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Más de US$ 2.500 millones en nueve meses: lo que tributa la mayor mina de cobre del mundo en Chile

Con una producción cercana al millón de toneladas de cobre, Minera Escondida aportó US$ 2.569 millones al fisco chileno en solo nueve meses.

La operación de Minera Escondida, en Chile (Publicada por Emol / BHP)

La operación de Minera Escondida, en Chile (Publicada por Emol / BHP)

Publicada por Emol.com

Escondida, ubicada en el norte de Chile y operada por BHP, vuelve a ofrecer un dato concreto para el debate minero regional: a mayor escala y mayor producción, mayor es también el aporte al fisco. En los primeros nueve meses del año, la mayor mina de cobre del mundo tributó US$ 2.569 millones en impuestos y royalty, más del doble de lo aportado en el mismo período por Codelco, la minera estatal chilena, pese a que ambas registraron niveles de producción similares.

El dato no es menor para provincias argentinas con proyectos cupríferos de clase mundial, como San Juan, ni para Mendoza, donde el único proyecto aprobado para producir cobre opera a una capacidad por debajo de su potencial real debido a las restricciones que imponen las leyes locales. La experiencia chilena vuelve a mostrar que la clave del impacto fiscal no está solo en la existencia de minería, sino en la posibilidad de desarrollar operaciones de gran escala, con continuidad productiva y reglas estables.

Para poner en perspectiva esos aportes al fisco, es útil comparar con las exportaciones totales de la provincia de Mendoza: en 2024 Mendoza alcanzó ventas externas por más de US$ 1.600 millones, con crecimiento interanual significativo en varios sectores productivos según estadísticas oficiales de ProMendoza e INDEC. En lo que va de 2025, los datos del intercambio comercial muestran que la provincia exportó alrededor de US$ 737 millones en el primer semestre, con el vino como principal rubro.

Producción similar, aporte fiscal muy distinto

Según el reporte difundido por la compañía, Escondida alcanzó entre enero y septiembre una producción total de 990 mil toneladas de cobre, compuestas por 849 mil toneladas de cobre pagable en concentrados y 140 mil toneladas de cátodos. Se trata de un incremento interanual del 10%, explicado por una mejora en la ley del mineral y un mayor volumen alimentado a las plantas concentradoras.

En el mismo período, Codelco (con todas sus minas) produjo 937 mil toneladas de cobre, cifra que se eleva a poco más de 1 millón de toneladas si se consideran sus participaciones minoritarias en otras faenas. Aun así, el aporte fiscal de la estatal chilena fue de US$ 1.240 millones, menos de la mitad de lo tributado por Escondida.

La diferencia se vuelve más evidente al observar los ingresos: Escondida registró ventas por US$ 10.587 millones a septiembre, un 22% más que en igual período del año anterior, impulsadas por un mayor precio del cobre y un aumento en las ventas físicas.

Otro elemento que explica la diferencia en resultados fiscales es la estructura de costos. Codelco enfrenta un aumento sostenido de costos producto del envejecimiento de sus yacimientos. Al tercer trimestre, el costo neto a cátodo alcanzó los US$ 3,69 por libra, con un incremento interanual del 6,4%, mientras que el costo directo subió a US$ 2,14 por libra.

BHP no informó el costo neto a cátodo de Escondida, pero sí detalló que sus costos operacionales -excluidos los financieros- sumaron US$ 4.111 millones, un 2% menos que en igual período del año anterior. El resultado fue una ganancia neta de US$ 3.777 millones en los primeros nueve meses del año, un aumento del 45%.

Impuestos, royalty y carga tributaria total

Del total aportado por Escondida, US$ 2.569 millones corresponden a impuestos a la renta e impuesto específico a la minería, lo que representa un crecimiento interanual del 49%. A eso se suman US$ 241 millones en impuestos asociados a la distribución de dividendos. El componente ad valorem del royalty minero, por US$ 97 millones, está incorporado dentro de los costos operacionales de la compañía.

En conjunto, la carga tributaria efectiva de la minería en Chile se ubica en torno al 45%, considerando impuestos generales, tributos específicos y royalty. Es un dato clave para poner en contexto el debate argentino: incluso con ese nivel de presión fiscal, Chile sigue siendo uno de los principales destinos de inversión minera del mundo, apoyado en escala, estabilidad macroeconómica y seguridad jurídica.

En Argentina, con el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), la carga tributaria total para proyectos de gran escala quedaría por debajo del 40%. La diferencia no busca competir vía impuestos bajos, sino compensar otros factores estructurales donde el país corre en desventaja frente a productores consolidados como Chile y Perú.

El mensaje para Argentina

El caso Escondida vuelve a dejar una conclusión difícil de eludir: la minería de gran escala no solo multiplica producción, empleo e inversiones, sino que también maximiza el aporte fiscal. Para provincias con proyectos cupríferos de clase mundial, el desafío no es solo aprobar iniciativas, sino permitir que operen a escala real y con previsibilidad.

En Mendoza, donde el único proyecto aprobado para producir cobre lo hace a una fracción de su capacidad potencial, la discusión fiscal queda inevitablemente condicionada. La experiencia chilena muestra que sin volumen, sin continuidad y sin escala, el impacto económico y fiscal de la minería queda recortado, incluso cuando el recurso está disponible.