Interna sin fin

Cristina Kirchner presidenta: el plan que emerge detrás de los ataques a Guzmán

Quizás no fue la intención inicial, pero el empoderamiento de Martín Guzmán hizo que Alberto Fernández sea el blanco elegido por La Cámpora en su ataque directo en reclamo no sólo de su renuncia, sino la de los ministros Kulfas y Moroni. En caso de que el presidente se canse, ella quedaría a cargo.

Alejandro Cancelare
Alejandro Cancelare martes, 3 de mayo de 2022 · 12:00 hs
Cristina Kirchner presidenta: el plan que emerge detrás de los ataques a Guzmán

El deseo de varios dirigentes que apoyan a Cristina Fernández de Kirchner puede verse cumplido y podría terminar siendo presidenta de la Nación antes de lo previsto. Hoy fue Andrés "Cuervo" Larroque el que reclamó que Alberto Fernández dejara el poder porque el Gobierno “es nuestro”, en clara referencia a Cristina Fernández de Kirchner, porque ella fue quien lo eligió pero en carácter de candidato designado.

Hace dos meses, MDZ había publicado que en La Plata habían aparecido las primeras pintadas reclamando por CFK 2023. Pero la semana pasada había sido el propio jefe de asesores de Axel Kicillof, Carlos Bianco, quien dijo públicamente que la candidata debe ser la actual vicepresidenta.

Pero lo que hoy dijo Larroque lo expresó, con otro estilo y modo, Sergio Berni, cuando desde el mismo inicio de la gestión del Frente de Todos reclamaba la paternidad del proyecto para Cristina y nunca reconoció a Alberto Fernández como conductor de nada.

El Gobierno de la provincia de Buenos Aires fue siempre el látigo que le pegaba a la administración nacional. Y fue Cristina Fernández de Kirchner la que más trabajó para que esta relación fuese así porque creía que Axel Kicillof podía ser el sucesor directo, en 2023, de Fernández.

Cuando la pandemia aún no existía, fueron los consejos del gobernador los que trabaron un acuerdo mucho más rápido no sólo con los fondos internacionales sobre los que operaba la deuda externa argentina, sino también con el FMI.

La aparición del covid hizo todo lo demás. En esta idea de conducción central del Estado sobre todos los resortes económicos que propone Kicillof desde sus épocas de estudiante en Ciencias Económicas, desde el Instituto Patria y el Gobierno provincial, no solo en la voz del gobernador, sino también a través de sus funcionarios más relevantes del momento: su ex jefe de Gabinete Carlos Bianco, y los responsables del área de Salud, Daniel Gollan y Nicolás Kreplak, cerraban cualquier política activa y obligaron a cerrar todas las actividades, entre productivas y educativas.

En esos momentos, no obstante, el presidente vivía sus mejores momentos ante la opinión pública. Si bien los ruidos internos eran muchos, su foto con Horacio Rodríguez Larreta y el resto de los gobernadores lo llevaron a niveles altísimos ante la sociedad. En ese instante también aparecía la embestida de Máximo Kirchner contra los porteños que Fernández también contempló en varios discursos para contener al hijo de los dos presidentes.

Tras el fracaso de la expropiación de Vicentin, que ya había herido la imagen presidencial, promocionada por el ultrakirchnerismo, pero no hablada ni siquiera con el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, llegaron dos episodios que lo demolieron.

El primero fue la quita de fondos a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el mismo momento en que la Policía Bonaerense rodeaba la Residencia de Olivos. Algunos mal pensados indujeron que dado el resultado conseguido, más plata para la provincia y desprestigio para la palabra presidencial, que rompió lazos con Rodríguez Larreta, todo fue urdido sigilosamente por actores que no querían al presidente.

Berni era uno de ellos y es el ahora callado ministro de Seguridad. El otro era Máximo Kirchner, que presumía un acuerdo entre los dos “porteños” que haría girar el humor político e institucional lejos del Instituto Patria. Berni y Máximo Kirchner terminaron casi a las trompadas tras la derrota electoral de noviembre pasado.

Y el otro episodio que también se dio en 2020 fue la muerte de Diego Armando Maradona, cuyo funeral mostró una desbordada Casa Rosada, con el presidente gritando con un megáfono para reclamar paz.

De allí en adelante todo fue un derrotero de malas noticias, de presiones internas, de actos con discursos y cartas incendiarias, como las de los “funcionarios que no funcionan”, que quedó impregnado hasta hoy.

Después vino el cataclismo de las fotos por las clandestinas de Olivos y las presencias de rutilantes desconocidos que acompañaban al presidente o a su esposa, Fabiola Yañez. "Too much", como diría Cristina Fernández de Kirchner. El resto ya todos saben como es.

Lo extraño es que no hayan interpretado los vinculados al área más racional (si los tiene el Gobierno nacional) lo que les podía pasar a ellos dadas las experiencias que vivieron Sergio Acevedo, Carlos Sancho y Daniel Peralta, ex gobernadores de Santa Cruz que padecieron a los Kirchner de Buenos Aires.

Con picardía, ahora algunos infieren que las palabras de Larroque fueron en respuesta a la difundida foto de Wado De Pedro con Fernández tras el regreso del ministro de su gira casi presidencial por Israel. Si es así también se agrega una posible fractura en La Cámpora, cuestión por los miembros con los que pudo hablar MDZ.  

Los intendentes del Gran Buenos Aires, antiguos líderes de las corrientes de discusión bonaerense, hoy son figuras dispersas que no se animan a opinar en público. Desconocidos como Larroque o Bianco y radicales como Leopoldo Moreau le manejan la agenda y los obligan a reclamarle al presidente que hable con su vice para que no se pudra todo, como está pasando.

Estos mismos jefes comunales son los que no se atraven a pararse ante Cristina Fernández de Kirchner para decirle, al menos, el treinta por ciento de lo que le dicen a Alberto Fernández. Quien tampoco da pistas sobre su pensamiento personal es Sergio Massa, otrora jefe de buena parte de ellos, hoy pensando en su futuro como ministro o presidente. 

Mientras esto sucede, varios dirigentes que aparecen en los medios reclamando renuncias, mandan mensajes para que los “no nombrados se queden tranquilos”. La idea de las PASO para resolver toda esta discusión pública, no existe. Nunca un presidente, menos peronista, tuvo que soportar una competencia interna. En este caso, si se diera por primera vez, el adelantamiento electoral está a la vuelta de la esquina.

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