Análisis
Si estás en el mercado, no es opción ser "La Salada del mundo" sino jugar fuerte
"Podemos ser parte del mundo si aguantamos unos 10 años con políticas abiertas y en forma estable políticamente. O suicidarnos una vez más, andando como zombies por el mundo creyéndonos muy vivos". El análisis con opinión de Gabriel Conte, director periodístico de MDZ.
No se puede jugar a una economía de mercado solamente a medias. La política en Argentina ya tuvo diferentes episodios en los que con el discurso de "vivir con lo nuestro" o "proteger a nuestras empresas" solo buscó controlar lo poco que queda, apoderarse de las relaciones comerciales, crear "peajes" al comercio internacional y sostener lo empobrecido, que es más fácil de ser regido y dirigido desde el poder central, mientras se intentó quedarse con las grandes firmas que ya han salido al mundo y visto que las oportunidades van mucho más allá que las que tienen techo en nuestro país.
De allí que el avance en un acuerdo comercial con la Unión Europea signifique un desafío de importancia para determinar qué Argentina tendremos en el contexto internacional: una adolescente eterna que se mira el ombligo, o una decidida emprendedora dispuesta a ser parte del mundo sin complejos y, si se quiere, ocupar el lugar de su ombligo, como lo fuera antes de 1930.
No hay exitismo que valga tras este logro que tantos buscaron y que recién se pudo conseguir ahora. Tampoco hay cabida para el derrotismo de los que prefieren vivir encerrados entre cuatro paredes, ya que de ser por sus políticas, tendríamos carteros en lugar de e-mail; cocinaríamos a leña en lugar de hacerlo con electricidad o gas.
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— Gabriel Conte (@ConteGabriel) July 1, 2019
Uno de los mensajes más polémicos es, a la vez, el más realistas y lo lanzó Gustavo Grobocopatel, uno de los tres mayores productores de soja y trigo del país. Quienes lo critican se quedaron con un pedazo de su frase, esa que dice que (en una nueva economía) "hay que permitir que haya sectores que desaparezcan". Pero su conclusión se cae de madura, cuando sostiene que en este nuevo régimen, "en vez de vender trigo, vamos a poder vender pastas. En vez de aceite crudo, una latita con marca, obviamente, si somos competitivos".
El acuerdo no lanzará a la Argentina al éxito comercial en octubre ni en diciembre ni en el "segundo semestre" del año que viene: se empieza un proceso. Si somos serios, en un par de años habrá pasado por los parlamentos de los países involucrados, y si todo va bien y los países no han dado políticamente marcha atrás, todo el camino tardará en ser recorrido entre 3 y 10 años.
¿Es posible que los argentinos podamos pensar en sostener políticas a mediano plazo sin demolerlas con algún ataque de ira electoral? Es una duda y de allí que se plantee como pregunta.
De todos modos, siempre estamos listos para suicidarnos, una vez más, y seguir actuando como zombies creyéndonos muy vivos...
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