La desconfianza crece: Máximo K a la provincia, el albertismo a la Nación
Con actos, nombramientos y palabras, los máximos referentes del Frente de Todos van reconociendo que no cambió nada en su interior y que las desconfianzas que había en el pasado se reavivaron con la derrota del mes pasado. Máximo y Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa, a dar de nuevo.
De a poco, casi sin quererlo, las dos facciones más importantes que componen el Frente de Todos van direccionando sus tropas internas hacia lugares diferentes. Lo muestran aunque no lo explicitan. Mientras que el Gobierno nacional empieza a ser terreno "vedado" para nuevos kirchneristas de paladar negro, la provincia de Buenos Aires es el lugar donde define su plan de acción Máximo Kirchner a través de incorporaciones en el Gabinete de Axel Kicillof.
De esta situación se desprenden las dudas que tiene hoy el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, quien el martes pidió licencia de su municipio y dejó a su hermana, la militante territorial Karina Menéndez, como interina. Todos sus amigos "naturales" están en el Gobierno nacional, pero los lugares en los que pretendía acceder están ocupados. Esperará un tiempo. Su amigo Leonardo Nardini le abre paso en su nuevo espacio, el Gabinete provincial, pero sabe que, de última instancia, es el joven Kirchner quien define a quien nombrará en el ámbito de su enemigo íntimo Kicillof.
El otro caso que puede relacionarse directamente es el del jefe comunal de Escobar, Ariel Sujarchuk. Aliado de Máximo, amigo de Sergio Massa, prefirió no ir donde no quiere y no lo quieren, en el entorno del gobernador provincial. Para eso calzó justo la presidencia del Ente de Control de Vías Navegables. El kirchnerismo quiere que sea estatal, el massismo, que maneja el Ministerio de Transporte, lo contrario. Será función del intendente en uso de licencia encontrar una "vía navegable" entre las dos posiciones.
Las "dos plazas", es el indicador más potente de esta situación. En la primera, la del Día del Militante Peronista, tres días después de la derrota del Frente de Todos, los convocantes fueron los intendentes del conurbano, los movimientos sociales y la CGT. La de mañana serán La Cámpora, los sindicatos estatales y los partidos de izquierda que participan del entramado de lo que fue la extinta Unidad Ciudadana.
Unos quieren acordar con el Fondo Monetario Internacional y los otros no. Así de simple. En el medio le ponen aditamentos para que ninguno parezca extremo con respecto al otro. Pero la realidad es que hay una mirada más occidental de la Economía, que la expresa Julián Domínguez, y otra más "congelada", representada por Roberto Feletti.
Hoy más que nunca se nota cuán en el medio quedó Massa. El sábado tuvo su congreso partidario en el que arengó a apoyar al Gobierno nacional en sus negociaciones internacionales. Y también quiere que se lleve mejor con Joe Biden que con Nicolás Maduro. Pero lo que más lo "aisló" fue su decisión de no apoyar ningún movimiento que permita ir en contra de los límites que impulsó para las reelecciones de los intendentes de la provincia de Buenos Aires.
Por primera vez se escuchan críticas de los intendentes que siempre lo consideraron un "amigo" y lo trataban cuando para Cristina Fernández de Kirchner era un "traidor" que le impidió la eternidad. "Podría haberse quedado callado, no hacer todo este movimiento que nos deja como unos desesperados por el poder", reflexionó un importante intendente de la zona sur que suele ser más que un canciller con sus palabras.
Desde la derrota de las PASO, algo pasó en el oficialismo y cada día se nota más. A pesar de haber sido el principal causante de la derrota, Fernández quedó con más poder que el resto. La caída en la provincia de Buenos Aires desmoralizó a su gobernador y enojó al hijo de los dos presidentes, que vía materna le intervino el poder. Su amigo Martín Insaurralde es hoy el que más habla con propios y opositores, algo que si es inteligente, Kicillof podría aprovechar. Como siempre demostró que no quiere tener nuevos amigos, si alguien se encarga de eso podría ampliar las bases sobre las cuales generar nuevos acuerdos.
Perdida por perdida, Cristina Fernández de Kirchner empieza a mover sus fichas y aparece en primera persona. No sólo por el acto, al cual convoca personalmente. Sino con diálogos directos para ver de qué manera regenera su fortaleza política, esa que le permitió hacer creer que "con ella sola no alcanza, sin ella no se puede".

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