Historias de medianoche

Cómo es la hibristofilia, la fascinación sexual por grandes criminales

Hay personas que se enamoran de los más despiadados delincuentes. ¿Cuáles son las características de este desorden y por qué se volvió tan frecuente en los últimos años? Los episodios más conocidos y la gente mala que encontró "el amor".

Facundo García
Facundo García miércoles, 3 de febrero de 2021 · 06:41 hs
Cómo es la hibristofilia, la fascinación sexual por grandes criminales
Robledo Puch recibía cartas de "admiradoras"

Desde lo racional, casi nadie podía explicar que jóvenes salidas de la próspera sociedad estadounidense de los años sesenta se enamoraran perdidamente de un manipulador roñoso como Charles Manson. Y sin embargo ahí estaban las chicas de su secta, La Familia, capaces -incluso después de quedar detenidas por homicidio- de seguir amando con devoción a su líder.

Argentina también tuvo casos de enamorados y enamoradas de asesinos. Después de acribillar a su esposa, sus dos hijas y su suegra con una escopeta, parecía que la vida afectiva del femicida Ricardo Barreda había tocado su fin. Créase o no, comenzó a cartearse con una mujer y formó pareja.

Otro: se dice que Robledo Puch, que a sus 20 años había sido condenado por 11 homicidios, 2 secuestros, 17 robos y 1 violación recibía gran cantidad de correspondencia amorosa

No son casos aislados. La hibristofilia es un desorden psicológico en el que las personas se sienten atraídas por lo que usualmente se conoce como gente mala. A ello se le ha sumado, con la mediatización de los crímenes -que para algunos se han convertido en un género más del entretenimiento- el atractivo brillo de la fama.

Lewis Powell, ejecutado por el asesinato de Abraham Lincoln. 

Hibris (en griego antiguo ὕβρις hýbris) suele traducirse como "soberbia" o "desmesura", un intento de ir más allá de los límites, sean cuales sean. Tal vez la contracara positiva y light de la hibristofilia sea la atracción por los rebeldes, los inconformistas y los bohemios. Pero en su faz más siniestra, se vuelve amor por asesinos seriales, violadores, etc.

En el caso de Manson, se ayudaba con algunos talentos musicales. Esta es su canción más conocida, en su propia voz:

"En el fondo es bueno"

Ted Bundy, quien confesó haber asesinado a 30 personas, formó pareja con Carol Ann Boone y tuvieron un hijo. "Lo condenaron injustamente", insistía la mujer, que luego se dio cuenta de su error. Sin embargo, en su afán por defenderlo encarnaba otra de las tendencias entre quienes se enamoran de los criminales: así como hay personas que los buscan para ganar fama, otras se acercan porque creen ver su "fondo bueno" o, al menos, aspiran a cambiarlos

Richard Ramírez fue uno de los violadores y homicidas más atroces de los ochenta. Satanista, doce asesinatos. También recibía decenas de cartas de enamoradas y formó pareja con una de sus "fans". Dicen que tenía un aliento fétido. Quizá alguien pensó en arreglarle la dentadura

Richard Ramírez, asesino serial.

En Mendoza, Nicolás Gil Pereg, quien todavía no ha sido condenado pero enfrenta la acusación por el homicidio de su madre y su tía, recibió al menos una carta de apoyo cuando acababa de ingresar en el penal. La desconocida autora del texto le llevó al detenido ropa y abrigo; aparte de aclarar que "no lo juzgaba". ¿Amor?

Y en las cárceles locales no es raro encontrar a peligrosos internos que logran sostener vínculos, a veces de modo problemático. El año pasado se conoció el caso de un sujeto que convenció a una muchacha para que tuvieran sexo y él la grabara. Después la amenazó con publicar las grabaciones si ella no le pagaba un chantaje. Lo condenaron por tentativa de extorsión.

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