Mindfulness

Abandonaron la ciudad para instalarse en la playa y trabajar en el mar

Lucia y Nicolás son instructores de yoga, comenzaron dando clases en la Ciudad de Buenos Aires y hoy tienen su propia casa de yoga en Mar del Plata, donde hace 9 meses realizan retiros que combinan ejercicios de mindfulness con el surf.

Candelaria Reinoso sábado, 11 de diciembre de 2021 · 07:00 hs
Abandonaron la ciudad para instalarse en la playa y trabajar en el mar
Lucía Boggan (izq) y Nicolas Torrado (der) Foto: @florenciavuotoph
Abandonaron la ciudad para instalarse en la playa y trabajar en el mar
Meditación con armonización sonora Foto: @florenciavuotoph
Abandonaron la ciudad para instalarse en la playa y trabajar en el mar
Clases de surf junto con @surferasargentnas y @escueladesurfyarte Foto: @florenciavuotoph
Abandonaron la ciudad para instalarse en la playa y trabajar en el mar
Brunch vegano de bienvenida Foto: @florenciavuotoph
Abandonaron la ciudad para instalarse en la playa y trabajar en el mar
Clases de surf junto con @surferasargentnas y @escueladesurfyarte Foto: @florenciavuotoph
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Lucía Boggan es instructora de yoga hace 6 años y su vida se dio vuelta cuando abrió YogAmar y se mudó a la costa argentina junto con su pareja Nicolás  Torrado, guiando retiros que combinan la meditación con el surf. “Es otro ritmo de vida, estoy conectada con el mar todos los días”, cuenta la instructora.

Junto con su pareja convirtieron su casa en hospedaje para las personas que se acercan a realizar sus retiros y clases de yoga. “Queremos transmitir una “filosofía consciente” a través del surf, pero no solamente como deporte sino como conexión con uno mismo”, explica y menciona que el surf trabaja la paciencia y la concentración, ya que cada vez que "te metes al agua hay que esperar la ola". “Creo que se relaciona mucho con el yoga. Tenés que concentrarte en tu respiración y relajarte, así como en el surf es esencial estar presente para no lastimarse y poder subirse a la ola”, menciona la instructora.

Armonización sonora con cuencos tibetanos.

Esta idea tomó forma luego de que ambos instructores viajaran a lugares como la India y Tailandia. “En uno de mis viajes fui parte de un voluntariado donde todas las mañanas meditábamos junto con un ex monje budista. Me enseñó a vivir más lento, a conectar con la naturaleza y con los alimentos a través de sembrar y cosechar lo que comíamos. Su mensaje fue “lleven todo lo que aprendieron a su país”, así que decidimos expandirnos hacia otros lugares y realizar estos “viajes conscientes”, siendo el primero en el Delta y luego instalándonos en Mar del Plata”, relata Lucía.

Las personas que deciden participar de los viajes tienen dos destinos opcionales, uno es Chapalmalal, donde asisten un máximo de 12 personas durante 4 días, y otro es en la Casa YogAmar, con un máximo de 6 personas durante 3 días, que abrió sus puertas hace apenas 2 meses. “Los grupos son chicos con el objetivo de llegar a conocer a los integrantes y no se conviertan en un número”, explica Lucía. La experiencia consta de meditaciones guiadas, yoga, distintos ejercicios de atención plena (mindfulness), arte meditativo y clases de surf. La Casa cuenta con un salón de yoga y está ubicada a tres cuadras de la escuela más importante de surf de la ciudad, la Academia Argentina de Surf, además de trabajar junto a Surferas Argentinas, Kikiwa Surf Club y la Escuela de Surf y Arte.

Ejercicios de contemplación y atención plena frente al mar

Con respecto a la rutina, Lucía cuenta que ningún retiro es igual al otro. “Por lo general nos levantamos en ayunas y hacemos una práctica de yoga o meditación, después las comidas son 100% veganas y le sigue alguna actividad como el surf. También hacemos muchas caminatas por el bosque o los acantilados, lugares que fuimos descubriendo con vistas increíbles de la costa”, señala la instructora.

Sorprendentemente, Lucía menciona que en su mayoría son hombres quienes participan de los retiros. “A veces parece que la meditación y el yoga son actividades para las mujeres, pero en verdad el yoga empezó con hombres”, explica. En cuanto a la motivación que lleva a las personas a tomarse unos días de pausa, Lucía cuenta que “la gente va en búsqueda de un descanso de la ciudad y queriendo bajar revoluciones, pero terminan adquiriendo herramientas que los hacen ver lo totalmente desconectados que están de sí mismos”.

 

La consigna con respecto a lo que se comparte en los grupos es clara: deben salir de su rol. Se pide que nadie explique qué hacen en su vida cotidiana. “No son un trabajo o una rutina, son personas que necesitan un equilibrio, comer bien y estar en conexión con la naturaleza. Una vez que tienen esto en claro empiezan a buscar para dentro, empiezan a conocerse mucho más al mismo tiempo que con el yoga y el surf van conociendo cómo está su cuerpo o sus hábitos alimenticios. Muchos de ellos vuelven, se van a vivir a otro lado o terminan renunciando a su trabajo. Es muy loco lo que pasa, nos impresiona muchísimo cómo cambia la gente”, se ríe Lucía.

Los retiros se hacen una vez al mes y todos los días se realizan actividades de yoga en la Casa. “Tenemos un montón de alumnos, además de los grupos que se arman para los retiros. Es una experiencia y hay que animarse a vivirla, te traspasa y te cambia”, asegura la instructora.

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