Infanticidio en La Pampa

Lucio Dupuy desnudó la peor cara del feminismo, la lucha LGBT y la "Agenda 2030"

El 2 de febrero serán condenadas a prisión perpetua. Alberto Fernández intercedió para que se apruebe la "Ley Lucio" que exige capacitación en las capas del Estado. Lucio fue torturado y muerto por su mamá y la novia, una pareja pampeana que lo vejó durante meses.

Pedro Paulin
Pedro Paulin sábado, 21 de enero de 2023 · 14:33 hs
Lucio Dupuy desnudó la peor cara del feminismo, la lucha LGBT y la "Agenda 2030"
Foto: Noticias Argentinas

El feminismo verde, nacional y popular, ese profundamente anti hombrista, que rivaliza con el hombre y cree que puede con todo, que al "macho escracha" y corea en una plaza la consigna como si fuera una revolución y no un sketch de humor, desnudó ahora su peor cara. 

Dos psiquiátricas, odiadoras de hombres, recibieron de la Justicia la tenencia de un tierno y lleno de vida, Lucio Dupuy. Iban a la marcha del "orgullo", como si a esta altura de los acontecimientos y de los profundos cambios sociales a alguien le importase ya con quién soñás o con quién dormís. No sé si hay una marcha progresista que atrase más que la que te cuenta a quién ama o con quién tendría sexo.

Lucio no murió, a Lucio lo fueron asesinando de a poco. Quizás, como dijo su abuelo Ramón, a Lucio lo mataron por ser varón, por odio al género opuesto porque, según ellas, interfería en la relación. Y, por ende también, para que sufra el padre, porque odian a los hombres que les dieron la vida. 

Otra mujer, en este caso una jueza de apellido Pérez Ballester, determinó su muerte obligándolo a vivir con dos asesinas. Y fue así que Lucio, un bombón de cinco años con una sonrisa pícara y sumamente histriónico que me hace acordar al mío de casi tres años, se convirtió durante varios años en un objeto de abuso.

Lucio avisó cien veces que lo torturaban: llegaba tarde al colegio, iba abollado por todos lados, y hasta incluso una veintena de veces terminó en un centro de salud maltrecho por la golpiza recibida.

La jueza le tiene que explicar ahora a la Argentina qué elementos encontró para que la mejor opción para Lucio haya sido su martirio.

La escuela no avisó, la maestra no avisó, la salita de salud no avisó, la jueza lo entregó, todo falló: no hay una muestra más cabal del Estado ausente que la muerte de Lucio. El peronismo debería perder las elecciones que vienen por ser los responsables de la vida de los pampeanos hace décadas y no haber generado una justicia capaz de haber detectado a tiempo semejante aberración.

Ni hablemos del periodismo, colegas que se quedan afónicas gritando que la violencia del hombre mata, pero que homenajean a Marcel Marceau cuando dos animales nos dejan sin Lucio. ¿Cuántos Lucios hay en este momento, mientras lees esta columna?

Feminismo mal entendido

El feminismo logró imponerle pánico a la clase dirigente y así llegó la idea de que el aborto era una solución, como si no fuera la forma más precisa y quirúrgica de interrumpir la vida, y se catalizó una horda de mujeres que mezclaron todo: la vida, el aborto, la libertad, la sumisión, la asimetría salarial. Todo lo mismo, todo dentro de una bolsa de rencor que terminó por generar almas negras como las asesinas de Lucio en La Pampa.

Yo quiero mujeres felices, que amen hombres o mujeres, que amen formar una familia si lo sueñan, que ganen lo mismo o más que yo, eso es el feminismo que yo como hombre quiero.

Después vinieron más ideas innovadoras de la agenda 2030 que sin pergaminos, pero con pasión militan las colectivistas feministas, cuya única parada es la del poder de turno o los contratos con el Estado. Entonces al odio al hombre le agregaron que la familia no es importante, que las mujeres pueden entre ellas, que esperar a su pareja con un vaso de vino y un queso para charlar de las cosas que hicieron en el día es ser sumisa y violentada, que pueden con todo y el hombre es prescindible.

No hace falta tener nombre, ni identificarse como hombre o mujer, como si eso fuera posible y no un sueño trasnochado de los simpáticos filántropos de anteojos que monitorean el mundo y rezan para que no se desclasifiquen las listas de los que viajaban a las orgías de Jeffrey Epstein.

Esas miradas fueron sorteadas por las mujeres lógicas, lúcidas, las que nos gustan a los que nos gustan las mujeres, pero en la red cayeron las rústicas como estas dos asesinas que pensaron que hacían la revolución y ahora van a desear no haber nacido, mucho tiempo. ¿En qué andarán Male Pichot, Flor Peña, Flor de la Vega, Nancy Pazos, todas las gritadoras seriales que hacen silencio cuando una mujer mata? Viviana Canosa es la única que habla de estos temas en medios masivos con inteligencia y precisión.

El Gobierno de Mauricio Macri no supo qué hacer, y el de Alberto las financió, pensó tal vez con buena intención que si se generaba un marco ministerial con secretarías de Estado y fondos millonarios se podía remediar la situación. Obviamente, Argentina: más presupuesto, peores resultados y en el medio 19.000.000.000 pesos de presupuesto que desaparecieron al compás que aumentaron los femicidios. La actual ministra de la Mujer nos explicó durante años por qué el aborto era un fracaso, pero cuando la familia Rodríguez Saá le tocó la puerta, salió a la luz su versión feminista para explicar por qué el aborto es la solución.

A vos, que sos político y estás leyendo esto, vos que con la plata del Estado sos generoso, que pedís sushi para que lo pague el Estado en tu cumple y no tenés empatía, a vos que ahora que sos político y no sabés qué hacer con la muerte de Lucio porque no querés problemas con las feministas, ¿qué vas a hacer? ¿La política dejará de joder con esta locura del mal feminismo o seguirá haciéndolas millonarias, pedantes y execrables, como las dos que le arrancaron la vida a Lucio?

Lucio avisó y nadie lo escuchó

Los chats entre las dos imputadas muestran varias veces la planificación de las torturas, pero una jueza creyó que podían criar mejor a ese niño que el abuelo de Lucio, que reclamó cien veces hacerse cargo. La Justicia, presa de temor por el feminismo en su pobre auge millonario, decidió matar a Lucio condenándolo a vivir con dos psicópatas que lo vejaron hasta matarlo, negándole la posibilidad de la vida que tenía por delante, llena de amor de su familia paterna.

Mientras escribo esta columna me descoloca la voz de mi hijo, se acaba de despertar de a poco. A mi negro de tres años me gusta despertarlo con besos en la espalda, haciéndole mimos hasta que abre un ojo y me dice "érería" (es de día) y salta de la cama para que, previo abrazo y beso, nos vayamos a desayunar al living. Esa rutina me enternece, la hago todos los días, después cocinamos juntos, vamos a la plaza a darle de comer a las palomas, jugamos en la vereda de Café Tabac a la pelota o al frisbee y nos volvemos juntos a dormir a casa.

Cuando pasó lo que le pasó a Lucio, todos hablaban de que había sido asesinado por dos animales con los que vivía, y yo pensaba, ¿alguien vio alguna vez cómo los animales protegen a sus cachorros? Los teros se mueven de a tres para que el más chico esté ladeado por los que tienen experiencia, algo que nunca tuvieron ni tendrán Magdalena Espósito Valenti, madre del nene, y su pareja Abigail Páez, las dos acusadas por el crimen. 

Hablé este tema con Alberto Fernández, que tuvo la generosidad de atenderme. Se involucró y prometió exigir la aprobación de la Ley Lucio, lo que no es menor. Ahora debería el presidente en su capacidad de sugerir que la jueza Ballester, a partir de mañana, deje de impartir justicia. De lo contrario, será cuestión de horas, semanas, días o meses para que otro Lucio nos vuelva a hacer llorar y abrazar a nuestros hijos como si fuera la última vez. 

Suerte chicas, ahora a vivir la nueva vida, cuidado por si les dan  "algunas pataditas en la cola".

 

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