Sergio Massa y una guerra fría con Alberto Fernández que complica la campaña
Sergio Massa quiere sacar a Alberto Fernández de la campaña y usar su gestión en Economía como discurso de esperanza. Cristina Kirchner en un silencio que siembra dudas. Alberto Fernández intenta marcar la cancha al candidato y puede acompañarlo mañana al acto de CABA.
El Gobierno termina con un escenario que era previsible, desunido, sin diálogo entre sus tres fundadores, con una crisis económica sin precedentes y miradas contrapuestas sobre casi todos los temas. La vicepresidente no habla de política en público, el presidente no dialoga con buena parte del equipo de Gobierno y el candidato hace campaña intentando contagiar esperanza con la inflación más alta de las últimas tres décadas. Así empieza a despedirse el extinto Frente de Todos, convertido en un todos contra todos.
Alberto Fernández siente que lo corrieron demasiado de escena, por lo que el protagonismo lo logra cuando quiere y de la forma que prefiere. Así entonces, mientras Sergio Massa hace equilibrio con el Fondo Monetario Internacional para que la estabilidad económica llegue a octubre, el presidente venera a Salvador Allende y su socialismo chileno, condena al FMI y sus sobrecargos e intereses por encima del promedio de la CAF o el BID, compara la dictadura chilena con los votantes de Javier Milei y no colabora con la intención de llegar al balotaje.
Massa pidió poder elegir el repertorio de dirigentes que se suban al escenario, lo pidió en el anuncio de Ganancias y lo volverá a pedir en su recorrida del Conurbano de esta semana, donde buscará remontar el desastre de las PASO. Las internas en distintos municipios colerizaron al tigrense, que perdió en su propio Tigre con su mujer de candidata, pero que el "internismo" lo generó hemorragia en todos lados, empezando por la cuna peronista, La Matanza.

Hay dos actos que entusiasman al ministro candidato. Mañana tendrá uno en la ciudad de Buenos Aires, donde el desempeño no fue tan malo, teniendo en cuenta que Javier Milei obtuvo el 17 en tierras porteñas con una floja candidatura de Ramiro Marra a jefe de Gobierno, y Sergio Massa obtuvo 23.5%, pero muy lejos del 48% de Juntos por el Cambio, donde se impuso Patricia Bullrich por sobre Horacio Rodríguez Larreta. Movimientos sociales apoyarán al candidato, esencialmente el Movimiento Evita, la Corriente Clasista y Combativa, y Barrios de Pie.
Los tres tienen dirigentes dentro del Gobierno con rango de diputado o secretario de Estado, por lo que el apoyo tiene lógica electoralista. Alberto Fernández no sabe si irá, pero siendo presidente del PJ y esencialmente dirigente porteño, tiene sentido que asista incluso por su candidato, Leandro Santoro, quien logró el 22.17% y casi dupicó al 12.9 del liberal Ramiro Marra. Alberto manda en Capital y decidirá a último momento si se suma.
El siguiente acto es el del 27 de este mes, en la cancha de Deportivo Cambaceres. Los intendentes del PJ saben que arriesgan sus poderíos, por lo que entre el corte de boleta y los actos a favor de Massa deberán militar su victoria, más allá de lo que pase en los cargos de gobernador y presidente.

Entre 2019 y 2023 el kirchnerismo perdió apenas seis millones de votos, gobernará a lo sumo ocho provincias, cuadruplicó la inflación de Mauricio Macri, triplicó la cantidad de planes superando el millón y medio, llevó la jubilación mínima a 124 dólares libres por el cepo cambiario y la informalidad económica por encima del 45%. Ese es el combo que explica el surgimiento de Javier Milei y su gran elección en zonas pobres.
"Alberto es el presidente, él decide si va a un acto o no, Massa es ministro y Cristina no habla de política, nadie le dice lo que tiene o puede hacer al presidente". Un ministro describe con precisión el presente presidencial, que está enojado con Sergio Massa e intenta proteger sus ministros, incluso a Victoria Tolosa Paz, por estos días salpicada por presunta corrupción en los sobreprecios de compras de frazadas y otros artículos a un proveedor frecuente del estado, vinculado al Gobierno.
Hay un nuevo miedo en el Gobierno: ganar. "Sergio está generando una bomba para diciembre y lo sabe, Ganancias es un delirio y se cortó solo", describen cerca del presidente. En la ecuación, el Gobierno buscó un impacto mediático de buenas noticias, pero a la hora de las cuentas, benefició poco más de medio millón de personas, para agrandar el agujero fiscal que generará inflación para 48 millones de habitantes, esencialmente para los 35.394.232 habitantes que votaron.
Los albertistas ven el desierto más próximo que antes, es sólo cuestión de semanas para que muchos queden fuera del radar y busquen nuevos rumbos, por eso alberto enfrió la relación con Sergio Massa, a quien considera un traidor en la intimidad. "Nadie va a jubilar a Alberto, menos que menos el dirigente más anti kirchnerista de la Argentina", fin de los eufemismos para el albertismo desaforado, que quiere que el jefe de Estado sostenga protagonismo hasta el 10 de diciembre.

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