Tres pueblos de Argentina que son ideales para visitar en primavera
Cada pueblo argentino guarda una historia y un paisaje que se renueva con la primavera. La estación invita a recorrer caminos donde el color, la calma y la naturaleza se funden en una experiencia única.

Los pueblos argentinos renacen en primavera, cuando el paisaje, la tradición y la calma invitan a redescubrir el país.
Turismo ArgentinaLa primavera no solo marca el regreso del verde y las flores: también despierta las ganas de viajar. En cada rincón del país, hay pueblos que florece con la estación, ofreciendo su propia versión de descanso y belleza.
Desde las sierras hasta el norte andino, Argentina se llena de aromas, colores y tradiciones que invitan a caminar despacio, disfrutar de lo simple y reencontrarse con la vida de los pueblos, donde todo parece ir al ritmo del sol y las conversaciones de vereda.
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San Javier, un jardín en las sierras
En el Valle de Traslasierra, Córdoba guarda uno de sus tesoros más serenos: San Javier. Este pueblo parece detenido en el tiempo, rodeado de olivares, viñedos y nogales que cobran vida en primavera. Las temperaturas suaves y el aire puro del Champaquí crean un clima ideal para explorar los senderos hacia La Pampa de Achala, donde los paisajes se tiñen de tonos verdes y dorados.
Además de su entorno natural, San Javier ofrece una gastronomía basada en productos locales y un ambiente artístico que atrae a quienes buscan desconexión sin perder el encanto de lo auténtico. Las casonas antiguas, las ferias de artesanos y las tardes frente al monte completan una postal perfecta para disfrutar sin prisa.
Villa Quillinzo, la orilla más serena del lago
En el sur de Córdoba, sobre el espejo del embalse Río Tercero, Villa Quillinzo es un refugio poco conocido que se transforma con la primavera. Este pueblo se distingue por su silencio, sus playas de arena clara y la calidez de su gente. Los días soleados invitan a remar en kayak, andar en bicicleta o simplemente disfrutar de los atardeceres que tiñen el agua de tonos rosados.
Con apenas unas calles principales, la vida aquí se organiza alrededor del lago y del tiempo compartido. Las lomas que rodean el pueblo se cubren de pasto tierno y flores silvestres, y los caminos rurales ofrecen vistas únicas para quienes buscan un contacto directo con la naturaleza y la tranquilidad.
Purmamarca, la primavera del norte
En el corazón de la Quebrada de Humahuaca, Purmamarca florece en esta estación. La luz primaveral acentúa los colores del Cerro de los Siete Colores, haciendo que el paisaje se vuelva casi irreal. Este pueblo conserva su esencia ancestral: las casas de adobe, las ferias artesanales y el sonido del charango acompañan el ritmo lento de los días.
Durante la primavera, el clima templado permite disfrutar del Paseo de los Colorados y de los mercados al aire libre, donde conviven lo ancestral y lo contemporáneo. La gastronomía local, los tejidos andinos y la calidez de los jujeños completan una experiencia que combina cultura y naturaleza en su máxima expresión.