Argentina en debate: entre el circo parlamentario y un fallo que puede cambiarlo todo
Temor por el impacto del escándalo que desató Florencia Carignano. Cristina Fernández de Kirchner se adelantó y su estrategia aun no tiene final claro.
La Cámara de Diputados atravesó otra jornada caliente el miércoles pasado.
Victoria Urruspuru / MDZEl Congreso argentino mostró en estos días algunas de las imágenes más espantosas que se recuerden en nuestra historia parlamentaria. La imagen de la diputada ultrakirchnerista Florencia Carignano batiéndose a insultos con Gerardo Millman en el tramo del inicio de la última sesión donde se debatían cuestiones de privilegio hizo descender la moral del parlamento a niveles vergonzosos.
El mismo tono tuvo la respuesta de la diputada libertaria Nadia Márquez y los cruces con Lilia Lemoine. La prueba del increíble bajo nivel de esos discursos, que incluyeron términos como “fármacos”, “callate la boca vos, gato”, o “cállate loca”, y la réplica de las diputadas de LLA apelando a la intimidad masculina, fueron los esfuerzos que tuvo que hacer la traductora de señas, que se podía ver a la derecha de la pantalla, para traducir lo que estaban diciéndose esas mujeres. Ni el gran Antonio Gasalla en alguno de sus memorables guiones pudo llegar a esa sesión que pareció un paso de comedia.
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El episodio, cómico de tan degradante que resultó, desnuda un estado de cosas mucho más complicado que lo que parece. Si Gerardo Millman tiene cuentas pendientes con el Congreso o la Justicia por su supuesta relación o no con el atentado a Cristina Fernández de Kirchner no es cuestión que deba resolver la señora Carignano y menos en una cuestión de privilegio, sino el recinto en pleno o eventualmente el fuero Federal.
Escándalos sin fin
Un comentario autoreferencial: he sido corresponsal y cronista parlamentario durante casi 20 años. Esa experiencia fue parte de uno de los tramos más valiosos de mi formación como periodista. He cubierto los duros debates de las privatizaciones durante el gobierno de Carlos Menem, la votación en medio de un incendio social y con el Congreso sitiado de la ley de Emergencia Pública que sacó al país de la convertibilidad y de todas las contrarreformas que hizo votar el kirchnerismo durante sus cuatro mandatos, solo por mencionar algunos ejemplos.
Nunca en todo ese tiempo, y me hago cargo de la afirmación, presencie un Congreso con el paupérrimo nivel técnico, político y personal que se registra en estos tiempos. La política, necesaria e indispensable para solucionar conflictos, dio paso a un circo parlamentario con consecuencias impredecibles.
Los diputados y senadores, estos últimos con nuevo aumento de dietas a $ 9,5 millones la semana pasada por seguir enganchados en la paritaria de los empleados legislativos, tendrían que abocarse a temas institucionalmente más urgentes. Por ejemplo, a supervisar que se cumplan algunas reglas que los cambios de los últimos tiempos han dejado sin cumplir.
Mientras se debaten nimiedades y posiciones personales, Argentina lleva dos años sin tener Ley de Presupuesto Nacional de Gastos y Recursos. Tampoco parece que el kirchnerismo, de una vez por todas, se muestre dispuesto a respetar la Ley de Administración Financiera y de los Órganos de Control, norma madre de nuestra contabilidad nacional que indica, entre otros preceptos, que no pueden establecerse nuevos gastos o asignaciones si no se establece antes la fuente de financiamiento que tendrán.
El debate por las jubilaciones
La política rara vez hizo caso las obligaciones legislativas que impone esa norma. Está claro que el nivel de las jubilaciones mínimas en Argentina está por debajo de las necesidades más básicas que puede tener un ciudadano retirado, pero subir 7,2 % los haberes por una ley que viene con el anticipo de un veto seguro y que impacta directamente en el equilibrio fiscal es mas una promesa vana y demagógica que una realidad.
La política está más inclinada en estos días a debatir sobre el panorama electoral en la provincia de Buenos Aires que en cuestiones concretas que impactan en el bolsillo de los argentinos de todos los niveles. Mientras Javier Milei encara una gira de 10 días por el mundo con dos escalas especialmente importantes en Italia, donde firmó un convenio entre el YPF y ENI para el desarrollo conjunto de la tercera fase del proyecto “Argentina LNG” o se dispone a cerrar un memorándum de entendimiento de cooperación con Israel, en Argentina la economía pasa por certificar esta semana que en mayo la inflación estuvo por debajo de 2 %, como midieron casi todas las consultoras privadas, pero con la contracara de las luces amarillas que se prenden en muchos sectores por la caída de actividad.
El FMI, que vendrá a fines de julio- curiosamente unos 10 días después de que se defina el cierre de listas en la elección de la provincia de Buenos Aires- sigue mirando el nivel de reservas que, a pesar del ingreso de US$ 1000 millones la semana pasada por la colocación del Bonte 30, por otra parte, ya tuvo un rendimiento de 6 % desde que se lanzó la operación. El ejercicio de ingresos y salidas con vencimientos que llegan a US$ 4900 millones en julio pone en estrés el tema más complicado entre las metas del acuerdo con el Fondo y sin solución aparente por ahora, a pesar de los rendimientos de ingreso de dólares del agro.
La expectativa por la Corte Suprema
Como se dijo, bien lejos de esas preocupaciones, la política hoy está mirando directamente a una posible decisión de la Corte Suprema esta semana. Quizás el martes se anticipan algunos, sobre la causa Vialidad, que la dejaría a Cristina Fernández de Kirchner con su primera condena firme y afuera de participar en la carrera electoral de septiembre.
Hay algunas consideraciones sobre el tema que pueden aportar otros colores. En primer lugar, no hay indicios claros sobre cómo se pronunciaría la Corte Suprema en caso de que lo haga ahora, es decir, antes del 19 de julio cuando se produce el cierre de listas. Tal como lo explicó el exministro del máximo tribunal, Juan Carlos Maqueda, en un interesante reportaje esta semana, la Corte tiene tres opciones posibles y cada una puede marcar un camino distinto. Por ejemplo, los tres jueces podrían darle la razón al dictamen del Procurador Eduardo Casal y respaldar el pedido del fiscal de elevar la pena a 12 años de prisión. De esa forma la causa debería volver a la Cámara de Casación para resolver y, por lo tanto, no habría aun sentencia firme.
Segunda opción. "Si esto es una causa que la Corte llama ‘de hecho-prueba’ y de derecho común, estaría en condiciones de fallar. Esta es una resolución rápida porque se apela al artículo 280 del Código de Procedimiento Civil, que es confirmar la sentencia". En ese caso habría sentencia firme y Cristina no sería candidata.
Finalmente podría haber un debate más extenso sobre la esencia constitucional y federal de la sentencia y requerir, por parte del tribunal, más tiempo, es decir, pasar la decisión para después del cierre electoral.
Cristina Fernández de Kirchner se adelantó a todos
El peronismo, además, tiene sus propias razones. Cristina Kirchner, con su lanzamiento, no solo se adelantó a forzar una decisión de la Corte Suprema, sino también al armado de listas con Axel Kicillof. La tercera sección electoral de la provincia de Buenos Aires pasó a ser un territorio conocido por muchos que, hasta hace una semana, tenían un vago registro de cómo se divide electoral y administrativamente la provincia de Buenos Aires.
Entre los que conocen ese territorio saben que no solo Cristina y el kirchnerismo más cerrado reinan allí, sino que los municipios se dividen entre caciques que responden a la doctora y los que juegan con el gobernador. Entre ellos hay muchos que creen que para ganar la Tercera Sección no hacía falta que Cristina se presentara a candidata.
Es mas, lo consideran contraproducente y solo funcional a otro juego del kirchnerismo para dividir y después forzar una unidad desde una posición de fuerza que esta vez no está clara. El macrismo, el radicalismo y la Libertad Avanza tienen más responsabilidad que nunca esta vez en el resultado de esa batalla bonaerense. Los libertarios se juegan a derrotar a Cristina en su territorio para reforzar su lanzamiento nacional. Por ahora todo es incógnita y el temor aun anida en muchos argentinos.