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Fake news de ayer, de hoy y de siempre: ¿hay o no hay mapuches en Mendoza?

Un experto en la temática de las etnias, el doctor Diego Escolar, investigador principal del Conicet y profesor titular de la Universidad Nacional de Cuyo explica sobre lo que muchos hablan y muy pocos conocen: la identidad de las etnias en la región.

Diego Escolar miércoles, 1 de febrero de 2023 · 19:13 hs
Fake news de ayer, de hoy y de siempre: ¿hay o no hay mapuches en Mendoza?
Mapuches de Chile, con vestimentas tradicionales. Foto: Psyciencia.

Periódicamente, y cada vez con mayor frecuencia, se reabre en Mendoza una ácida y desinformada discusión sobre la presencia mapuche en Mendoza. No se desarrolla atendiendo a conocimiento actualizado sobre el tema. Por el contrario, explota en los medios de comunicación y en el sistema político, inclusive en los bares de la coqueta Avenida Arístides Villanueva, a partir de conflictos puntuales, reproduciendo un abanico de prejuicios originados en añejos intereses económicos o, en el mejor de los casos, lisa y llana ignorancia. 

Esto ha ocurrido ahora a partir de la reciente resolución del gobierno nacional de reconocer tierras en El Sosneado, en los departamentos de Malargüe y San Rafael, a dos comunidades o lof mapuche, basándose en un relevamiento del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas en el marco de la ley 26160. Desconozco ese estudio en particular y los pormenores jurídicos del caso. Sin embargo, como experto en antropología e historia indígena cuyana, me preocupa la liviandad con que para combatir la legitimidad de esta restitución de tierras se  reproducen teorías perimidas,  preconceptos, invenciones o fake news  sobre los mapuche en Mendoza.

El primero y principal: que históricamente "no hubo mapuches en el territorio de la provincia". El segundo, que "los mapuches son chilenos", y por lo tanto, su eventual presencia histórica en la provincia constituyó una "invasión" chilena.

Hemos visto estos pseudoargumentos e boca de casi todo el arco político, incluyendo exgobernadores, diputados, senadores, gobernadores e intendentes. 

Lo primero que es necesario comprender para evaluar el proceso es que gran parte de la actual Mendoza era territorio indígena hasta bien entrado el siglo XIX. Sin contar el área huarpe del norte de la provincia, que se mantuvo en litigio desde el período colonial hasta finales de ese mismo siglo, y sobre el que se mantuvieron reclamos hasta el siguiente,1 los actuales departamentos sureños de Malargüe, General Alvear y San Rafael eran en su totalidad o en su mayor parte territorio indígena hasta su ocupación militar durante la denominada Campaña del Desierto de 1878-1886. Estos indígenas formaban parte de diversos grupos que en la actualidad son reconocidos como partes de los mapuche en su conjunto.

En rigor, el término mapuche, que significa "gente de la tierra", a veces traducido como "paisano", no refiere a un solo grupo sino que se fue desplegando desde finales del siglo XIX como un rótulo para la identificación o autoidentificación de diversas parcialidades, como por ejemplo huiliches, moluches, lafquenches, picunches, pehuenches y pampas. Algo así como las identidades provinciales y regionales (cuyanos, cordobeses, tucumanos, porteños, etc.) que fueron incorporados bajo el rótulo de argentinos a lo largo de un proceso político, el de la independencia de España y la formación de la nación y el estado argentinos, también durante el siglo XIX.

Estos grupos y sus antecesores, desde antes de la conquista española ocupaban espacios en ambas bandas de la Cordillera de los Andes a través de vínculos de parentesco, cooperación, intercambio y guerra, a lo largo de enormes distancias y experimentando periódicamente grandes migraciones.

Durante la colonización española, el enclave mendocino fundado desde Chile en 1561 no pudo concretar su dominio más allá del centro-sur de la provincial, alternando momentos de paz y guerra. La frontera quedó más o menos establecida en San Carlos hacia el siglo XVII y recién se corrió más al sur con la fundación del fuerte de San Rafael, en el último cuarto del siglo XVIII.

La ocupación de Malargüe, y de hecho su fundación, se produjo en 1876 como un hecho preparatorio de las campañas militares de ocupación del sur de Mendoza y la Patagonia que sobrevendrían un par de años después. 

Sin embargo, durante todo este lapso y aún después, los indígenas siguieron siendo el grueso de la población del entorno. Esto marca una continuidad de presencia indígena más larga que las propias jurisdicciones políticas que se impusieron desde la colonia. Desde el siglo XVIII hasta la segunda mitad del siglo XIX los estados colonial, luego el nacional e incluso el provincial realizaban negociaciones y pactos, y suscribieron tratados donde reconocieron sus territorios como naciones indígenas y preexistentes a la nación Argentina.

Estos acuerdos se realizaron en Mendoza o en Santiago de Chile, por la sencilla razón de que Cuyo también pertenecía a Chile hasta 1776 cuando se constituye el Virreinato del Río de la Plata. Como ejemplo, poco antes una comitiva de indios Chiquillanes que habitaban a medio día de camino del fuerte de San Carlos, precisamente en el área actualmente en litigio, fue recibida con honores y firmaron un tratado en Santiago en el que fueron reconocidos su territorio y autoridades.

Así que más que considerar la presencia mapuche una “invasión” foránea, incluso chilena en Mendoza, lo justo sería decir que en rigor lo que ocurrió históricamente fue un proceso colonial en un territorio originario mapuche iniciado con la invasión española y seguido de una “colonización republicana” Argentina y mendocina

Más allá de la ocupación militar de los territorios del sur de Mendoza, la mayoría de sus pobladores, en especial en zonas rurales, continuaron siendo los indígenas o sus descendientes, a veces incluidos en el rótulo de “puesteros”, enfrentando todo tipo de despojos, violencia y discriminación por parte de terratenientes y operadores apoyados por gobiernos y aparatos judiciales provinciales y municipales. 

Y no sólo los mapuche o sus descendientes habitaron en el sur. Como parte de una serie de prácticas genocida que se dio en otras partes de la Argentina, pero que en Mendoza fue especialmente intensa, miles de indígenas tomados prisioneros en la Campaña del Desierto, especialmente niños, fueron trasladados a pie hasta la ciudad de Mendoza y departamentos próximos donde los sobrevivientes fueron repartidos como virtuales esclavos a familias pudientes.

En Malargüe, Rodeo del Medio y Campo de los Andes en San Rafael; en Los campamentos en Rivadavia; en el corralón municipal, la plazoleta Barraquero y el departamento de policía de la capital; y estancias privadas en toda la provincia, hubo campos de concentración de mapuches, en algunos casos casi hasta el siglo XX. La propiedad del General Rufino Ortega en Rodeo del Medio, como él mismo reconoció, todavía albergaba una toldería entera de más de 300 personas en 1892.

Personalmente he reconstruido este proceso a partir de la prensa, partes militares, memorias orales y actas bautismales de niños clasificados como indios, pehuenches, picunches, huiiliches y pampas, provenientes en su gran mayoría del sur de Mendoza y Neuquén. 

Además de estos breves datos históricos, es claro que existieron abundantes elementos propios de la cultura mapuche. Entre ellos, el uso parcial de la lengua mapuche, denominada mapudungun, que los españoles llamaron araucano y que las crónicas de los primeros misioneros católicos ya reconocieron como una de las principales que se hablaba en Mendoza desde el inicio del período colonial. Como parte de este legado, numerosos nombres de lugar o accidentes geográficos en el centro y sur de Mendoza provienen de esta lengua, como por ejemplo Malargüe, Nihuil, Chacaico, Ranquil, Payén y Atuel, como así también numerosas palabras y nombres de especies vegetales y animales. Estos y otros aspectos de cultura mapuche son claramente observables en la documentación histórica en la región en conflicto y fueron documentados inclusive a lo largo de siglo XX en los trabajos del injustamente olvidado etnógrafo Orlando Agüero Blanch y el naturalista y folklorista Carlos Rusconi.

Hasta el día de hoy numerosas familias son o descienden de mapuches, viven en los territorios originales y continúan enfrentando las derivas del proceso colonial aún en curso sobre sus tierras, economía y cultura por parte de las elites provinciales. Un proceso que, para legitimar tales apropiaciones desde hace más de un siglo insiste en negar su existencia histórica en la provincia. 

Dr. Diego Escolar.

Campos de concentración o centros de confinamiento en la provincia de Mendoza, entre 1878-1892. (Autor: Diego Escolar. Realización: Juan F Rojas)

Notas:

1- "Los indios montoneros". Un desierto rebelde para la nación argentina. Guanacache, siglos XVIII-XX. Buenos Aires, Prometeo, 2020.

2- Escolar, Diego y Julieta Magallanes, 2017. “No estamos extinguidos”: memorias, presencia y proyectos de los pueblos originarios de Cuyo. Modalidad de Educación Intercultural Bilingüe Serie: Pueblos indígenas en la Argentina, vol. 9. Ministerio de Educación de la Nación, Argentina, Repositorio Institucional. 

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