Nuevo acuerdo

FMI: Cristina Fernández de Kirchner patea el tablero e impone una utopía al próximo gobierno

Apelando a la épica kirchnerista y a un discurso rentable en términos electorales, la vicepresidenta plantó en la agenda política y económica las bases que, a su criterio, debería seguir un nuevo acuerdo con el Fondo. Pero no sucederá. Sería como que el deudor impone las condiciones al acreedor.

Carlos Burgueño
Carlos Burgueño viernes, 26 de mayo de 2023 · 16:00 hs
FMI: Cristina Fernández de Kirchner patea el tablero e impone una utopía al próximo gobierno
La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner puso en agenda el perfil que debería tener un nuevo acuerdo con el FMI y cómo podría pagar el país. Foto: NA
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Foto: Interfax.
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Foto: Ministerio de Economía
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Cristina Fernández de Kirchner pidió ayer romper el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y reemplazarlo por otro de términos "políticos". Esta mañana los funcionarios del ministro de Economía, Sergio Massavolvieron a prender sus computadoras para conectarse vía Zoom con el staff técnico del organismo financiero que conduce Kristalina Georgieva, con el objetivo de renegociar las políticas cambiarias, fiscales y monetarias pactadas en el acuerdo de Facilidades Extendidas firmado en marzo del 2022,  con el objetivo de extenderlo en el tiempo. Obviamente, hay contradicciones.

La vicepresidenta demostró ayer que, al menos para el oficialismo, concentrará la centralidad política para el armado electoral de lo que sea en que se convierta el Frente de Todos. Y que, en consecuencia, determinará no sólo las principales candidaturas, sino también el contenido de la plataforma electoral que se presentará ante los electores.

Y lo más importante, deberá respetar a rajatabla el gobierno que suceda al presidente Alberto Fernández, si esta nueva alianza simioficialista triunfa en las elecciones, para no caer en el fracaso de la gestión actual.

En el capítulo FMI, Cristina Fernández de Kirchner fue ayer más que directa. Pidió romper el acuerdo actual, como condición indispensable para que el país pueda volver a crecer; volviendo a la épica del kirchnerismo.

Sabiendo que es imposible pagar toda la deuda con el organismo (no es lo mismo US$ 9.600 millones de dólares con un país creciendo que U$S 54.000 millones en plena caída), la propuesta es reemplazar el crédito de Facilidades Extendidas actual por un inevitable nuevo acuerdo, bajo las condicionalidades de una extensión de los tiempos de pagos a más de 15 años y con la particularidad de pagar a partir del incremento de las exportaciones.

Sin condicionalidades de metas fiscales ni monetarias, ni mucho menos entrometerse en políticas activas como aumentos de tarifas de servicios públicos o suspensiones de obras públicas.

Ningún requerimiento de este tipo está en los anaqueles institucionales a los que obliga el estatuto de creación y funcionamiento del FMI, que únicamente ofrece dos tipos de acuerdos: Stand By (el que firmó Mauricio Macri) y Facilidades Extendidas (el de Alberto Fernández).

Para otro tipo de negociación y fumata, sólo puede intervenir el Board del organismo, el que depende fundamentalmente de lo que voten los países que manejan los votos del directorio. Sin el apoyo explícito de tres países, Estados Unidos (que maneja Occidente), Japón (que maneja Oriente) y Alemania (que incide en Europa), no hay manera que una iniciativa diferente a las ya autorizadas tenga algún tipo de éxito.

En consecuencia, lo que propuso ayer la vicepresidenta, sólo sería posible si los principales accionistas del FMI lo apoyan, ya que la alternativa de votos favorables de estados como China, Rusia, Brasil o similar (que presionarían por algo similar a lo que reclamó  Cristina Fernández de Kirchner este jueves en la Plaza de Mayo) no alcanzaría a detentar más de 10% de los votos.

En síntesis, la "salida política" que propuso la vicepresidenta en la celebración de los 20 años de la llegada de Néstor Kirchner al poder, sólo sería factible si el próximo gobierno consiguiera el apoyo irrestricto de los Estados Unidos, Japón y Alemania, algo difícilmente lograble para un gobierno que propone políticamente lo que se escuchó ayer en la Plaza de Mayo. Casi una utopía.  

Si entonces la vicepresidenta mantuviera su condición de ser la responsable máxima e incuestionable de la política económica del próximo gobierno, al menos en lo económico y para que no ocurra el fracaso relacional con Alberto Fernández, quien lo suceda en la Casa Rosada (en el caso de que sea la reconversión del oficialismo) deberá tomar una de dos decisiones.

O exige el cambio del acuerdo de Facilidades Extendidas por un nuevo acuerdo inédito para el FMI en los términos expuestos en la Plaza de Mayo, o rompe con el organismo si este no lo acepta. Como lo primero es una utopía, por lo ya comentado más arriba, lo que sería inevitable es lo segundo. 

El juego de Massa

Mientras tanto, la negociación de Sergio Massa como ministro de Economía de Alberto Fernández, sigue adelante. Y continúa en esta misma jornada. Y con tiempos que comienzan a acelerarse. Y resta menos de un mes para cerrarlo. Argentina debería pagarle al FMI, entre el 21 y el 22 de junio, unos U$S 2.300 millones correspondientes al segundo vencimiento anual dentro del acuerdo de Facilidades Extendidas firmado en marzo del año pasado.

El dinero debería liquidarse con parte de los U$S 5.300 millones que el propio organismo debería girar al país dentro del cronograma de envíos pactado. Y si bien esto último podría suceder, lo primero no acontecerá nunca. Lo que se está negociando entre el equipo económico y los funcionarios del staff del FMI que manejan el caso argentino, es que el organismo que dirige Kristalina Georgieva cumpla con el envío de los dólares, pero negociando un corrimiento de los vencimientos del año.

Con esto, al país le quedarían unos U$S 5.300 millones que irían a la vidriera del Banco Central. La negociación incluye, además, el mismo mecanismo para el tercer pago del año, que debería producirse en septiembre, con lo que el país se quedaría con unos U$S 10.600 millones en la entidad que preside Miguel Pesce.

Sin embargo, y si no hubiera acuerdo en las negociaciones que diariamente mantienen vía Zoom por las pantallas de Buenos Aires y Washington los hombres y mujeres de las dos costas, Argentina tampoco pagaría los U$S 2.300 millones, simplemente, porque no los tiene.

Entraría así en un esquema de default con el FMI; pero en los términos del organismo. Ese calificativo le correspondería de manera directa al país, pero iniciándose un proceso administrativo que podría durar hasta seis meses, con lo que la primera sanción directa caería el 22 de diciembre, doce días después de asumido el próximo presidente.

La idea del equipo de Sergio Massa no es esta, y se asegura que los tiempos aún son cómodos. En principio, se habla de no menos de ocho días más de negociaciones directas vía Zoom, hasta terminar el mes e ingresar en los primeros días de junio. Luego, ya con los términos del acuerdo básicamente cerrados, se viajaría a la capital de los Estados Unidos para cerrar el acuerdo final, en tiempo y forma, para que el directorio del FMI lo trate en la reunión de la tercera semana de junio. En tiempo y forma para no caer en default.

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