Precios calientes

Inflación, la madre de todas las batallas que marcará la gestión de Sergio Massa

En apenas ocho días se conocerá el índice de inflación de julio, que según el consenso de los economistas será mayor al 7%. Así, se confirmará la inflación más elevada en 20 años. La necesidad de seguir las metas acordadas con el Fondo Monetario, más allá de la política y sus convicciones.

Carlos Boyadjian
Carlos Boyadjian miércoles, 3 de agosto de 2022 · 17:00 hs
Inflación, la madre de todas las batallas que marcará la gestión de Sergio Massa
Foto: Twitter Sergio Massa

El designado ministro de Economía, Sergio Massa, asume en el Museo del Bicentenario y un rato después -se estima a las 19.30- dará las primeras medidas encaminadas a estabilizar la economía. Para la mayoría de los argentinos ésa es una condición necesaria pero no suficiente.

Es que en los últimos tres meses las expectativas de inflación anual pasaron del 60% al orden del 90% al cabo de los doce meses. Con salarios que se mueven por paritarias pautadas en torno al 60% para los trabajadores registrados y ajustan como pueden los trabajadores informales, es claro que los ingresos corren de atrás a los precios de las góndolas.

Así, la inflación es la madre de todas las batallas para la naciente gestión de Sergio Massa en el Palacio de Hacienda. La inflación es la cara más cruel de los desajustes de las principales variables económicas y afecta principalmente el bolsillo de los sectores de ingresos fijos, asalariados, jubilados y pensionados, beneficiarios de programas sociales.

Para julio se espera una inflación por encima del 7%.

El próximo 11 de agosto el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) recibirá a Sergio Massa con un número de espanto. La difusión del índice de precios al consumidor (IPC) de julio se ubicará en torno al 7,5%, según anticipan la mayoría de los analistas económicos.

Los más optimistas creen que podría ser de 7% el mes pasado, pero crece el número de aquellos que pronostican una inflación incluso del 8% en julio. Cualquiera de estos guarismos superará al dato de marzo (6,7%), y se constituirá en el peor registro en 20 años, desde abril de 2002, cuando la devaluación posconvertibilidad hizo saltar los precios a un ritmo del 10,4%. También hizo saltar al entonces ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, y sentó en la poltrona mayor del Ministerio de Economía a Roberto Lavagna.

El origen del problema

Aunque un sector del Gobierno atribuya la inflación a los especuladores y formadores de precios, el nuevo ministro de Economía y su equipo saben bien que la aceleración inflacionaria de los últimos meses responde a la fuerte emisión monetaria, y al traslado a precios - total o en parte- de la suba de los dólares financieros y el blue, que en muchos casos son tomados por los agentes económicos como referencia para calcular sus costos.

Massa sabe que allí deberá enfocar el poder de fuego del ministerio empoderado. Por eso busca actuar en varios frentes a la vez.

Por un lado, continuar con la política de administración del comercio exterior o su contracara como rígido control de importaciones, ante la falta de dólares. En paralelo, buscar una mayor liquidación por parte de sectores exportadores con capacidad de hacerlo, como cerealeras, agroexportadores en general, mineras, compañías de la economía del conocimiento, e incluso petroleras.

Mejorar la oferta de dólares, permitirá controlar la volatilidad del mercado cambiario, y al mismo tiempo mantener la actividad económica, que requiere crecientes volúmenes de insumos y bienes intermedios importados.

¿Condicionalidades u hoja de ruta?

Pero si hay algo que alimenta la inflación es la emisión monetaria y allí hay que considerar el impacto que tienen los subsidios a la energía (electricidad, gas natural) pero no exclusivamente, también el transporte público, y otros servicios como agua y saneamiento.

En el equipo de Sergio Massa ya anticipan que se buscará una mayor reducción de subsidios económicos. Habrá que ver si tiene margen político, en una coalición de gobierno dominada por Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora, que se oponen a una quita mayor a la que ya establece la segmentación tarifaria que comenzó a implemente el exministro Martín Guzmán.

El Gobierno tendió puentes con el Fondo Monetario Internacional y logró sellar un acuerdo para postergar pagos de vencimientos hasta 2026.

El guión ordenador de gran parte de los desajustes de la economía argentina no es otro que el programa de Facilidades Extendidas que el país -no Guzmán, sino la Argentina- acordó con el FMI a fines de marzo pasado. Allí se establece un sendero descendente del déficit fiscal al 2,5% este año y a cero en 2025. 

También habrá que contener la emisión monetaria en el 1% del PIB y lograr un incremento real de las reservas internacionales del Banco Central en US$ 5800 millones a fin de año. Son metas muy ambiciosas para un país con todas las variables económicas desbocadas. Pero absolutamente necesarias para lograr algún éxito en la batalla contra la inflación, un objetivo clave, no ya para el Fondo Monetario Internacional, sino para la sociedad argentina.

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