apagón
Los datos detrás el apagón: un sistema frágil y concentrado
El apagón del domingo se generó por un problema en el sistema de transporte de energía. Allí hay inversiones previstas que no se ejecutaron. La empresa que tiene a cargo esa tarea, Pampa Energía, controla gran parte del negocio energético del país.
No hace falta redundar. La disponibilidad de energía condiciona la vida cotidiana y no solo para prender un foco. El apagón del domingo, que ocurrió en un momento poco crítico en cuanto a la demanda y necesidades, fue un ejemplo de lo vulnerable que puede ser un sistema, aún con todos los mecanismos de seguridad que tenga previsto. Si técnicamente aún no hay argumentos sólidos, más difícil era explicarle lo que pasó a alguien que escuchó durante 3 años que el aumento de tarifas iba a repercutir en un mejor servicio.
Sin embargo, hay algunas pautas generales que dan señales. Falta de inversión en las líneas de transporte, más seguridad en el sistema y la concentración del manejo de la energía en pocas manos son algunas de las señales.
La principal urgencia para mejorar el servicio estaba en la punta del sistema más cercana a los usuarios, es decir la distribución. Los conflictos más visibles por los problemas eléctricos estaban allí por los reclamos de las empresas, como EDEMSA, por los atrasos tarifiarios y las quejas de los usuarios por el mal servicio. El otro problema estructural era la falta de oferta energética y hubo un relanzamiento de proyectos para generar energía. Argentina aún tiene una alta dependencia de los hidrocarburos y esa matriz se potenció sumando plantas de generación térmica, que permiten contar con ese insumo de manera rápida. En ese plano aparece una paradoja: una de las provincias más afectadas por el corte de energía fue Neuquén, el servicio recién se reestableció luego de las 19. Esa provincia patagónica es la capital energética, pues abastece con el petróleo y el gas a todo el país y tiene uno de los principales sistemas de generación hidroeléctrica.
En los últimos años se le sumaron a la cadena los proyectos de generación de energías de fuentes renovables, que son de baja potencia y muchos en cantidad.
La tercera parte es igual o más compleja y no se ha cumplido: garantizar el transporte y la seguridad de la energía que se genera. Es el tramo que más fragilidad tiene en el sistema actualmente y, justamente, donde está la causa del apagón del domingo. Dentro del sector energético acusan el problema. Cuestionan la falta de planificación porque, aseguran, se incluyeron puntos de conexión de manera desordenada que hacen más vulnerable al sistema y hubo demoras en las inversiones para mejorar el transporte. En la región Cuyo, por ejemplo, casi no se incorporaron nuevas líneas. Entre 1994 y 2010 no se incorporó ni un kilómetro de nuevas líneas, según la información de Cammesa. Y entre ese año y el 2017 se sumaron 22 kilómetros de líneas de alta tensión.
“En virtud de la falta de inversión en nuevos equipamientos de transmisión y transformación en el sistema de transporte en alta tensión, se presentan condiciones de saturación y alta exigencia en algunas regiones en la red troncal, afectando la eficiencia operativa y la calidad del servicio”, explica un informe interno de Cammesa.
La inversión necesaria, según las estimaciones, ronda los 3 mil millones de dólares hasta el 2025. Ese dinero no está, pues con las restricciones presupuestarias y financieras impiden buscar crédito para ejecutarlas. La opción que había buscado el Gobierno eran el formato de “Participación Público Privada”, pero tampoco prosperan.
Concentrados
El complejo sistema eléctrico también tiene una trama empresaria que cruza intereses. Transener es la firma que está a cargo del transporte de la energía a nivel nacional, que a su vez se conecta con otras transportistas regionales. Junto a Cammesa, el mayorista de la energía, son las que están en el foco del conflicto. Transener pertenece al holding Pampa Energía, que está en todos los lados del mostrador. Es que ese grupo tiene empresas en las tres patas del sistema: la generación, el transporte y la distribución. En Mendoza explota las centrales de Los Nihuiles y Diamante. Pero además tiene 8 centrales térmicas y otras hidroeléctricas. Con Transener tiene a cargo el transporte de la energía por casi 15 mil kilómetros de líneas. En distribución, Pampa es dueño de Edenor.
Pero además, Pampa Energía es un actor fundamental en el negocio petrolero y del gas. Es el controlador de TGS, la empresa transportadora de gas más grande del país. Más del 60% de ese recurso depende de ellos.
La cuenta es sencilla. La matriz energética de Argentina depende del gas, el petróleo y la energía hidráulica para generar. Y del Sistema de Interconexión Nacional para hacer llegar la luz a todos lados. En ese contexto, la concentración del control del sistema en manos de Pampa Energía es una pieza más de la vulnerabilidad: de la gestión de una sola empresa depende casi todo.
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