Enterró a la mitad de su familia y lo descubrieron años después
Juan Carlos García (66) recibió este jueves su segunda condena a prisión perpetua, tras descubrirse que había matado a su hijo en 2008, cuando declaró -mintiendo- que el joven había desaparecido. En 2016 había sido sentenciado por matar a su esposa y enterrarla en el límite entre Mendoza y San Juan.
Juan Carlos García (66) había matado a su hijo en 2008, pero durante años casi nadie sospechó. Cuando los investigadores lo consultaron, relató que el joven -que tenía problemas de adicciones- se había bajado del vehículo en el que viajaban ambos para comprar drogas y se había esfumado. En realidad lo había liquidado él, y este jueves el hombre recibió su segunda condena a prisión perpetua. La primera la tuvo en 2016, tras ultimar a su esposa a tiros e intentar ocultarlo simulando un robo en su vivienda del barrio Unimev.
Los dos hijos restantes se salvaron de este homicida que se disimulaba como un padre más entre los vecinos del Unimev: uno se fue a vivir a Buenos Aires y el otro a Canadá.
Y el final de Carlos Sebastián García (20), el hijo asesinado, no se hubiese conocido de no ser por la nueva tecnología que utiliza el Laboratorio de Huellas Genéticas -en coordinación con la Unidad Fiscal de Homicidios de Mendoza- para cotejar restos humanos.
Hola, Juan Carlos
Sirviéndose de los avances técnicos, los investigadores analizaron unos huesos que se habían hallado en el norte mendocino en 2011 y no habían sido identificados. Y llegó la sorpresa: los estudios indicaron un claro parentesco entre esas características genéticas y las de Ramona Carmona (57), la víctima del femicidio por el que ya estaba condenado Juan Carlos y que en su momento investigó la fiscal Claudia Ríos. El cadáver de la mujer se había hallado bajo tierra, a pocos kilómetros de los restos óseos que se estaban estudiando.
Eran, claro, los restos del hijo desaparecido. Lo había matado su propio padre. El acusado ya estaba detenido por matar a Ramona y, al escuchar los cargos que el fiscal Carlos Torres tenía en su contra, accedió a un acuerdo para un juicio abreviado. Así recibió su segunda pena máxima. En otra época, quizá, estos delitos habrían quedado impunes.