Neuropsicología

Mendocinos y Alzheimer: No podés desconocer esta información básica

Alzheimer, demencia senil, arterioesclerosis, ¿es todo lo mismo? El doctor Daniel Araujo, reconocido neurólogo de nuestro medio, aclara algunos aspectos.

Cecilia Ortiz jueves, 1 de octubre de 2020 · 08:40 hs
Mendocinos y Alzheimer: No podés desconocer esta información básica

Es un hecho fáctico: el ser humano necesita poner rótulos a sus experiencias para ordenarlas, así, no es inusual escuchar en la consulta diaria términos que responden al acervo cultural pero que engrosan la lista de conceptos añejos que el avance de la ciencia va escribiendo a diario, conceptos heredados de teorías vetustas que proponen, además, epistemologías ya arcaicas. Para aggiornarnos en este mes de la Enfermedad de Alzheimer, consultamos al doctor Daniel Araujo, quien es médico especialista en Neurología Clínica y Quirúrgica, formado en nuestro medio y en Estados Unidos y España; ex docente de Neurociencias y Neurología de la Universidad del Aconcagua y actual consultor en Neurocirugía de la Clínica de Cuyo y Hospital Italiano.

“Es frecuente en la consulta neurológica escuchar que alguien dice: “Mi papá no tuvo Alzheimer, me dijeron que tuvo demencia senil” o “Mi abuelita se murió con arterioesclerosis, no reconocía ni a sus hijos”. Este tipo de afirmaciones se hacen para describir que la persona a la que se hace referencia había sufrido algún tipo de trastorno cerebral tan severo que afectó su capacidad mental de modo tal que interfirió en todas sus actividades. Con el paso de los años, estos trastornos que hoy conocemos como demencia han sufrido diversas denominaciones.

El término demencia hace referencia no a una enfermedad específica sino a un grupo de trastornos que tienen en común la existencia de un deterioro grave de la capacidad mental modo tal que interfiere con la vida cotidiana. En su mayoría, constituyen enfermedades neurodegenerativas que causan daño y pérdida de neuronas en diferentes grupos y áreas del cerebro, con diferentes formas de presentación y severidad, lo que determina las diferentes formas clínicas que conocemos.

La referencia a demencia presenil o senil expresa que la enfermedad comenzó antes o después de los 65 años. Es un límite artificial, establecido por los investigadores con el fin de clasificar a estas enfermedades. Cualquiera de las formas de demencia puede presentarse como presenil o senil, aunque la frecuencia con que cada una de ellas se presenta puede ser diferente en uno u otro grupo.

A mediados del siglo XIX se empezó a utilizar el concepto de Demencia, como una entidad irreversible asociada a la edad. A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, Arnold Pick en 1892 y Alois Alzheimer en 1906 describieron las enfermedades que llevan su nombre luego de examinar los daños cerebrales en pacientes fallecidos con demencia. Durante muchos años, fueron consideradas enfermedades raras, casi una curiosidad médica. Alrededor de los años 50, se consideraba el Alzheimer una enfermedad infrecuente, propia de la mediana edad. Cuando esta se manifestaba en edades avanzadas, se la incluía, junto con otras causas de deterioro irreversible que afectaban a los ancianos, en la demencia senil. También era frecuente atribuir el deterioro mental a una insuficiente irrigación sanguínea del cerebro y se acostumbraba a decir que la persona estaba arterioesclerótica, como sinónimo también de senilidad. Esto refleja una creencia extendida pero incorrecta de que el deterioro mental es una consecuencia normal del envejecimiento”, comienza aclarando el especialista.

En determinados contextos arraiga una convicción que equipara edad con deterioro cognitivo: “estas senil”, solemos escuchar. Y debe quedar claro que vejez no es sinónimo de deterioro cognitivo. Existe, sí, un envejecimiento cerebral que se caracteriza por ciertas fallas cognitivas, pero bajo ningún punto de vista este hecho implica patología neuronal.

Seguimos con el doctor Araujo que ayuda a discernir sobre otro punto más: “Existen trastornos cuyas características clínicas son semejantes a las de las demencias y se las denomina demencias reversibles o pseudodemencias. Estas incluyen patologías potencialmente tratables, como algunos tumores intracraneales, la hidrocefalia del adulto, los hematomas subdurales, algunas infecciones específicas, deficiencias vitamínicas y encefalitis autoinmunes, tóxicos, etc.

Con el avance de las neurociencias comenzaron a definirse mejor las diferencias clínicas entre las diversas formas del trastorno neurodegenerativo, tanto hereditarias como adquiridas, hasta llegar al actual enfoque clínico-biológico, al descubrirse que la característica común a todas ellas desde el punto de vista molecular es que algunas células cerebrales, neuronas y células gliales, procesan de manera anormal a diferentes proteínas, las que pueden acumularse tanto dentro de las mismas células como alrededor de ellas, alterando su función hasta impedir su supervivencia. En la enfermedad de Alzheimer las proteínas anormales son la proteína β- amiloide que se acumula entre las neuronas y forma las llamadas placas amiloideas y la proteína Tau fosforilada fibrilar que forma los llamados ovillos neurofibrilares dentro de las neuronas”.

Es muy importante aclarar que no todos los olvidos se deben a demencia. Existen otras patologías, deficiencias vitamínicas o enfermedades sistémicas y metabólicas que pueden, también, ocasionar dificultades para recordar.

“Uno de los principales conceptos actuales considera que tanto la enfermedad de Alzheimer como las otras formas de demencia constituyen procesos lentamente progresivos que poseen una continuidad desde fases asintomáticas hasta el desarrollo de un cuadro demencial completamente caracterizado. Esto permite distinguir estadios asintomáticos, oligosintomáticos (con pocos síntomas) y pluri-sintomáticos, que formarían parte del mismo proceso patológico. También es importante porque abre la posibilidad de utilizar biomarcadores que permitirían efectuar el diagnóstico en fases asintomáticas y acceder a tratamientos antes de que se produzca el daño cerebral irreversible”, nos aclara el doctor Araujo.

La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia. Representa el 60 a 80% de las demencias en los adultos mayores. El porcentaje de personas con enfermedad de Alzheimer aumenta con la edad:

- Edad 65 a 74 años: 3%

- Edad 75 a 84 años: 17%

- Edad ≥ 85 años: 32%

Esta enfermedad es 2 veces más frecuente entre las mujeres que en los hombres, en parte porque éstas tienen una expectativa de vida mayor”, refiere el especialista.

La finalización del mes de la enfermedad de Alzheimer nos ha dejado mucha información. En este, el año de la pandemia del COVIR-19, nuestros pacientes han sufrido significativamente los efectos del aislamiento y las familias han sido testigos y se han visto marcadamente afectadas.

El estar informado invita a entender y a concebir los déficits desde otro lugar y, fundamentalmente, a cambiar el marco epistemológico. Entendamos que el diagnóstico de demencia no es una sentencia de muerte, sino una propuesta a pararse desde la perspectiva de valorar lo que aún queda en pie. No olvidemos a quienes nos necesitan para recordar.

Lic. Cecilia C. Ortiz / Neuropsicóloga / licceciortizm@gmail.com

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