Juan Grabois siempre pateó puertas del poder y repite la historia con el kirchnerismo
Juan Grabois se aleja cada vez más del Gobierno y parece haber llegado a un punto de no retorno. ¿Sólo amenazas o podría dar un portazo y abandonar para siempre a Cristina Kirchner y Alberto Fernández?
Juan Grabois viene tomando distancia del Gobierno. En la marcha de ayer incluso lanzó un ultimátum al presidente. “No te pusimos para que haya más pobres, acá estamos dispuestos a dejar la sangre en las calles”, sentenció quien militara la llegada de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández al poder. Mientras el presidente inauguraba 16 casas en el Conurbano, perdía a uno de los promotores de su desembarco en la Casa Rosada.
“Juan siempre fue así, rebelde, desastroso de aspecto, sin teléfono o, lo peor, va con todo roto. Dejaba plantado a Jorge Bergoglio y aparecía a los dos días sin pedir disculpas, era así y no va a cambiar”, le dijo a MDZ alguien que acompañó a Bergoglio durante años y sabía cómo era su relación con el dirigente social.
Juan Grabois le dijo a MDZ que no cree que Cristina Fernández de Kirchner quiera controlar los planes, a pesar de que es pública su intención. “La única posibilidad es la universalidad. Dónde hay arbitrariedad, hay un cupo de cinco para diez, y ahí empiezan los juegos del hambre”, dijo Grabois a este medio aclarando no estar interesado en conversar en off ni una palabra. “Es cierto que hay poca auditoría en el dinero que perciben las cooperativas, pero estamos avanzando en eso con medidas que se tomaron estos días”, aclaró.
El tema sobre el tapete es el Salario Básico Universal, que es lo que el presidente no puede ni pensar en implementar en jornadas incendiarias económicamente, un dólar que crece a pasos agigantados -marcando cada día un nuevo récord- y una demanda de dos puntos del PBI para financiar otro plan social más, en este caso el Salario Básico Universal. Cuenta con el visto bueno de Daniel Arroyo, exministro de Desarrollo Social, quien en diálogo con MDZ aseguró que se puede financiar, que estudió el tema y que en el Congreso en cuestión de tiempo se va a poder implementar para evitar un DNU que aumente el malestar en días de dudosa gobernabilidad producto del fuego amigo.
Grabois sigue siendo reactivo a su pertenencia. Tal como era cuando iba con aspecto marginal y sin teléfono a ver a Bergoglio años atrás. O cuando se escapaba de su casa para asesorar cartoneros en la crisis del 2000 mientras estudiaba derecho. O como se fue insultando su colegio, el Gospel, de familias pudientes del rico San Isidro. Juan Grabois siempre pateó puertas y se peleó con el poder, o con lo que él creía era el poder.
Heredó de Pajarito Grabois, su padre, el sentido de pertenencia al peronismo. Tuvo una formación católica conservadora de Zona Norte que lo hizo rebelde. Y también tuvo una vida privilegiada, marcada por el acceso a una alta calidad de vida (al menos en términos materiales) gracias al dinero de parte de los Gismondi, una adinerada familia santafesina a la que perteneció su madre, Olga.
Hoy, más de cien mil personas se reúnen en sus movimientos de excluidos, su convencimiento de que la llamada “economía popular” tiene que crecer y posicionarse por sobre las grandes empresas, creció sin pausa durante diez años para lograr forjar la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), que engloba a la CTEP, a la CCC, Barrios de Pie y el Frente Popular Darío Santillán.
Grabois es respetado, tiene formación académica y logró hacer “calle” a pesar de su origen. Quienes lo conocen de joven recuerdan sus apariciones espontáneas para tomar mate y conversar en la parroquia con Bergoglio, sus encontronazos en sus tardes de militancia, su incapacidad de aceptar la disidencia... En síntesis, la genética de un rebelde.
Hoy Grabois es uno de los dirigentes más importantes de la argentina. Tiene un capital enorme. Tiene la formación y capacidad intelectual que nunca un líder de la CGT podría tener. Tiene un acceso al poder, esencialmente a Cristina, Alberto y al Papa que ningún ministro o gobernador podría tener en forma directa. Tiene la posibilidad de correr por izquierda a quien se le ocurra si siente que la injusticia se hace presente, así fue como tomó campos, violó la constitución y ejerció de forma autoritaria e ilegal distintas tomas y cortes durante los últimos años.
Pragmático, ha dicho públicamente que hay que tragarse sapos para sobrevivir y así fue hasta hace unas horas, cuando se despidió del Gobierno con amenazas. Grabois cree que hay que reformular muchos de los preceptos más básicos de este Gobierno. Con una mirada católica, pragmática, pasional y formas poco populares, el referente social intenta que la impronta de su obra se propague y se logre, por ejemplo, discutir la herencia de tierras privadas.

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