Batakis en Washington

Público difícil: la dura posición de los bonistas sobre el país

Silvina Batakis habló esta mañana con un puñado de bancos y fondos de inversión, ante quienes explicó cual es el decálogo de medidas que quiere impulsar en la Argentina. Sin embargo, los tenedores de deuda argentina siguen siendo muy críticos. Casi demoledores en su visión.

Carlos Burgueño
Carlos Burgueño martes, 26 de julio de 2022 · 13:01 hs
Público difícil: la dura posición de los bonistas sobre el país
Por primera vez, la ministra de Economía se vio cara a cara con bonistas que tienen títulos surgidos del nuevo acuerdo de la reestructuración, pero que en menos de dos años cotizan a niveles bajísimos.

Público difícil el que tuvo que enfrentar esta mañana de Washington Silvina Batakis. La ministra de Economía debió hablar con representantes de bancos de Wall Street para explicarles por qué muchos de ellos tienen bonos en valor de default, pese a haber aceptado un canje de deuda en agosto 2020 (ayer nomás en tiempos financieros internacionales) y haber perdido desde ese momento en adelante casi un 60% de su "inversión".

En el listado de interlocutores directos estuvieron Santander Investment, Stone Harbord, Bracebridge, Goldentree, Barclay´s y Bace, entre otros.

A ellos debió plantearles argumentos para convencerlos que mantener esas posiciones aún puede ser negocio en el largo plazo, insistir en que el país no se encamina a un default privado (pese a que una definición semejante debe esperar al 2026) y explicar que el decálogo de medidas presentado hace unas semanas en Buenos Aires apunta a que los números de la economía criolla se ordenen.

La ministra Silvina Batakis intentó tranquilizar a los tenedores extranjeros de deuda soberana, pero no logró despejar las dudas.

O deje de desordenarse. Y lleguen a un escenario de supervivencia para que la promesa que llevó Batakis a Washington de sostener el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), siga siendo tomada en serio en las oficinas de Wall Street, donde se toman decisiones serias de inversiones. O desinversiones.

Nadie cree que haya algún financista serio de algún banco o fondos de inversión que maneje dinero mundial en importancia, que hoy considere pensar siquiera en poner algún dólar en la Argentina; país mala palabra a nivel global en términos financieros.

Pero al menos se podría esperar que no haya más ventas masivas de bonos argentinos, y que los precios de esos papeles no terminen en un nivel de default africano. Esto es, menos aún por debajo del 18% en el que navegan hoy las cotizaciones de los títulos reestructurados en agosto 2020.

En primera persona

El panorama fue descripto para MDZ por un participante en el encuentro. Es un alto ejecutivo de Wall Street que participó en el canje de Guzmán y en la reunión de esta mañana en Washington, describió así su impresión sobre la realidad económica, financiera, fiscal y política del país.

"El programa que acordaron Argentina y el Fondo ya es extremadamente blando. Obviamente, el Fondo propuso un programa mejor y mucho más sólido que habría generado mucha más confianza, pero el Gobierno, por razones puramente políticas, no estaba dispuesto a ajustarse. Éste es el resultado", señaló.

El acuerdo logrado entre Argentina y el FMI, es tildado de "blando" e "inconsistente" por los bonistas extranjeros.

"Esperamos que el Fondo indique claramente las soluciones y refuerce el mensaje que se ha transmitido muchas veces: Argentina necesita ajustarse; y no puede esperar obtener una flexibilidad adicional. Y sería un error imperdonable e inconducente que el FMI se lo otorgue. Tampoco le conviene a la Argentina continuar con este modelo económico completamente insostenible, que ha sido auspiciado y mantenido durante años por razones políticas", enfatizó la fuente.

Lo importante de la declaración, es saber cómo piensan los bonistas. Y por dónde creen que deberían llegar las noticias para tener más confianza en el país.

Wall Street, territorio hostil 

Todos estos poderosos de Wall Street, están disconformes, disgustados y, en algunos casos, hasta indignados con Argentina. Pero, paradójicamente, no sólo con Argentina, lo que es un clásico. Sino ahora también con el organismo que maneja Kristalina Giorgieva.

Creen que el Fondo no fue lo suficientemente duro con el país y que el camino fiscal cerrado para el período 2022-2025 es demasiado flexible y poco exigente. Y que, en definitiva, no tuvo en cuenta la situación financiera de la Argentina para 2024, año en que debería comenzar a regularizarse la deuda renegociada hace un año y medio.

Consideran que el FMI cometió un error de raíz al cerrar el Acuerdo de Facilidades Extendidas al no exigirle al Gobierno de Alberto Fernández que firme un acuerdo que incluya estrictas reformas estructurales, lo que provoca un severo peligro de incumplimiento ante el poco nivel de exigencia que se le obligará a aplicar al país en el Facilidades Extendidas a 10 años.

Ilán Goldfajn, director gerente para el Hemisferio Occidental del FMI.

La posición ya había sido expresada en febrero pasado durante la presentación en sociedad que realizó el entonces recién llegado director gerente para el Hemisferio Occidental, Ilan Goldfajn, y que se había abierto a una videollamada ante un puñado de invitados del mercado financiero internacional identificados por operatorias con Buenos Aires; y las respuestas del brasileño-israelí no los satisfizo.

En aquella videoconferencia del 1° de febrero, Goldfajn había hablado de un plan “realista”; de la imposibilidad de obligar a la Argentina a aplicar reformas estructurales de fondo como laborales, previsionales o fiscales; y defendió el gradualismo con el que se cerraron las metas de déficit primario. Esta actitud enervó a los tenedores de la deuda criolla, que esperaban una actitud más firme, dura y directa desde el Fondo; no explicaciones sobre por qué se fue flexible con el gobierno de Fernández.

Ejerciendo presión

Periódicamente, al ritmo de la caída de los precios de los títulos públicos pos canje hacia los actuales niveles de default (pese a la cercanía real de un acuerdo con el FMI), fueron presentando comunicados y declaraciones públicas criticando la marcha del manejo de la economía argentina y reclamando al FMI que acelere las presiones por un Facilidades Extendidas.

La última presencia pública de los bonistas había sido el 1 de diciembre, cuando el grupo Ad Hoc le había exigido al Fondo través de un comunicado difundido desde redes sociales que presione para que el acuerdo se acelere y que se aplique un duro plan de ajuste. Y que éste les garantice que el país obtendrá hacia 2025 y en adelante los dólares suficientes como para cumplir con el compromiso de pago.

Sólo así, consideran, sus bonos volverían a detentar cierta competitividad en los próximos meses que les haga recortar las pérdidas. Y, eventualmente, poder colocarlos en los mercados perdiendo la menor cantidad de dólares posibles.

En el mensaje se afirmaba: “El Gobierno argentino está entrando en su tercer año sin articular un plan económico. Analizamos los problemas en febrero y nada ha cambiado. Dirigir una economía no debe ser un ejercicio político ni académico. Requiere soluciones reales, no dilaciones y fantasías interminables”.

La posición de los bonistas es compartida por Wall Street y los mayores operadores financieros internacionales. Esto quedó ayer en claro en la publicación del diario Financial Times, que se refirió al acuerdo alcanzado entre Argentina y el FMI, cuestionando las condiciones en que el organismo cerró el entendimiento.

En un artículo titulado “El acuerdo del FMI con Argentina necesita condiciones más duras”, el medio dejó marcada su postura sobre la negociación: “Decir que Argentina tiene una historia problemática con el FMI es quedarse corto. Una nación relativamente rica, el exportador de granos de América del Sur ha negociado no menos de 21 acuerdos con el FMI desde que se unió en 1956. La mayoría ha fracasado. Hay pocas razones para pensar que el vigésimo segundo acuerdo que se está negociando ahora tendrá más éxito”. Ahora se espera que la actitud de los bonistas vuelva a hacerse pública, se supone, luego del cierre del acuerdo con el Fondo.

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