Radares, seguridad y pistas: así se arma la base que necesitan los F-16 en Argentina
El Presupuesto 2026 abre un plan trienal que moderniza un base con comunicaciones, seguridad, rampas y pistas para sostener la llegada de los F-16.

Estos aviones F-16 necesitan de instalaciones y tecnología acorde a su funcionamiento para operar de la mejor manera.
El Proyecto de Presupuesto 2026 trae una señal concreta: la modernización no se limita a sumar aviones. El foco está en el entorno que hace posible volar, mantener y proteger una flota compleja como la de los F-16. El esquema prevé inversiones desde 2026 hasta 2028. Apunta a base de instalaciones, servicios y procesos.
La meta es clara. Subir el estándar de operación y la disponibilidad. En criollo, construir el piso técnico que evita cuellos de botella cuando el nuevo sistema de armas empiece a rodar en serio. Sin infraestructura lista, cualquier caza rinde por debajo de lo esperado. Con soporte adecuado, cada hora de vuelo vale más.
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Cuatro frentes de inversión para los F-16
La documentación anexa detalla cuatro líneas de trabajo con impacto directo en la red de apoyo. Primero, se actualizan equipos de comunicación en las estaciones radar de Merlo, Tandil, Río IV y la Ciudad de Buenos Aires. El monto asignado asciende a $44.381 millones. Segundo, se implementa un sistema integral de seguridad y defensa para custodiar instalaciones, personal y operaciones vinculadas al F-16 en el Área Material Río IV y en la VI Brigada Aérea de Tandil.
La inversión prevista es de $892.477 millones. Tercero, se normaliza el servicio de rampa en quince brigadas, bases y destacamentos, con $23.296 millones. Cuarto, se refuerza la capacidad de mantenimiento de pistas y helipuertos del Grupo Construcciones en el Área Logística Palomar, con $34.580 millones.
Obras en Tandil y Río IV para esta nueva base
Las tareas más visibles se concentran hoy en dos nodos: la VI Brigada Aérea de Tandil y el Área Material Río IV, en Córdoba. Allí se adecuan hangares, se revisan sistemas eléctricos y contra incendio, se crean espacios de almacenamiento seguros y se ordenan flujos de trabajo para mantenimiento. La filosofía es simple. Sin energía estable, herramientas calibradas y layouts pensados para tiempos cortos, los costos suben y la disponibilidad baja.
Por eso se priorizan áreas críticas. También se estandarizan procedimientos de pista y plataforma. Cada mejora reduce riesgos, achica demoras y facilita la transición de los escuadrones a un avión con más exigencias técnicas y logísticas.
Supervisión y entrenamiento
El proceso no avanza a ciegas. En los últimos meses, equipos externos recorrieron las unidades para auditar avances y capacidades. Hubo visitas de la empresa Top Aces, de la Agencia Logística de Defensa de Dinamarca (DALO) y de la Air Force Security Assistance Training (AFSAT). AFSAT coordinó con la Fuerza Aérea el andamiaje de la formación prevista en la LOA. Se definieron fases de entrenamiento técnico y operativo, tanto para tripulaciones como para personal de tierra.
También se revisó la competencia en inglés de los pilotos, en línea con los estándares de operación del F-16. El objetivo es que, cuando lleguen los aviones, los equipos ya dominen procedimientos, listas de chequeo y protocolos de seguridad.
El capítulo de comunicaciones es clave para vigilar, coordinar y gestionar el tránsito aéreo. La actualización en Merlo, Tandil, Río IV y en la Capital busca enlaces más robustos y resilientes. Menos caídas. Más alcance. Mejor calidad de voz y datos. En paralelo, el sistema de seguridad incorporará sensores, perímetros reforzados, control de accesos y monitoreo continuo en puntos sensibles.
Es un mensaje nítido: proteger información, personas y material. En un entorno operativo moderno, la seguridad física convive con la ciberseguridad y con la disciplina de procesos. Todo suma para evitar intrusiones, sabotajes o pérdidas por errores humanos.
El frente de pistas y rampas tiene impacto transversal. Una superficie dañada multiplica inspecciones, desvía vuelos y acelera el desgaste del tren de aterrizaje. Con presupuesto específico para Palomar y con la normalización del servicio de rampa en quince unidades, se busca elevar la disponibilidad y homogeneizar estándares. Menos tiempos muertos. Más rotaciones seguras.
Respuesta más rápida ante roturas. Si el cronograma se cumple, entre 2026 y 2028 la Fuerza Aérea Argentina contará con un ecosistema más sólido para operar sus F-16. No se trata solo de sumar horas de vuelo. Se trata de formar gente, ajustar procedimientos y blindar instalaciones. Ahí está la diferencia entre tener aviones y poder usarlos todos los días con seguridad y regularidad.