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De "no negociar con comunistas" a reunirse con Xi Jinping: cómo cambió la relación entre Javier Milei y China

Los presidentes se verán las caras por primera vez en el marco de la cumbre de líderes del G20 2024 de Río de Janeiro. Milei llega al encuentro tras un cambio rotundo en su postura ante China.
Javier Milei y Xi Jingping El presidente Javier Milei se reunirá por primera vez con su par chino, Xi Jinping, en el marco de la cumbre de líderes del G20 2024.
Javier Milei y Xi Jingping El presidente Javier Milei se reunirá por primera vez con su par chino, Xi Jinping, en el marco de la cumbre de líderes del G20 2024.

Ha pasado mucha agua bajo el puente desde que el presidente Javier Milei sentenciara tajantemente durante la campaña que él "no negociaría con China ni con ningún comunista". Desde su llegada a la Casa Rosada, el libertario adoptó un discurso más pragmático y acortó las distancias con uno de los principales socios comerciales de Argentina. Tal es así, que este martes tendrá una reunión bilateral con su par del gigante asiático, Xi Jinping.

Milei y el presidente de la República Popular China se verán las caras por primera vez desde las 10.20 durante la cumbre de líderes del G20 2024 que comenzó este lunes en Río de Janeiro, Brasil. El encuentro puede ser un punto de inflexión para la relación entre ambos países, la cual atravesó varios momentos donde pareció estar en riesgo.

Un año atrás, un Milei candidato reafirmaba durante una entrevista con el periodista estadounidense Tucker Carlson una de sus banderas y eventual política de estado: cortar los lazos comerciales con Beijing.

"No solo no voy a hacer negocios con China, no voy a hacer negocios con ningún comunista. Soy un defensor de la libertad, de la paz y de la democracia. Los comunistas no entran ahí. Los chinos no entran ahí. (Vladímir) Putin no entra ahí. Lula (da Silva) no entra ahí. Nosotros queremos ser el faro moral del continente. Queremos ser defensores de la libertad, democracia, diversidad", enfatizó el por ese entonces diputado nacional.

En contraposición, el libertario planteaba que Argentina estaría alineado con occidente y sus principales estandartes, Estados Unidos e Israel, aunque aclaró que "eso no quiere decir que los argentinos no puedan comercializar con quien sea".

Sin embargo, tras sentarse en el sillón de Rivadavia, Milei comenzó a reevaluar su vínculo con la potencia oriental. El comienzo del vínculo comenzó de forma poco auspiciosa debido a los rumores sobre una supuesta reunión de la entonces canciller Diana Mondino con representantes de la oficina comercial de Taiwán, territorio que históricamente China reclama como propio. La tensión se resolvió con un encuentro entre Mondino y el embajador chino en Argentina, Wei Wang.

La intención de poner paños fríos en la relación diplomática continuó en febrero, con una nueva reunión de Mondino con el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, donde este aseguró que no había "conflictos reales" entre ambos países pese a los comentarios del Gobierno argentino.

La tensión reflotaría en abril, cuando el Gobierno se planteó inspeccionar la base espacial de China en la provincia de Neuquén bajo la sospecha de que allí se realizaban supuestas actividades militares y de inteligencia, algo que fue desmentido por la Embajada de China en Argentina.

Las bilaterales entre Mondino y la cancillería del país asiático continuaron y en una de ellas se sumaron la propia secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, y el ministro de Economía, Luis Caputo. Fue durante la Asamblea de las Naciones Unidas, y allí ambas partes acordaron “seguir expandiendo la cooperación en las diversas áreas, y compartiendo oportunidades de desarrollo”.

Sin embargo, el giro rotundo llegó a fines de septiembre, cuando Milei reveló que "se sorprendió muy gratamente con China" tras la decisión de Xi Jinping de "destrabar el SWAP". "China es un socio comercial muy interesante porque ellos no exigen nada, lo único que piden es que no los molesten", explicó el mandatario en una entrevista con Susana Giménez donde también adelantó que viajaría en enero al país asiático para participar de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Con el SWAP, el mandatario hacía referencia al acuerdo entre los bancos centrales de ambos países que permite que Argentina realice sus intercambios comerciales con China en yuanes y no en dólares. De esa forma, el Banco Central incrementa sus reservas sin mayores costos, ya que solo se le cobra una tasa cuando ese dinero se usa. En este caso, el acuerdo con Beijing permitió en junio la renovación del SWAP por un monto de US$ 5.000 millones hasta julio de 2026.

La relación entre Milei y Xi Jinping llegó a tomar tintes amistosos cuando a fines de octubre el libertario comentó que había recibido una carta de su par chino donde este lo felicitaba por su cumpleaños número 54. Un escenario inimaginable al recordar las declaraciones iniciales del fundador de La Libertad Avanza.

A la hora de evaluar el giro copernicano del presidente a la hora de negociar con la China comunista, es necesario remarcar que el gigante asiático es el segundo destino de las exportaciones nacionales, solo superado por Brasil. Argentina vende a China principalmente productos primarios y manufacturas de origen agropecuario como porotos de soja, carne bovina, aceite de soja y carbonato de litio. 

En los primeros 8 meses de 2024, las exportaciones argentinas a China alcanzaron un monto de US$ 4.598 millones, lo que representa un incremento del 29,2% (US$ 1.039 millones) respecto al mismo período del año pasado, según un informe de comercio exterior del Indec. Esto significa el 8,8% de las exportaciones y el 17,1% de las importaciones argentinas totales.

El tamaño de esas cifras obliga al presidente a dejar a un lado momentáneamente los libros de Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Murray Rothbard para acercarse a los herederos de Mao Tse-Tung, a quienes visitará personalmente en enero durante la cumbre de la CELAC.