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La salida de Guillermo Francos desnudó la voraz interna en el Gobierno y evidenció la falsa promesa de Manuel Adorni

El exjefe de Gabinete no toleró la falta de apoyo de Milei y la constante disputa entre Karina Milei y Santiago Caputo. Era el único funcionario valorado por la oposición. El vocero no asumirá como legislador porteño, pese a sus constantes "confirmaciones". Adorni sabía hace dos semanas que reemplazaba a Francos.

Manuel Adorni y Guillermo Francos

Manuel Adorni y Guillermo Francos

Conciencia

El Gobierno afrontó la categórica victoria electoral del domingo pasado como si habría perdido dramáticamente. La feroz interna en Casa Rosada detonó días antes y después de los comicios. Primero con la salida del canciller Gerardo Werthein que no quiso esperar más y dio un portazo, enemistado con el asesor Santiago Caputo.

Si bien el triunfo libertario generó la sensación de que Javier Milei podía resistir una ola de cambios en el Gabinete, los cuales ya estaban prácticamente definidos con antelación, la propia inercia del enfrentamiento entre las facciones libertarias explotó sin control. El propio mandatario no pudo capitalizar esta semana triunfal como quiso y se vivió como si el Gobierno estaba obligado a dar un volantazo para cambiar el rumbo de su gestión. No pudo contener a Guillermo Francos, quien renunció como jefe de Gabinete porque no aceptaba los tironeos para quedarse con su silla y no soportó más días de publicaciones periodísticas que vaticinaban su remoción, sin una desmentida contundente del presidente.

El mismísimo Milei alentó la incertidumbre en las entrevistas que dio en los últimos días, sin negar que Francos fuera eyectado próximamente de su Gabinete. Es por esa razón que este viernes pidió hablar con él y tener un ultimátum. Sin el respaldo del jefe de Estado, Francos dio un paso al costado en plena cena de milanesas entre Milei y Mauricio Macri, dejando ese encuentro como un hecho de escasa relevancia. Lo hizo mediante un posteo de X, en el cual enfatiza en la insistencia de los trascendidos que constantemente afirmaban que su desplazamiento era un hecho, mostrando el motivo de su dimisión.

Guillermo Francos deja el Gobierno siendo el funcionario más valorados por todos los bloques del Congreso y los gobernadores. Más allá que fue el ministro coordinador de una gestión cuestionada por su nivel de ajuste y de dureza con la oposición, el extitular de Interior era mencionado como una “honrosa excepción”. Además de su rol para el éxito de la Ley Bases en 2024, se trató del único funcionario que mantenía algún canal de diálogo con los referentes del Congreso y de las provincias, en momentos que Milei los trataba de “basuras” o “parásitos”. Era tal la intervención de Francos que debía pedir hablar en los medios para reinterpretar la semántica del presidente y evitar nuevos conflictos políticos por la verborragia del líder libertario.

Su relación con algunos sectores se vio deteriorada en el último tiempo por responsabilidad de los Milei y la rama que protagoniza el consultor Santiago Caputo, quienes le pidieron a Francos que promulgue las leyes que venía votando el Congreso, pero sin asignarle fondos. Esa maniobra controvertida le valió que su expulsión como jefe de Gabinete sea un escenario posible, incluso con eventuales problemas en la justicia. Esa situación desembocó en que Francos saliera públicamente a exigir que el asesor estrella de Milei “asuma responsabilidades” y deje las profundidades.

Salvo este caso puntual, Francos seguía siendo el único miembro del Gabinete con capacidad de poder conversar y convocar a la gran mayoría del arco político. Este hecho hace que la traumática desvinculación de Francos no tenga razón alguna.

Santiago Caputo y Karina Milei

“En su reemplazo, el nuevo jefe de Gabinete de ministros será a partir del lunes Manuel Adorni, un cambio que responde al resultado de las elecciones, la necesidad de renovar el diálogo político y esta segunda etapa que comienza a partir del 10 de diciembre enfocada en las reformas estructurales que el país necesita”, dice el comunicado que oficializa el arribo del vocero.

El portavoz nunca se lo vio interactuando con diputados o senadores y tampoco con los mandatarios provinciales. Fue quien, incluso, los chicaneó cada vez que pudo en épocas que hacía las conferencias de prensa. Es por ese motivo que resulta extraño porque se resalte “la necesidad de renovar el diálogo político” con un secretario que casi no tiene fotos o participaciones activas en ese sentido.

Su ingreso se contextualiza explícitamente en la necesidad de terminar con “el triple comando”. El Gobierno tenía tres sectores que hacían de interlocutores con el exterior. El bando de Karina Milei, el de Santiago Caputo y el de Francos y Lisandro Catalán, quien también se retiró. Con la salida de Francos, quedan dos grandes grupos de poder en Balcarce 50.

Ya sin Francos y con Adorni, la secretaria general de la Presidencia ocupará un rol todavía más clave del habitual. Ya no tendrá que lidiar con el equilibrio que proponía Francos y podrá tener una botonera aún más grande en el organigrama de poder.

El presidente y su hermana cuentan con un círculo íntimo muy pequeño, que se cuentan con los dedos de dos manos. El vocero es uno de ellos. Nunca contemplaron la posibilidad de distribuir realmente el poder a aliados. Los lugares de privilegio son para ellos o su limitado entorno.

Todavía queda por oficializarse la llegada de Caputo como ministro. Aún no está claro si será ministro de Interior o si se diluye otra vez la cartera, dejando, entonces, la posibilidad de que el asesor reciba la creación de un nuevo ministerio con “caja”, con atribuciones en transporte, obra pública y energía.

De todas formas, aún quedan más discusiones pendientes, como quién será finalmente el próximo ministro de Justicia. Mariano Cuneo Libarona ya se había despedido de todos, pero fue sostenido por Milei por un tiempo. Sin embargo, el abogado no seguirá y Caputo pretende que lo reemplace el actual secretario, Sebastián Amerio. En otras palabras, quedan distintos puestos por resolverse y la intención del mandatario es repartir cargos de manera “equitativa” y que ambas partes de la grieta libertaria estén satisfechas de poder.

Adorni no asumirá como legislador e incumplirá su palabra

Adorni en conferencia de prensa. Foto: Telam
Adorni en conferencia de prensa. Foto: Telam
Adorni en conferencia de prensa. Foto: Telam

El vocero ganó holgadamente en las elecciones porteñas de mayo y debería asumir en diciembre como legislador, puesto que jamás quiso afrontar, pero fue pedido por los hermanos Milei para medirse contra el PRO, resultando una contienda clave para el actual sometimiento al partido amarillo.

Desde entonces, el funcionario recalcó decenas de veces que él iba a asumir en su nuevo rol y hasta se molestaba con los periodistas que le reiteraban su consulta. "Estoy cansado de repetir que el 9 de diciembre renuncio", señalaba el portavoz.

No obstante, en el último tiempo esa postura cambió. Primero, desde su círculo señalaban que iba a asumir y que, quizás, en 2026 podría regresar en otro lugar dentro del Ejecutivo ya que “el presidente y Karina lo quieren si o si con ellos”. Y a las pocas semanas indicaban que “si Milei le pide que asuma otro cargo antes, lo aceptará”.

Fuentes oficiales le confirmaron a MDZ que Adorni sabía hace, al menos, dos semanas que iba a ocupar el rol de Guillermo Francos. Le estaban buscando la mejor forma de hacerlo. Lo ideal era que ocurriera cerca del 10 de diciembre. Desde mediados de octubre que el vocero y su equipo están avanzando en la reformulación de la “Vocería”, que será absorbida por la Jefatura de Gabinete. De esta manera, hará de las veces de Aníbal Fernández o Jorge Capitanich, quienes tenían ese puesto como ministros coordinadores y voceros a la vez. Por consiguiente, todo dependía de la capacidad del mandatario para poder medir los tiempos y que no se desmorone antes de tiempo su ingeniería con los cambios en el Gabinete. No pudo ni empezar a diagramarlo. Se le desarmó a menos de una semana de su imponente triunfo del domingo.

“Estoy cansado de decirlo. Están locos, ¿qué les pasa?”, decía Adorni a MDZ, en momentos que festejaba el domingo el triunfo violeta, cuando se le preguntaba si iba a asumir como jefe de Gabinete. Era un hecho para los distintos armadores libertarios y ya lo palpitaban Francos y Catalán, que comenzaron a levantar el perfil con entrevistas y la reciente convocatoria con los gobernadores, que ya envejeció a las 24 horas porque sus dos principales impulsores dejan al Gobierno sin mala praxis, solo carcomidos por una interna que sigue sacudiendo las placas tectónicas del centro del poder libertario, con un final incierto.