Neuropsicología

Mendocinos: ¿Se puede prevenir la enfermedad de Alzheimer?

En el marco del mes de esta enfermedad, hablamos con el doctor Rodrigo Santamarina, médico Neurólogo, para despejar interrogantes acerca de los factores de riesgo. Te contamos lo que nos dijo.

Cecilia Ortiz jueves, 24 de septiembre de 2020 · 09:00 hs
Mendocinos: ¿Se puede prevenir la enfermedad de Alzheimer?

“Si mi madre tiene Alzheimer, ¿puedo tenerlo yo?”, “Si hago muchas palabras cruzadas, ¿puedo prevenirlo?”, “¿Qué hago para que no me dé?”, son preguntas clásicas cuando se habla de Alzheimer.

El primer punto es que existen dos variantes de la enfermedad. Una es hereditaria, con una edad de comienzo muy temprana (alrededor de los 35 años) antecedentes de, por lo menos, dos generaciones verticales con diagnóstico de Alzheimer de inicio precoz. Esta variante es de baja incidencia (2% de los casos).

La otra forma de presentación es esporádica, se da en el 98% de los casos y excluye la posibilidad de que la herencia intervenga. Sí implica origen genético, es decir, está escrito en el “paquete de datos” con el que se carga nuestro cerebro antes de nacer.

En ninguna de las posibilidades podemos prevenir el debut de la enfermedad. Y esto obedece a que se desconoce la causa que dispara la cascada de deterioro o muerte neuronal.

Afortunadamente, contamos con estrategias que nos ayudan a retrasar la aparición y agravamiento de síntomas.

Rodrigo Santamarina es especialista en la enfermedad. Nos cuenta que un grupo de investigadores llevó a cabo un estudio de revisión de publicaciones referidas a las directrices sugeridas para mitigar el avance de los síntomas cognitivos.

Las conclusiones respaldan 10 sugerencias destinadas a ralentizar la progresión:

- Nivel educativo: el grado de instrucción logrado indica la exposición a experiencias de aprendizaje. Éste último garantiza la multiplicación de sinapsis en el cerebro, lo que modificará su estructura.

- Estimulación cognitiva: que active al cerebro y sus conexiones: leer, aprender un idioma.

- Evitar enfermedades: la diabetes, la hipertensión, el estrés, la depresión, los traumas de cráneo en la mediana edad actúan disparando la progresión de síntomas de Alzheimer.

- Hacer ejercicio: la actividad física llevada a cabo de manera regular actúa como factor de protección cerebral.

- Calidad del sueño: mientras dormimos se refuerzan actividades cognitivas llevadas a cabo durante el día. El dormir mal interrumpe este proceso, potenciando la aceleración del deterioro neuronal.

- Mantener peso corporal sano: el aumento de peso está vinculado con enfermedades respiratorias y metabólicas que no favorecen el funcionamiento cerebral.

- Buena salud cardíaca: un adecuado funcionamiento del sistema circulatorio ayuda a mantener a raya variables nocivas para el cerebro.

- No fumar: hasta el momento, se sabe que el cigarrillo es buen compañero de la ansiedad, pero no del cerebro.

- Actividad social: es un aspecto de peso importante. Nuestro cerebro es social, necesita del estímulo del contacto con otros.

- Dieta alimentaria: se ha demostrado que el aumento del consumo de pescado y  alimentos ricos en omega 3, como así también de frutos secos y verduras de hojas verdes y frutas, concomitante a disminución en la ingesta de harinas y azúcares procesados ayuda a ralentizar la progresión de deterioro.

El doctor Santamarina nos aclara que estos deberían ser hábitos de vida, es decir, sería positivo sostenerlos en el tiempo para obtener resultados. Recalca que la enfermedad no puede prevenirse, sí podemos trabajar modificando los factores de riesgo para que la evolución sea más gradual y benigna.

De todas maneras, recalca que “hasta el momento estas medidas son paliativas y el mantenerlas no evitará la aparición de la enfermedad”.

Si queremos calentar agua, colocaremos una pava sobre fuego, una vez que se llegue a los 100°C, durante 1 a 3 minutos, dependiendo de la masa, el líquido, inevitablemente, hervirá. Se necesitó de una serie de hechos que, encadenados, conducen a un resultado inevitable. Podremos alterar la presión de gas o cambiar la masa para demorar el tiempo, pero, tarde o temprano, hervirá.

Con la enfermedad de Alzheimer ocurre algo similar: una serie de eventos se suceden para conducir a su desarrollo. Lo que la ciencia nos brinda hasta hoy, son recetas para jugar con el tiempo y dilatar la progresión. El resto implica aceptar que no tenemos la capacidad de mover el universo.

Lic. Cecilia C. Ortiz / Neuropsicóloga / licceciortizm@gmail.com

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