Historia que se repite

La odisea de un empresario que piensa en emigrar por las trabas a la importación

Las dificultades para importar en Argentina son cada vez mayores. Las empresas deben convivir con permanentemente restricciones y cambios de reglas de juego. Eso provoca desaliento. Un empresario, cansado de esta situación, reconoce que piensa emigrar ya que la actividad es inviable.

Horacio Alonso
Horacio Alonso sábado, 8 de octubre de 2022 · 08:30 hs
La odisea de un empresario que piensa en emigrar por las trabas a la importación
Foto: Stuttgarter

En los últimos meses, ser importador es una odisea. La falta de divisas hace que ingresar productos al país sea casi imposible. Hay un prejuicio social que supone que todos los que se dedican a esta actividad no generan trabajo, no aportan a la actividad económica y se mueven sólo por los oscuros rincones de la ilegalidad. Los únicos que son bien vistos son quienes producen.

Sin embargo, como en todo, hay quienes trabajan dentro de la ley, pagan impuestos y cumplen con las normas. Aún así, ser importador es una odisea.

Javier es un empresario que, desde hace más de 12 años, se dedica al rubro. En la actualidad, importa desde China todo tipo de merchandising electrónico. Pendrives, auriculares, parlantes, entre otros productos.

Luego, aquí les coloca el logo de las empresas que lo contratan y les vende estos productos que sus clientes regalan en eventos corporativos a los invitados. Hoy la situación es complicada.

Los empresarios importadores esperan que el ministro de Economía, Sergio Massa, flexibilice el acceso a dólares para el sector.

“Es cada vez más difícil sostener la actividad. Nos cambian todo el tiempo las reglas de juego y nunca sabemos lo que va a pasar. Tenemos stock para un mes y medio y otro mes por un embarque que estamos esperando, pero no sabemos si lo vamos a poder entrar. No sé si voy a seguir teniendo la empresa dentro de dos meses”, señaló a MDZ.

A lo largo del año se fueron sumando mayores restricciones para el comercio exterior. La semana pasada fueron las últimas con controles estrictos que, en la práctica, funcionan como un cepo importador.

“Nosotros tenemos todo en regla, pagamos los impuestos y trabajamos en base a todas las normas. Ya pasábamos por infinidad de controles, pero ahora se llegó a un punto que, claramente, no busca detectar alguna maniobra. Es una cortina de humo para tapar que no quieren que importes nada. Tenemos mercadería que está viniendo y, en el medio, nos volvieron a cambiar las reglas de juego. Ahora, todas las posiciones arancelarias de los productos que importamos están en licencias no automáticas. Eso quiere decir que no sabemos si van a poder entrar ni cuándo será. Todo es improvisado”, agregó.

La empresa cuenta con tres empleados, pero genera trabajo para otras compañías a las que terceriza distintas actividades. Es una cadena de la que cada eslabón depende del otro.

Cuenta el ejemplo de los palos de golf que cayeron dentro de las nuevas restricciones: “No se tiene idea. Que sean palos de golf u otra cosa no importa, hay un montón de gente que vive de eso. El que los vende, el que lo transporta, hay mucho trabajo detrás de cada producto.”

La imagen del país en el exterior es otro tema a tener en cuenta.

“Ya no sé cómo explicarles a mis proveedores de China lo que pasa en el país. Siempre quedamos mal. Entre que hago un pedido y me lo mandan, alguna norma cambió y hay que hacer todos los trámites de vuelta. Eso implica mayores costos y no se puede planificar. Es agotador”, dijo.

Ese cansancio hace que la paciencia tenga un límite y se piense en nuevos horizontes.

“Realmente, no aguantamos otro año así. Por eso, desde hace un tiempo estoy armando un negocio en Estados Unidos. Allá existen menos restricciones. Ya viví en ese país y emprender es más fácil. A partir del año próximo voy a estar repartiendo el tiempo entre Argentina y Estados Unidos. Por el momento, no voy a radicarme definitivamente allá, pero dependerá de lo que pase en Argentina”, aseguró.

Javier siente que se le están cerrando todas las puertas. Está casado, no tiene hijos y la posibilidad de emigrar se facilita en estas condiciones: “Somos mi mujer y yo. Por eso, dependerá de lo que pase los próximos meses porque, así, la situación es insostenible.”

 

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