Qué hará Rodolfo Suarez ante el momento más crítico del manejo de la pandemia
El gobernador le dijo al ministro Wado de Pedro que no acompañará la decisión de Alberto Fernández de restringir actividades y la circulación de personas en Mendoza. En un escenario de tensión, confía en que no se tomarán medidas que no cuenten con su apoyo pero sin garantías de que eso ocurra.
Bastó, por un lado, recorrer este sábado cualquier sitio del Gran Mendoza para ver una multitud de gente en las calles, en uno de los primeros días de libre circulación desde que arrancó la pandemia. Pero, por el otro, también quedó expuesto el estupor, el enojo y la preocupación dentro del gobierno de Rodolfo Suarez por la posibilidad cierta de que, desde el martes, todo esto se termine por decisión de Alberto Fernández.
A horas de que se defina uno de los momentos más críticos de la relación entre el presidente y el gobernador, una expectativa cierta guarda Suarez. Apuesta a que este domingo, cuando se conozca el Decreto de Necesidad Urgencia presidencial que, como se anunció el viernes, forzará el retroceso a fases anteriores de la cuarentena en 18 provincias, Mendoza no quede abarcada por esas restricciones.
¿Se puede dar este escenario? Es difícil. Aunque el mandatario mendocino está convencido de una cosa: que Alberto no tomará medidas que involucren a una provincia sin el apoyo del gobernador de ese lugar. Más allá de que el Gobierno provincial mostró cierta sorpresa por los anuncios del viernes por la tarde, en donde Fernández anticipó que se restringirá la circulación en ciudades y departamentos de 18 de las 24 jurisdicciones provinciales del país debido a que se ha registrado una mayor circulación del Covid-19, el gobernador ya estaba al tanto de lo que se venía.
Diálogo tenso
Ese día por la mañana, lo llamó el ministro del Interior, Wado de Pedro, para anticiparle que Mendoza era uno de los distritos en dónde, para la Nación, había que dar marcha atrás por la multiplicación de los contagios y la consecuente situación crítica del sistema sanitario. El diálogo fue tenso.
"Si ustedes deciden eso, yo no voy a acompañar. Sépanlo", le dijo Suárez al funcionario nacional, a la vez que le reiteró los argumentos de por qué decidió transitar por un camino distinto al nacional en medio de esta crisis.
"¿Cómo no vas a acompañar?", le reclamó De Pedro del otro lado de la línea telefónica. “La situación en Mendoza es grave”, le amplió.
"Yo no estoy de acuerdo", insistió el gobernador y volcó a continuación un puñado de razones para solidificar su postura.
Suarez entiende que el comportamiento de la población en la provincia en líneas generales fue razonable y que si bien coincide con los niveles de estrés de los hospitales que se maneja a nivel nacional (una ocupación de camas en terapia intensiva que ya supera el 90% ) el sistema todavía tiene capacidad de respuesta. Pero sobre todo, defendió un concepto. Suarez se jugó hace tiempo con la idea de que la cuarentena estricta no es la única respuesta ante la suba de los contagios y que la estrategia a seguir es la convivencia con el virus apostando más a las aperturas de actividades que a los cierres.
La conversación con De Pedro se cortó allí, pero el contacto entre autoridades nacionales y provinciales siguió esa misma tarde con otra llamada de la Secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, Carla Vizzotti, a la ministra de Salud de Mendoza, Ana María Nadal. De uno y otro lado, las exigencias y las respuestas fueron las mismas que abarcaron al contacto entre el ministro de Alberto y el gobernador.
La situación es crítica. Si el presidente avanza y hace que Mendoza retroceda, Suarez no tendrá otra alternativa más que cumplir con lo que dictamina ese DNU. Esto, independientemente de que se escucharán muchas voces dentro del Gobierno despotricando contra la autonomía dañada de las provincias en cuanto al manejo de sus políticas de Salud.
Ahora bien: las autoridades provinciales ya anticiparon que medidas de ese tipo pueden resultar inaplicables, porque la situación se hará incontrolable para las fuerzas de seguridad que deberán afrontar operativos de control ante una sociedad como la mendocina que, presume el gobernador, no está dispuesta a volver a fases anteriores de la cuarentena. “Me van a tener que mandar a la Gendarmería o a la Policía Federal… para que hagan los operativos”, fue otra de la frases que le soltó Suarez a De Pedro.
Espera
El gobernador esperará a que el domingo a ultima hora, como se estipula, se publique en el Boletín Oficial el alcance de las nuevas medidas nacionales. Mientras tanto aceptó firmar una solicitada que el gobierno nacional hizo circular entre todos los mandatarios del interior para fijar posiciones comunes en la lucha contra el coronavuris y, salvo algunas objeciones que planteó en un par de puntos, su nombre aparecerá en el manifiesto que será publicado en las próxima horas, que transita en varios párrafos por la corrección política y que se tituló "Vamos a salir adelante".
Con mucha atención, se seguirá la curva de contagios durante los próximos días para medir el impacto de las nuevas libertades otorgadas la semana pasada. Nadie duda que esta decisión trae aparejado un altísimo riesgo y es que la mayor circulación de personas, como claramente se vio desde el viernes, desencadene un aumento en los contagios. Pero aquí volverá a operar la estrategia ya adoptada de abrir y cerrar: si las reuniones familiares, por caso, complican el panorama, se volverán a restringir como se hizo en agosto pasado.
De manera visible, el presidente está buscando actuar ahora ante lo que, desde hace semanas ya, se convirtió en el nuevo movimiento del virus en la Argentina. Luego de haber golpeado fuerte en el área metropolitana de Buenos Aires durante los meses de junio, julio y agosto, el problema se irradió al interior del país que concentra hoy alrededor del 70% de los casos que se registran día a día. Y si el manual que se aplicó en el AMBA fue la cuarentena estricta, lo mismo se busca hacer ahora en las provincias. O al menos en 18 de ellas, como anunció el propio presidente.
La clave está en determinar si lo que se hizo en Capital Federal y en Buenos Aires obtuvo los resultados esperados. Y la respuesta no puede ser un sí contundente. Sin abundar en el perjuicio que la cuarentena tan extensa trajo a la economía del país, es cierto que de no haberse aplicado restricciones quizás el número de infectados y de muertes hubiera sido mayor. Pero así y todo, los registros fueron altísimos. Con casi 900.000 contagiados hasta ahora, nuestro país ocupa el numero 6 en el ránking mundial de países con más casos. Y está número 13 en la lista con mayor cantidad de muertes, que fueron hasta aquí más de 23.000.
¿Qué pasó entonces? Alguna explicación ensaya Luis Cámera, una de las voces que escucha el presidente para asesorare en esta crisis sanitaria. “El virus entró por Ezeiza - explica el médico -, se distribuyó en algunas capitales, pero en Buenos Aires se hizo fuerte. Se hace la cuarentena, estaban todos muy contentos en abril, y se pudo frenar la distribución en algunas provincias. Pero ahí el virus hace su primera gran jugada: se va a hacia los barrios populares del Gran Buenos Aires y lo hace con una carga viral llamativa, a tal punto, que en en esos barrios se infecta la mitad de las personas”. Y continúa así con su relato: “Esa fue la lucha de mayo, junio y julio con una cuarentena más estricta. Pero el punto fue la cuestión sociosanitaria y económica, que es el verdadero problema estructural de la Argentina. Ahí el virus llegó al 50% de la población. Y desde esos barios se irradió al resto”.
- ¿Cómo se transformaron las provincias en el nuevo foco?
- A las provincias llega a principios de agosto. Iban bien con las medidas de contención, pero al tener en el AMBA un volcán durante tres meses y medio, eso terminó trasladándose a las provincias con un virus que llegó por las rutas. Si alguien iba a Buenos Aires en agosto, de 10 personas que iban dos volvían con el virus. Y aquí el centralismo es otro de los problemas estructurales: Buenos Aires concentra el 90% de la actividad económica del país.
-¿Cómo fue el comportamiento de la gente?
- El comportamiento de la población, internamente, no fue el apropiado. Estaban cerradas las fronteras, pero adentro de las casas las conductas eran de riesgo.
Los especialistas coinciden en que la gran cantidad de contagiados puede, en un punto, llegar a impactar de manera positiva en el mediano plazo. Si, como se estima, el 20% de la población en Argentina terminará contagiada en estos primeros ocho meses de pandemia, eso ocasionaría que la posibilidad de rebrotes de la enfermedad sea más baja el año que viene. Sin embargo, el proceso para salir será largo y el virus podría desaparecer de nuestras vidas recién desde 2022. “Mientras tanto - como graficó Cámara- tenemos que comprender que no podemos aspirar a que nuestra realidad vuelva a ser como la de enero de 2020. Tenemos que comprender que nuestros hábitos de vida deberán cambiar por un tiempo. Y por mucho tiempo”.