Historias que inspiran

Dejó su carrera de abogada por su verdadera vocación y hoy triunfa haciendo felices a otros

Ileana Ortiz Baeza estudió abogacía, se casó y se dedicó por completo a su familia. Pero cuando quiso volver a su profesión se dio cuenta de que eso ya no la hacía feliz. Una historia que inspira.

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MDZ Femme viernes, 2 de septiembre de 2022 · 07:10 hs
Dejó su carrera de abogada por su verdadera vocación y hoy triunfa haciendo felices a otros
Ileana Ortiz Baeza dejó la abogacía por la asesoría de imagen

Ileana Ortiz Baeza estudió abogacía, después pospuso su carrera por motivos personales y cuando quiso reencontrarse con ella sintió que ya no se hallaba allí. Entonces, por casualidad -o no- descubrió su verdadera vocación y entendió que nunca es tarde para reinventarse. Hoy ayuda a otras personas a eso mismo que ella logró, haciendo asesoría de imagen.

¡Conocé esta historia inspiradora! 

Empecemos por el principio, contanos de vos...

Nací en este hermosísimo país, viví en distintas provincias y en  el exterior debido a la carrera de mi padre. A los 17 años volví a Buenos Aires para estudiar Derecho en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA.

Tuve el honor de ser abogada senior de los estudios Jurídicos Basílico, Fernández Madero & Duggan y de Allende & Brea. Posteriormente, me nombraron Asesora de Gabinete del Síndico General de la Nación, Profesor Dr. Julio Comadira.

Fui Profesora Adjunta de Derecho Comercial II en la Facultad de Derecho de la UBA, entre tantas otras cosas. Escribí un libro de Derecho Comercial II para los alumnos de Derecho de la UBA. Escribí diversos artículos de Derecho Administrativo en las principales Editoriales Jurídicas.

Soy fundadora de CIPE, una organización dedicada a la enseñanza y asesoramiento en Protocolo Social e Institucional, Ceremonial, Etiqueta, Imagen personal y Profesional y Colorimetría. Estoy escribiendo: “Vivencias de la mujer de un diplomático”.

También  me dedicó con pasión a asesorar a mujeres y hombres  a través de cursos y en forma personalizada a los que quieran aprender a construir su propia imagen, a mejorar. Las formas son casi tan importantes -para uno y para la sociedad- como nuestra propia esencia.

¿Cómo empezaste con este emprendimiento?

Yo me recibí de abogada muy joven, a los 21 años en la Universidad de Buenos Aires y después ejercí mucho tiempo en estudios jurídicos de primera línea. El último en donde trabajé como abogada senior éramos 60 colegas, además de toda la estructura administrativa.

Tiempo después conocí a quién sería mi marido, diplomático de carrera él, y una vez casados, para mantener la unión de nuestra familia no dudé en hacer un impasse en mi carrera y seguirlo en sus diferentes destinos en el exterior.

Fueron años muy felices y de mucho aprendizaje. Vivir en otros países te fortalece, los amigos se convierten en tu familia y se tiene la  maravillosa oportunidad de conocer otras culturas, algunas de ellas muy diferentes a la nuestra.

En nuestro último destino decidí prepararme para reinsertarme en mi profesión de siempre, así que hice dos posgrados en la Universidad Austral. Viajaba cada 15 días de Brasil a Buenos Aires, tenía muchísimo estudio y resultaba doloroso dejar a mi marido y a mi chiquita cada 15 días.

Ahí, en ese interín, mi marido se retiró y decidimos radicarnos en Mendoza porque era su provincia natal, sus raíces estaban aquí. Dí clases en distintas Universidades en Mendoza, pero después de pasado un tiempo tomé conciencia que el Derecho había sido una etapa de mi vida muy importante, pero que, como solemos decir, ya había perdido ese fuego sagrado inspirador, pese a tantos años de formación y trabajo.

Quería empezar de nuevo, estudiar algo que me volviera a apasionar. Y de casualidad, o no, lo encontré. Estudié Protocolo y Ceremonial y después Imagen Personal, Profesional y Colorimetría con una genia, una profesional muy grosa en Buenos Aires. Aún cuando ya la carrera de mi marido me había dado experiencia suficiente, necesitaba certificarme.

¿Cómo fue la experiencia de volver a estudiar?

Buenísima! Siempre me sentí muy cómoda en ambientes estudiantiles. La edad para mí nunca fue una barrera, tuve padres grandes, me casé con un señor más grande que yo, así que tengo amigos y colegas que van desde los 25 años hasta los 70 o más. Y realmente compartir y aprender de ellos es un placer.

Una vez que terminé de estudiar empecé a dar cursos presenciales de varios temas: Ambientación o armado de mesas, Protocolo Social, Construcción de Imagen Personal y Profesional aquí en Mendoza, en Buenos Aires y en Punta del Este. Y desde hace un tiempito comencé a organizar workshops vía zoom, que son súper divertidos y cosmopolitas porque participan también alumnos de distintos países.

En resumen, ¡estoy en mi salsa!

¿En qué consiste este trabajo que estás haciendo?

Dicto cursos, como te dije, y también hago consultoría personalizada sobre todos los temas que te comenté.

Protocolo es una rama muy amplia. Significa “orden” y consiste desde aprender a armar o ambientar una buena mesa, saber las costumbres que dictan cómo colocar la vajilla, la cubertería y cristalería, el arte de agasajar a los invitados, saber su ubicación en una mesa de acuerdo a distintas pautas tales como jerarquía, antigüedad, edad, hasta cómo tomar los cubiertos. Y está el Protocolo Institucional dónde te contratan para organizar distintos tipos de eventos, tales como mesas de trabajo, comidas formales y protocolares, recibimiento de personalidades o funcionarios de otros países, aplicando nuestras reglas nacionales y provinciales de ceremonial. El Protocolo Institucional al más alto nivel es la organización de una visita de Estado, de una Cumbre, a dónde llegan distintos mandatarios de todo el mundo, como fue hace unos años, la Cumbre del G-20 que tuvo lugar en nuestro país.

El tema de la imagen, ¿en qué consiste?

Es asesorar y acompañar a hombres y mujeres que están interesados en construir su propia imagen, sea en forma grupal o personalizada. Parte del auto reconocimiento y tanto quién quiere construirla, como quién asesora a tal fin deben trabajar con mucha amorosidad. Se trata de un cambio que debe ser hecho con libertad, bajo supervisión, pero sin imposición de estilos. Todo lo contrario, es adecuar, sacar lo mejor de esa persona, potenciar su imagen al máximo posible.

¿Existe alguna edad para hacer esos cambios?

A los 30 años una persona tiene que haber comenzado a crear su propia imagen, pero no existe una edad límite. Tengo alumnas que pasan los 70 años, que son jóvenes y vitales y quieren estar conformes con su estilismo.

¿Qué es el estilo, se nace con él o se hace?

Uyy, bueno antes se decía que se nacía elegante o con estilo. Hoy se puede afirmar con contundencia que el estilo se construye. Es genética, más nutrición, más actividad física, vida emocional, y ámbito en que esa persona se mueve.

El término estilo es comprensivo de varios ítems: vestir correctamente de acuerdo a la ocasión, a la edad, el tipo de reunión, es decir manejarse con soltura tanto en una reunión de trabajo, como en una entrevista o bien en una comida ofrecida en una embajada, un consulado o por empresarios importantes.

El estilo, con voluntad, se aprende fácilmente.

Actualmente en muchas entrevistas de trabajo invitan a almorzar al candidato para ver como se maneja socialmente: si come pausadamente, si tiene buena conversación, si posee cultura general, si toma correctamente los cubiertos, y más.

¿Creés que tener una buena imagen es un plus?

Definitivamente, sí. Te distingue del resto. Cómo decía el novelista y dramaturgo Oscar Wilde: ”No hay segunda oportunidad para una primera impresión”, diríamos para una primera “buena” impresión.

Pensemos que quien te observa, en sólo 30 segundos se forma una impresión sin que aún hayas enviado un mensaje interpersonal hablado. Al mirarte recibe y capta un montón de información que puede ser para bien, o no.

Podés ser inteligente, hábil, pero si fallás en la imagen que dejás percibir de vos, puede ser que pierdas una oportunidad.

¿Qué tiene que  ver el color en todo esto?

La imagen es la unión de varios elementos: forma de vestir, comportamientos, actitudes y también color. La imagen se realza o potencia usando la paleta de colores que beneficia al cliente según su tipología: color de pelo natural, tono de piel y color de ojos.

Los colores son vibraciones. Para una entrevista laboral, se sugiere no ir de negro porque es un color que simboliza elegancia, pero también superioridad y autoritarismo. Cada color tiene sus pro y sus contra. Sí es un color favorecedor el gris porque significa seriedad, solidez, respeto.

El uso de colores no es arbitrario. Por qué el ex presidente Donald Trump solía usar traje oscuro, casi negro y corbata roja?, bueno porque es una combinación que representa fuerza, poder y liderazgo, justamente lo que él quería transmitir.

Te dejamos algunas imágenes del trabajo de Iliana en protocolo:

 

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