Análisis

Suarez, el gobernador que no se queja aunque viva haciendo equilibrio

Mientras se avanza con la flexiblización de la cuarentena, Salud se prepara para un posible aumento de casos de coronavirus. Las claves para entender a un mandatario presionado a nivel nacional e interno y que no se queja por lo que le tocó administrar. Pero al que le va a costar construir poder.

Marcelo Arce
Marcelo Arce domingo, 24 de mayo de 2020 · 07:08 hs
Suarez, el gobernador que no se queja aunque viva haciendo equilibrio

Mientras avanza con la flexibilización de la cuarentena en la provincia, Rodolfo Suarez sigue muy de cerca un dato crucial: las autoridades sanitarias le transmitieron su descreimiento de que el Covid-19 no esté circulando ya viralmente en el Gran Mendoza y que habrá que esperar un incremento de casos que, probablemente, llegue hacia finales de junio.

En esto el ministerio de Salud ha sido transparente en el medio de las medidas de relajación de nuestra vida social y económica que se implementaron en la última semana. Ana María Nadal, la ministra del área, descarta que se producirá un aumento de contagios entre nosotros y que además eso es lo recomendable que suceda a esta altura del combate contra el virus.

El plan fue empezar, como ya empezó Suarez, a reabrir la economía y a alivianar las condiciones de aislamiento para tener un nivel un poco más alto de contagios y comenzar a tensar el músculo del sistema sanitario que hasta ahora está más que holgado en esta batalla.

Y mientras tanto aguardar, para cuando llegue el momento crítico, que las medidas tomadas hasta acá permitan evitar el colapso en los hospitales y, por supuesto, además contribuyan a bajar la cantidad de muertos. Más allá de la sensación de alivio que podamos tener este fin de semana, el enemigo sigue allí, esperando su momento para atacar.

El gobierno monitorea los ingresos de personas a la provincia con más celo que antes y está muy pendiente de la frontera con Chile y de los transportistas que vienen de Buenos Aires. En estos últimos días se comenzaron a realizar una serie de testeos (aunque no masivos) en algunas zonas carenciadas de Guaymallén para tratar de determinar sí, como se sospecha, ya existe circulación viral comunitaria por esos barrios.

Salud tomó muestras en los centros de Salud de Rodeo de la Cruz, Villanueva y en la zona del Barrio Pedro Molina y todos los resultados fueron negativos. Una pequeña salvedad hay que hacer en referencia a este operativo: los encargados de hacer los test no ingresaron a los barrios, tomaron muestras en los puestos centinela que funcionan en esos lugares. Sin embargo, el resultado es alentador por ahora.

Los días que se vienen será cruciales para el gobernador ante un escenario político muy peculiar. Suarez se muestra cauteloso en extremo a la hora de tomar decisiones y se ve obligado a moverse en permanente equilibrio por las presiones que llegan desde  afuera y también por las que tiene adentro.

En ese esquema se siente cómodo. El dialogo y la búsqueda de consensos forman parte de su estilo. Pero dentro de su gobierno reconocen que el miedo, en muchas situaciones, puede llevar a la paralización. Al menos dos preocupaciones rondan siempre en la cabeza del gobernador cada vez que tiene que dar un paso: una es que teme que “le tiren un muerto” desde el punto de vista político por alguna medida que no obtenga el resultado esperado y, como ya se sabe, los errores en este combate se pagan de esa trágica manera.

La otra incertidumbre se la genera siempre Alberto Fernández. Suarez trata de evitar que el presidente lo deje “pagando”, como ocurrió en su momento cuando se permitieron las salidas recreativas en donde el presidente anunció un avance y luego retrocedió.

Los que internamente más critican este modo de operar lo observan al gobernador absorbido por el  campo cultural de Alberto. Esto es, la astucia política del gobierno nacional para instalar al miedo como base para la toma de cualquier tipo de decisiones. Pero por otro lado, Suarez  “no se queja ni putea por lo que le tocó. Está tratando de sacar adelante la situación y hacerlo lo mejor que pueda”, como expresó un dirigente oficialista de trato cotidiano con él.

Un detalle político hay que seguir muy de cerca no solo en el manejo de la pandemia sino también en el post. Estamos en presencia de un gobernador que ya anunció que no tiene proyecto político a futuro, señal que dio con claridad cuando anunció su intención de reformar la Constitución y se bajó de la posibilidad de pelear por su reelección.

Siempre se supo que desembarcó en la Casa de Gobierno sin una idea de permanencia, pero correrse de manera tan prematura tendrá sus consecuencias. Para administrar la crisis e incluso para superarla deberá acumular poder y no está del todo claro si podrá consolidarlo (incluso dentro de su partido) después de la decisión que tomó y cuando le queda prácticamente todo su tiempo de mandato por delante.

El juego del equilibrio se está notando con los intendentes. Un grupo de ellos son conservadores en cuanto a la administración de la cuarentena (Emir Félix en San Rafael o el paceño Fernando Ubieta), pero los del Gran Mendoza, salvo Matías Stevanatto, son aperturistas en líneas generales. El caso de Maipú responde quizás, a ese impronta poco cosmopolita que le dieron los hermanos Bermejo al departamento en los últimos años.

Fue notorio cómo el gobierno fue accediendo a los planteos de reapertura de algunos de ellos y como sigue negando reclamos concretos de otros. En el caso de Capital demora una mayor apertura en restaurantes que estaba incluso redactada en un decreto y para Guaymallén y Godoy Cruz está reclamada la habilitación para los shoppings. Aquí juega otra vez el mismo temor: esperar a que Alberto hable para ver qué hacer.

El jueves, al gobernador, sin dudas le debe haber corrido frio por la espalda cuando siguió por los medios la pelea fuerte entre el presidente y Alfredo Cornejo. El exgobernador, entre otras críticas duras al manejo nacional de la pandemia y a su efecto negativo en la economía, dijo que el presidente “está atado a las ideas de Cristina” y este salió a responderle no solo a él. Sino que también lanzó la amenaza para Suarez.

"No le presto mucha atención a alguien que hace política en la pandemia”, lo ninguneó un poco al diputado. Pero después fue por más: “Me parece que yo estaría preocupado por la deuda y la situación económica que tiene Mendoza, que le ha exigido al actual gobernador pedir tanta ayuda al gobierno nacional", dijo, en una conferencia de prensa que ofreció en Tucumán, junto al gobernador Juan Manzur.

A decir verdad, Suarez todavía no sacó demasiado rédito propio de la buena relación que siempre trató de entablar con la Casa Rosada. Uno de los últimos acuerdos importantes alcanzados, la refinanciación del préstamo con el Banco Nación, llegó más que tarde y en condiciones que, quizás, en una situación financiera menos desesperante, el propio mandatario hubiera rechazado. El Nación finalmente accedió a reprogramar pagos por $3.500 millones, pero un par de firmas que todavía faltan le significaron a Mendoza que, este mes, los descuentos que correspondían por los servicios de esa deuda se hicieran efectivos.

La advertencia de Fernández tiene una dosis importante de injusticia. Si la deuda se tornó impagable este año y los problemas económicos arrecian, fue por la pandemia tal como le sucede al resto de los gobernadores e incluso al mismo  gobierno nacional.

¿Cómo puede ejecutar el presidente su amenaza si decide actuar en consecuencia? Mendoza está esperando oxígeno por más de $3000 millones que proviene del paquete de salvataje anunciado por $120.000 millones destinado a todas las provincias. El riesgo está en que, una parte importante de ese fondo, podría terminar siendo distribuído de manera discrecional por parte de la Nación.

Mas allá del impacto que causó y de las consecuencias que puede traer la reacción del presidente, no es intención de Cornejo bajar el nivel de crítica por el momento. El exgobernador seguirá machacando sobre el impacto que tendrá el parate económico de casi dos meses en la Argentina que “en un año y medio generará - según sostiene- una economía desecha y una cantidad de muertos enorme”.

Cornejo criticó también a los dirigentes opositores “que se callan la boca” ante el gobierno nacional, aunque se preocupó de excluir en público del alcance de ese comentario a Suarez, al gobernador de Corrientes, Gustavo Valdéz y a Horacio Rodríguez Larreta. En privado, el asunto se discute y mucho. Con Suarez el tema ya se habló y con el jefe de Gobierno porteño, que está en la construcción de una nueva coalición con Alberto Fernández, también.

- Alfredo dejálos, seguramente el impacto de lo que están haciendo se va a notar solo en un año y medio. No hace falta decir nada ahora, fue la sugerencia de Larreta.

- Alguien tiene que decirlo y ahora. Aunque sea para que lo escuche la gente que necesita sentirse representada. Aunque sea un treinta por ciento de esa gente, alguien tiene que hablarles, le respondió Cornejo, en una postura que sin dudas seguirá incomodando al gobernador.


 

Archivado en