Educación

La realidad de las escuelas secundarias que exige cambios profundos

Falta espacio físico en los colegios secundarios de Mendoza. Las aulas están colapsadas en la mayoría de ellos y aseguran que las políticas de permanencia en ese nivel no fueron acompañadas de cambios de fondo. Hay 191 escuelas para 75 mil estudiantes. Las consecuencias de la sobrecarga anunciada.

Zulema Usach
Zulema Usach martes, 28 de junio de 2022 · 08:37 hs
La realidad de las escuelas secundarias que exige cambios profundos
En las escuelas secundarias de Mendoza las aulas resultan pequeñas en relación con el aumento de la matrícula

Las escuelas secundarias de Mendoza atraviesan una profunda carencia que, en los últimos años, se tradujo en complejas situaciones que requieren de una solución urgente. Hay aulas superpobladas y falta de espacio físico suficiente para dar respuesta al incremento de la matrícula que se vive desde tercero a sexto año. El fenómeno comenzó a ser más visible tras el impacto de la pandemia y la consecuente necesidad de promover a los estudiantes a los años siguientes aún adeudando inclusive, hasta siete materias. Lo cierto es que estas flexibilizaciones destinadas a contener la crisis y garantizar la permanencia en la escolarización, no estuvo acompañada de una proyección desde el punto de vista espacial. 

Hoy faltan edificios escolares y los existentes no resisten el impacto que trajo aparejado el incremento de la matrícula en los años superiores. La realidad sale a la luz al recorrer los colegios y también en la voz de directivos y docentes, quienes desde que Mendoza retomó la presencialidad plena en las escuelas el año pasado, no han dejado de manifestar sus inquietudes en relación con los inconvenientes relacionados a la escasez de lugar físico. La situación de hecho, repercute en la calidad de la educación, puesto que muchas veces el hacinamiento y las carencias en relación con el mobiliario deben ser resultas “sobre la marcha”, de manera de no interrumpir el dictado de las clases

Explosión de la matrícula

Emilio Moreno, director de Educación Secundaria de la Dirección General de Escuelas (DGE) explica que esta “explosión” de la matrícula en el nivel secundario –que según los datos sumó a 12 mil estudiantes más al sistema- es una realidad que “vale la pena”. Explica el funcionario que se trata de un avance desde el punto de vista pedagógico que ha permitido un acercamiento significativo de los adolescentes a la escuela. “En un año sumamos 5 mil estudiantes más”, recalca Moreno y detalla que la escasez de espacio en las instituciones era una realidad que desde el Gobierno ya la venían perfilando. 

Las escuelas secundarias de Mendoza han quedado "chicas" en función de la alta demanda

Por eso justamente, destaca que desde el gobierno escolar se ha buscado apelar a diferentes estrategias destinadas a refuncionalizar los edificios escolares, afrontar ampliaciones, optimizar espacios y reacondicionar espacios en las escuelas con sectores que antes estaban en desuso. “Hay lugares donde se han generado anexos y hemos aprovechado espacios ociosos. También hay casos en los que hemos construido aulas nuevas”, detalla Moreno, aunque reconoce que aún la escasez de espacio es evidente frente a la nueva realidad de las instituciones de nivel medio. 

De acuerdo a los datos de la DGE, en Mendoza hay 184 escuelas secundarias de modalidad orientadas a las que se suman siete anexos. En total, asisten a este nivel 75 mil estudiantes en la actualidad, mientras que en 2019, el total de la matrícula era de 63 mil

De triángulo invertido al cuadrado 

Claudio Peña es el director de la escuela José Vicente Zapata, institución que hoy cuenta con una matrícula de 990 alumnos/as que asisten a 30 divisiones. Pero además es el presidente de la Asociación de Profesionales Directivos de Educación Media de Mendoza (Aprodeme).  

Destaca que a lo largo de los años, la escuela secundaria de Mendoza atravesó por profundos cambios que estuvieron ligados también a lo social. Explica Peña que mientras que hace décadas las escuelas de nivel medio de la provincia respondían a un modelo de triángulo invertido o “embudo” donde solo una minoría de los/las adolescentes que ingresaban a primer año podían egresar cinco años después con su título en mano, con el tiempo ese formato se modificó hasta convertirse en un cuadrado, si se lo compara desde el punto de vista gráfico. 

Así, desde que se puso un mayor énfasis a la inclusión en las escuelas, cambiando el paradigma, las políticas educativas estuvieron dedicadas a apuntar a la permanencia. Sin embargo, detalla Peña, esto no se planteó al mismo ritmo en materia de infraestructura. “Hay escuelas que tienen sus aulas explotadas, con una sobrecarga de alumnos. Incluso hay algunas que llegan a tener 39 alumnos por curso cuando en realidad el límite no debería sobrepasar los 30 o 32”, destaca Peña. 

Atender la heterogeneidad en medio del colapso 

La presión a la que se ven expuestos los docentes y directivos, en este sentido, es por lo tanto mayor, ya que muchas veces se solicita que la enseñanza apunte a atender la heterogeneidad de la población estudiantil. Pero lo cierto es que en la gran mayoría de los casos, las experiencias dan cuenta de que el clima en interior de las instituciones es por momentos hostil.   

A la luz del nuevo paradigma que se busca plantear, los educadores deben atender la especificidad de cada estudiante, conocerlo, atender a sus necesidades, contenerlo y seguir muy de cerca su trayectoria. Deben trabajar con la mirada puesta en la inclusión y la diversidad. Un desafío no menos complejo con aulas colapsadas y dificultades múltiples. ¿Cómo lograr ese objetivo cuando muchas escuelas no tienen sillas suficientes para hacer sentar a ese “excedente” de chicos? La respuesta, apuntan los docentes, es más que compleja.

Modelo nuevo con estructura vieja

Mauro Echeverría es docente de Formación Ética y Ciudadana pero también da clases de Lógica y Sociología en ocho escuelas secundarias de la provincia. Desde su experiencia, destaca la complejidad que implica pararse frente al aula cuando hay hacinamiento y además faltan sillas. "Todas estas situaciones hacen que el ambiente no siempre sea el propicio para dar clases. Muchas veces los chicos están incómodos. La sobrepoblación en las escuelas hace que sea muy difícil atender a las necesidades de los alumnos de manera particular", detalla el docente y aclara que los estudiantes de la escuela secundaria actual se caracterizan por su heterogeneidad aunque las posibilidades existentes se siguen amoldando a la escuela homogénea de antes.

Es decir, desde su punto de vista, los cambios de los últimos años no estuvieron acompañados de mejoras de fondo. De hecho, recalca el docente, desde hace al menos siete años, en el Gran Mendoza no se ha inaugurado una nueva escuela.

En el plano pedagógico, Echeverría destaca que esas modificaciones no se han traducido en calidad. Destaca por ejemplo, que en su caso tiene en total al menos 220 chicos a cargo. "Si en un aula tenés entre 35 y 40 alumnos, es muy difícil conocer a cada uno. Los cambios no se traducen en calidad si no incluyen todas las variables", evalúa el docente y aclara que en definitiva, la problemática planteada repercute luego en la calidad de la educación con que los estudiantes egresan del nivel medio. 

 

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