Sergio Massa enfureció con Alberto Fernández y tomó una decisión clave para la campaña
El ministro y candidato se enojó por la denuncia del presidente contra Javier Milei y Ramiro Marra. Cree que genera más votos al opositor y busca evitar fotos conjuntas antes del día de la elección.
El presidente Alberto Fernández no formará parte de la campaña, acto de relevancia, decisión de peso, medidas de Gobierno ni apariciones que marquen agenda. Lo decidió el candidato presidencial y ministro de Economía, Sergio Massa. Se lo dijo por teléfono y en el equipo de campaña creen que Alberto está "en modo daño", es decir, sin poder, sin capacidad de generar hechos positivos, pero con el fuego propio para dañar y restar votos que puedan dejar afuera del balotaje a su propio candidato. La denuncia contra Javier Milei y Ramiro Marra fue mucho más que una gota y rebalsó para siempre el vaso entre presidente y candidato.
La llamada existió, pero no fue la única: los vasos comunicantes entre el ministro candidato y los últimos alfiles que le quedan a Fernández también hablaron, y no todos en buenos términos. La vocera Gabriela Cerruti tuvo que explicar que no fue idea de ella generar la denuncia. Lo hizo y nadie le creyó. Santiago Cafiero también recibió quejas directas, y ya no defiende como antes el rol presidencial.
"Sergio Massa no llega a treinta, lo tengo en 29, Javier en 36 y Patricia en 31, por ahora sin cambios, no creo que haya primera vuelta solamente, el tema es si Sergio crece o con cada escándalo cae, si pasa eso, es el fin del kirchnerismo y el comienzo de la verdadera renovación del peronismo". Lo dice un peronista con la experiencia de haber tomado decisiones en el espacio durante medio siglo, vigente y de consulta permanente.
Cristina Fernández de Kirchner da por descontada la derrota, afuera del balotaje y un cambio de época para el kirchnerismo tal como se lo conoció. Quienes la frecuentan sostienen que tomó distancia para evitar que su imagen pueda perjudicar y sostener la equidistancia de apoyo y también libertad para que las decisiones de Sergio Massa sean capitalizadas para bien, o especialmente para mal, por parte del candidato.
Alberto Fernández no juega más en equipo y se sostendrá el ostracismo absoluto que lo rodea hace meses. No habrá inauguraciones, ni participaciones de relieve conjuntas, en el entorno presidencial siguen como mantra "la gestión", como si Sergio Massa no fuera parte de la gestión, ministro protagonista de la gestión, candidato de la gestión, como si no existiera ni fuera quien decidió emitir 2.7 billones de pesos para paliar la devaluación.
En términos económicos, Sergio Massa decidió la batería de medidas con un costo fiscal total de 0,6% del PBI, que harán que el déficit primario trepe este año a 2,7% del producto, excediendo en al menos 42% la meta de 1,9% que el Gobierno ratificó hace menos de dos meses con el FMI. Los incumplimientos con el organismo multilateral de crédito, la imposibilidad de financiarse a tasa baja y el aumento de la base monetaria en el número más alto en veinte años -salvo la pandemia- son los resultados de la gestión del Gobierno en los últimos meses.
Alberto Fernández entró en un periodo inercial. No tiene una agenda cargada, pasa sus días en Olivos recibiendo personas por distintos temas, le dedica más tiempo a la paternidad y ya piensa en el post Gobierno. Está enojado con los medios de comunicación, cree que lo esmerilaron, como todos los presidentes. No pensó a la hora de hacer la denuncia en el tamaño de las esquirlas, decidió de forma unilateral, lo supo sólo Gabriela Cerruti y finalmente antes de realizar la denuncia, Vilma Ibarra, dos mujeres que quedan casi en soledad al lado del presidente.
El enojo fue tal que el tigrense suspendió un bocadillo que lo tenía más entusiasmado que varias inauguraciones de peso: mojarle la oreja a Mauricio Macri y su revolución de los aviones. Iba a ir el candidato a un acto con directivos de aerolíneas low cost para anunciar la inversión en aviones y plantear que lo hecho por Cambiemos había sido menor a lo suyo.
Sergio Massa tiene números privados, cree que está a tiempo de meterse en un balotaje, hay un doble desafío en condenar a Milei, pero no generar un súper opositor que pueda ganar en primera vuelta. Es casi imposible que eso suceda, el candidato liberal debería crecer más de diez puntos en pocos días, la amenaza es el escenario que nadie quiere ni pensar: un balotaje entre Patricia Bullrich y Javier Milei, dejando al peronismo unido casi en su totalidad por fuera de la contienda, lo que significaría la peor performance electoral desde que Juan Perón creó el espacio, ochenta años atrás.