País estancado

Una discusión en Twitter que muestra una Argentina aferrada al pasado

El disparador fue una medida social que, desde el oficialismo, le atribuyen a Juan Domingo Perón, en 1945: las vacaciones pagas. Desde sectores críticos, señalaron que fue introducida en 1933. El debate se viralizó en la red social y muestra que el país no puede salir de discutir la historia.

Horacio Alonso
Horacio Alonso lunes, 24 de enero de 2022 · 18:40 hs

“Solos en la madrugada” es una emblemática película española filmada en 1978 que planteaba el cambio profundo que enfrentaba esa sociedad tras la muerte del dictador Francisco Franco, después de cuatro década de gobierno. Su protagonista, interpretado por José Sacristán, era un conductor de un programa radial que se emitía pasada la medianoche que, en tono intimista, invitaba a la reflexión con largos monólogos. En uno de ellos, que marcaba el cierre definitivo del ciclo (y también el final de la película), acuñó una frase que quedó grabada para quienes vieron el film. En alusión al debate que había en el país, entre franquistas y antifranquistas, dijo: “No podemos pasarnos cuarenta años hablando de los cuarenta años”.

La misma sentencia, aunque con una diferencia numérica, podría ser aplicada a la Argentina. Diferentes referentes del oficialismo recordaron el domingo, a través de Twitter, un aniversario de una conquista social para los trabajadores que adjudicaron a Juan Domingo Perón.

El senador nacional Mariano Recalde y el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, entre otros, subieron a la red social el siguiente mensaje: “Un día como hoy, pero de 1945, Juan Domingo Perón establecía las vacaciones pagas”.

Rápidamente, políticos de la oposición, economistas, abogados, periodistas y referentes de Twitter salieron a responderle. 

Uno de ellos fue el diputado nacional Fernando Iglesias: “No es cierto que estableció vacaciones paga que existían desde 1933. Sí es cierto que formó parte de dictadura militar filonazi como vicepresidente de la Nación, Secretario de Trabajo y Previsión y ministro de Guerra. Estudiá, Recalde”.

El tuit de Recalde se viralizó y miles de usuarios de la red opinaron a favor y en contra en una larga discusión con acusaciones cruzadas. “Mentiroso”, “falso”, fueron algunas de las acusaciones que recibió. Desde el otro lado se defendieron también con ataques similares.

La historia muestra que durante la presidencia de Agustín P. Justo, en 1933, se introdujo por la Ley 11.723 una serie de beneficios laborales. Entre ellos, las indemnizaciones y las vacaciones pagas. En ese momento, la medida alcanzaba a los trabajadores del sector comercial.

En 1945, desde la secretaría de Trabajo, Perón amplió ese derecho al resto de los sectores. 

Esta claro que, según de qué lado de la grieta se encuentre, se puede interpretar el hecho aunque, en este caso, el origen queda claro. Lo mismo sucede con otras mejoras laborales que se implementaron antes de la llegada del peronismo y que este partido mejoró o amplió.

Sin embargo, lo que muestra esta discusión que despertó tanto interés en Twitter es la pasión argentina por aferrarse al pasado como si todo lo bueno o lo malo estuviera ahí.

Con 40% de la economía en “negro”, la mitad de la población en la pobreza y una recesión crónica, no parece importante discutir quién introdujo una mejora social hace más de 70 años. Falsear la realidad, contar una verdad a medias, sólo para que se fortalezca la posición que se defiende, puede servir para ganar una discusión, pero poco aporta a la sociedad.

El presidente Alberto Fernández menciona de forma cotidiana los años que fue funcionario de Néstor Kirchner como su guía, la referencia a la dictadura militar suele escucharse en cualquier discusión política de la actualidad, sin importar que haya terminado hace 39 años y es imposible plantear un solución a un problema presente sin remontarse al siglo pasado. Lo que funcionó antes, tal vez no sirva hoy. Los contextos cambiaron.

Los países que crecen no lo hacen con el debate permanente de lo que sucedió décadas atrás. Es probable que en ámbitos académicos, entre historiadores, se cuestionen los hechos y las ideas de décadas atrás, pero la gente común y sus gobernantes están más ocupados por lo que sucede en el presente y cómo mejorar en el futuro.

Difícilmente los ingleses estén discutiendo hoy los actos de gobierno de Winston Churchill para decidir que medidas aplicar para potenciar la economía. Tampoco lo hacen los franceses con Charles de Gaulle o los estadounidenses con Franklin Roosevelt.

Tampoco es de imaginar que en las discusiones actuales, sus nombres aparezcan, para defenderlos o atacarlos, como factores claves en la toma de decisiones.

En la Argentina parece que el pasado es lo único que importa en el presente y se puede estar setenta años hablando de los setenta años.

 

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