado para cumplir con la banda cambiaria en el techo, es uno menos que tiene para pagar los abultados vencimientos de deuda que arrancan en enero. El resultado: caída de bonos, por lo tanto, Riesgo País más alto, en casi 1500 puntos, dólar recalentado y chances imposibles de salir a buscar fondos en el exterior.

El "milagroso" encuentro entre Javier Milei y Donald Trump

Con esos márgenes achicados, la economía real crujiendo, la política en crisis y una elección que estaba garantizada pero ahora está en duda, la Asamblea Anual de Naciones Unidas apareció como un regalo del cielo para acordar una bilateral con Donald Trump en los pasillos de la organización en Nueva York.

Javier Milei y “Toto” Caputo se encontrarán allí con Kristalina Georgieva, personaje que a esta altura cobra un protagonismo relativo frente a otro encuentro como el que ambos tendrán con Scot Bessent, secretario del Tesoro. En la opción de máxima, Milei luego le pondrá el moño al inicio de una negociación para un acuerdo donde el Tesoro de ese país active su Fondo de Estabilización para apoyar a la Argentina.

El Fondo de Estabilización no es una herramienta nueva. Se utiliza para intervenir en el mercado, pero también para brindar asistencia a otros países. Bill Clinton lo utilizó como una herramienta esencial en su relación con México. Entre 1994 y 1995 desembolsó garantías por US$41.000 millones para la economía mexicana, claro está que parte de eso fue para solucionar problemas que involucraban a bancos estadounidenses en el mercado mexicano. En nuestro caso, hay decenas de especulaciones sobre por qué Estados Unidos podría destinar fondos para asistir una corrida en Argentina y mucha de ellas apuntan a la posición del país como freno a los desvaríos de distintos colores de la izquierda en este barrio del mundo. Veremos si eso es suficiente y si la promesa de Scot Bessent en Buenos Aires, cuando viajó para apoyar la salida del cepo, se cumple o solo fue una expresión de diplomacia básica.

La mayor virtud que puede tener el Fondo de Estabilización es precisamente que el país beneficiario no necesite usarlo. Es decir, que actúe como garantía y restauración de la confianza en el mercado para frenar presiones sin necesitar desembolsos. Eso es lo que necesita el gobierno de Javier Milei y no solo en materia económica.

Como sea, tendremos por delante una semana con la mirada puesta en Nueva York y las reuniones que mantengan allí Milei y Caputo. El presidente viajará hoy a Estados Unidos y el martes tiene la bilateral confirmada con Trump. La movida, de todas formas, es un giro en medio de una crisis que no estaba en el radar de muchos hace solo dos meses atrás.

Los desafíos de cara a octubre

En el medio quedan interrogantes que alimentaran los temores de aquí al 26 de octubre y, de acuerdo con el resultado, mucho más allá de esa fecha.

El mercado tiembla por la falta de dólares, pero también duda de la gestión. El gobierno de Milei de estos días no es el mismo que el que se inició en diciembre de 2023. El freno a la pornografía política de la corrupción que se vivió durante los gobiernos kirchneristas fue uno de los motores que llevaron a la presidencia a un casi desconocido como Milei. Los audios de Diego Spagnuolo manchan, y aún no se sabe hasta donde, el círculo íntimo del presidente y su hermana Karina y ahora todo está en duda. Difícil para un gobierno donde su mayor fortaleza no está en el Congreso, sino en la credibilidad que tenga el presidente.

El Gobierno sigue sin dar explicaciones y el levantamiento del secreto en el expediente donde se investigan esos audios puede revelar problemas más complicados aún sobre las compras y contrataciones en el ANDIS, más si Spagnuolo finalmente se decide y aplica como arrepentido.

Las internas tampoco tienen límite. El presidente habló tras la derrota bonaerense del 7 de septiembre pero poco o nada se aclaró sobre el manejo de poder dentro del Gobierno, en especial sobre los responsables de estrategias política fallidas, que fueron casi todas.

Nada de todo eso es inocuo: los cruces dentro del Gobierno, las diferencias entre el ala Santiago Caputo y Karina Milei con los Menem, no solo aplica como un conflicto para la política sino también empantana la gestión del Gobierno. Hay una sensación reconocida incluso entre libertarios de un parate en la gestión.

Milei lejos de acordar la paz con gobernadores parece intentar mantener la guerra que desató La Libertad Avanza en muchos territorios cuando se forzó el cierre de listas imponiendo candidatos o sencillamente negando acuerdos. Son los mismos gobernadores que le propinaron derrotas históricas a Milei en el Congreso con el rechazo a los vetos, casi tres al hilo como nunca había visto la historia de nuestro país, o que prometen ahora apoyar una modificación al régimen de los Decretos de Necesidad y Urgencia que puede atarle las manos al presidente de una forma definitivamente peligrosa. La falta de política del gobierno y la pasión insana del peronismo por buscar sangre y volver al poder por el camino que sea, aunque no se trate de senderos institucionales, han puesto al país en un terreno peligroso.

Cristina, desde la domiciliaria

Enfrente está el kirchnerismo, que ahora quiere que lo llamen peronismo, y que ensaya alternativas para mantener una unidad que no existe frente a las elecciones. Cristina Fernández de Kirchner sigue sin reconocerle públicamente a Axel Kicillof sus méritos en el triunfo que tuvieron en la provincia de Buenos Aires.

La expresidente y exvicepresidente está más ocupada en hacer como que maneja toda la campaña del peronismo desde su cárcel departamento. Desde allí Cristina superó todos los límites. Ayer, por ejemplo, salió al balcón para saludar a la militancia y levantarla la mano al candidato Jorge Taiana. La Justicia parece no mirar lo que pasa en San José 1111. De nada sirvieron los días de debates y recursos presentados en el expediente de cumplimiento de sentencia de Cristina sobre las condiciones de la prisión domiciliaria de la doctora.

En el departamento hoy entra y sale quien ella quiere, mantiene reuniones y milita como si fuera una unidad básica sin problemas. Además, la Justicia acaba de aprobar todo lo que pasa allí en un informe de revisión sobre la ejecución de la pena. Es un ejemplo más del deterioro institucional. Como dice el famoso chiste sobre el poder judicial: no hay meteorólogo que pueda predecir el cambio del tiempo como lo hace Comodoro Py.

Milei no tiene demasiado tiempo. Debe restaurar la confianza, algo muy difícil de lograr en el mercado una vez que se ha perdido. En diciembre habrá un cambio de gabinete, aunque mas no sea por los ministros que pasan a bancas como diputados o senadores. Quizás el cambio debería ser más amplio; quizás sea antes de esa fecha. El presidente necesita salir del objetivo de las dudas y Argentina quiere conocer si el problema central hoy reside en decidir si un cambio en la economía es tan necesario o no como el equilibrio en la política.