Récord de delitos online en 2024: señales simples para no caer y cuidar tu dinero
Ante el crecimiento de los delitos informáticos, conviene ajustar rutinas, verificar cada contacto y sumar barreras de seguridad en pocos pasos.

Este tipo de delitos marcó cifras llamativas durante el 2024.
Los números del último año encendieron una alarma concreta: en Argentina se registraron más de 34 mil incidentes vinculados a delitos informáticos y el total subió más de 20% respecto del período previo, según el informe anual de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia. Detrás de esa cifra hay escenas conocidas.
Un llamado que pide “verificar” tu cuenta. Un link con una oferta imposible. Un código QR pegado en la calle que promete descuentos. Todo parece inofensivo hasta que mirás el resumen del banco. Por eso, más que tecnicismos, lo que hace falta es una rutina clara para cortar el camino al fraude: pausar, chequear y actuar con método.
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Llamadas que apuran: cómo frenarlas a tiempo
El libreto del estafador es viejo, pero efectivo. Te apura. Te pide códigos “de confirmación”. Te exige usuarios o contraseñas “para validar”. Una entidad seria no solicita datos sensibles por teléfono. Nunca. Si entra una llamada así, cortá el automático: no compartas nada nuevo, agradecé y cerrá. Después, contactá vos por un canal oficial. Buscá el número en la web del organismo, en la app o en la tarjeta.
Si era legítimo, te lo confirmarán por esa vía. Si no, te salvaste a tiempo. Señal de alerta extra: nadie debería enviarte a una sucursal con un CBU o indicarte que hagas una transferencia “ya mismo”. La urgencia es parte del engaño.
Sitios clonados y enlaces dudosos: atajos para no equivocarte
Las páginas falsas se perfeccionaron. Copian logos, colores y textos. ¿Cómo defenderte? Entrá a los servicios escribiendo la dirección a mano o desde marcadores de confianza. Si usás buscador, evitá los resultados patrocinados cuando se trata de pagos o trámites. Verificá la barra del navegador: que la dirección empiece con “https” y aparezca el candado. Si un link llega por correo, mensaje o red social, no lo abras de inmediato. Copiá la URL y mirala con calma. Ante operaciones sensibles, cerrá sesión al terminar y no guardes contraseñas en equipos ajenos. Ese minuto extra evita dolores de cabeza.
Hábitos que bajan el riesgo: redes, 2FA, WiFi y QR
Lo que contás en tus perfiles dice más de lo que imaginás. Evitá publicar ubicación en tiempo real, fotos de documentos o rutinas que te dejen expuesto. Ajustá la privacidad y revisá quién ve tus historias. Activá el doble factor de autenticación en correo, banca digital, redes y mensajería: esa segunda verificación bloquea accesos no autorizados incluso si alguien obtuvo tu clave. Con los códigos QR, jugá a favor tuyo: desactivá la apertura automática de enlaces en el lector y usá apps que muestren a qué dirección llevan antes de ingresar. No escanees pegatinas en postes, paradas o carteles sin identificar. Si vas a pagar con QR, chequeá en pantalla que el comercio sea el correcto.
La conexión online también importa. Para transferencias y claves, preferí los datos del teléfono. Si no queda otra y tenés que usar WiFi público, confirmá el nombre exacto de la red con el responsable del lugar y evitá mover dinero desde allí. Al terminar, pulsá “olvidar red” para que el equipo no se conecte solo la próxima vez. Mantené el sistema y las apps al día: muchas brechas se cierran con actualizaciones que ya están disponibles.
La ley te da herramientas. La normativa nacional de protección de datos personales reconoce tu derecho a saber qué información guardan las organizaciones sobre vos, con qué objetivo y cómo la usan. También podés pedir correcciones o la eliminación cuando corresponda. Consultar esos registros ayuda a detectar errores y ordenar tu identidad digital. Si algo no coincide, iniciá el reclamo por los canales formales y guardá las constancias. Con bancos, telefonías y plataformas, ese respaldo acelera respuestas.
Cuidarse no significa vivir con miedo. Es crear un pequeño protocolo personal. Antes de responder, preguntate si esperabas ese mensaje. Si una oferta suena perfecta, probablemente no lo sea. Si del otro lado apuran, tomá distancia. Y si ya hubo un error, actuá en cadena: cambiá claves, bloqueá tarjetas, activá alertas, avisá a tu banco y denunciá. Las estafas cambian todo el tiempo, pero también lo hacen las defensas. Con un puñado de hábitos simples, podés moverte en línea con más tranquilidad y mantener a salvo tus cuentas, tus datos y tu tiempo.