El pueblo a pocas horas del paso a Chile que mezcla terapias alternativas, montañas y cielos de ensueño
En uno de los valles más lindos de Chile, este pueblo tranquilo combina viñedos, terapias alternativas, cielos estrellados y una energía especial, a pocas horas del paso internacional de Aguas Negras.
La iglesia de Pisco Elqui, uno de los puntos más emblemáticos del pueblo, rodeada de árboles y con la cordillera de fondo.
Gerónimo Sosa/MDZA pocas horas del paso internacional de Aguas Negras, del lado chileno, aparece un pueblo de esos que parecen suspendidos en otra frecuencia. Pisco Elqui es un pueblo pequeño, de montaña, donde la paz, el silencio y las buenas vibras se mezclan con paisajes majestuosos y un cielo que invita a quedarse mirando horas.
Ubicado en el Norte Chico, en pleno Valle de Elqui, Región de Coquimbo, este pueblo está rodeado de cerros, viñedos en terrazas y casitas bajas que respetan el ritmo lento del lugar. La vida ocurre a otro tempo: los días se llenan de sol y caminatas; las noches traen estrellas y una calma que cuesta encontrar en las ciudades.
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A este destino llegó MDZ gracias a Sernatur (Chile), un lugar ideal para "replegarse" un poco y escucharse. Eso que William Wordsworth describía como "el eco del valle responde al corazón del caminante" se entiende rápido acá: uno camina las calles empedradas, escucha casi nada y, de golpe, la cabeza baja un cambio. Entre el silencio y las montañas, Pisco Elqui se vuelve ese espacio donde muchos van a buscar algo que no encuentran en la rutina.
Una combi intervenida con colores y flores, una postal típica del espíritu bohemio que se respira en las calles del pueblo.
Pueblo de sanación y bienestar
Basta caminar unas cuadras para darse cuenta de que este pueblo vive también de la búsqueda interior. Hay carteles por todos lados: Reiki, masajes de distintas técnicas, meditación, lectura de Tarot, lectura de aura, Registros Akáshicos, respiración holotrópica, Yoga y un largo etcétera. Las artes curativas y las terapias alternativas son parte del paisaje.
No hace falta entrar a todas las consultas para entender de qué va la cosa: el mensaje es claro. Pisco Elqui se consolidó como un refugio para quienes buscan sanación física y emocional.
Un pueblo para caminar despacio
En lo práctico, Pisco Elqui es el centro más importante del Valle de Elqui. Tiene buenos restaurantes, algunos bares y cervecerías. La plaza principal es chiquita, compacta y muy viva: un corazón verde rodeado de árboles, bancas y puestos donde artesanos venden tejidos, joyería, recuerdos y productos locales. Pero lo más importante, y el corazón de este pueblo, es su iglesia, que funciona como punto principal para todos.
Este pueblo te enamora con su paz.
Esta iglesia solo abre los días domingos para la misa y en ocasiones especiales, así que quienes deseen visitarla es mejor que lo hagan un domingo. Data del siglo pasado: su historia indica que la construcción empezó en 1910 y culminó en 1922, por lo que hablamos de más de 100 años.
Otra postal fuerte del pueblo son sus murales. Las paredes coloreadas, con motivos andinos, astrales y campesinos, convierten una caminata simple en una especie de galería a cielo abierto. Sin hacer grandes cosas, solo caminando, uno entiende por qué tanta gente se enamora del lugar. Y, además, es muy "instagrameable".
La vida cotidiana es sencilla. Hay opciones para comer, tomar algo y picar algo rico, pero hacia las 19:30 el pueblo empieza a bajar la persiana, igual que el sol que se esconde detrás de los cerros del oeste. Esa tranquilidad, que en otros destinos se vive como falta de "movida", acá se agradece: el encanto de Pisco Elqui está justamente en que nada apura.
Las casas naranjas y sus jardines recortan el paisaje del Valle de Elqui, con la montaña imponente a pocos metros.
Cielos estrellados y energía mística
El Valle del Elqui es famoso en el mundo por sus cielos despejados. Las condiciones de clima y altitud hacen que de noche el firmamento se vea como en pocos lugares del planeta. Si bien desde el pueblo ya se ve un cielo impresionante, lo ideal es alejarse un poco de las luces y subir algo más para escapar de la contaminación lumínica. Cuanto más tarde se hace, mejor se ve: la Vía Láctea se vuelve protagonista absoluta.
Se puede improvisar una salida por cuenta propia, pero también hay tours astronómicos con guías que explican constelaciones, planetas y detalles del cielo nocturno. En el valle funcionan varios observatorios turísticos y científicos, y reservar una visita es casi obligatorio para entender por qué tantos astrónomos miran hacia esta franja del mapa.
La fama mística del lugar se apoya, además, en una idea extendida: que este valle es uno de los puntos de mayor energía del mundo. Se habla de su composición mineral, con presencia de cuarzo y magnetita, y de cerros como el Cancana, al que se le atribuyen propiedades especiales. Dentro de esas creencias también aparece la llamada “energía kundalini de la Tierra”, una fuerza que, según quienes la estudian, cambia de lugar cada 13 mil años. Durante siglos habría estado en el Tíbet y hoy, dicen, se habría trasladado al Valle del Elqui.




