La Paz, el pueblo en el que no pasa nada o se atrinchera una nena en una escuela
En La Paz viven 13 mil personas y está a 140 kilómetros de la Ciudad de Mendoza. Los hechos, el miedo a una masacre y la salud mental.

En La Paz viven 13 mil habitantes.
Marcos Garcia / MDZ“Acá no pasa nada”, insisten los vecinos de La Paz. Es que el departamento del oasis Este de Mendoza está a 140 kilómetros de la capital y tiene solo 13 mil habitantes, según el último censo. Los días pasan iguales, las casas bajas dibujan los amaneceres sobre la calle principal del pequeño aglomerado que suma unas 20 cuadras a la vera de la ruta 7.
Todos se conocen. El intendente Fernando Ubieta antes fue el gerente del Banco Nación, la reina de la Vendimia, la directora de la escuela y el playero de la estación de servicio. Hay pocas escuelas y una de ellas es la escuela Marcelino Blanco que ayer fue el centro de atención del país.
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La calle principal de La Paz
Una nena con una arma en la escuela
La noticia llegó por grupos de Whatsapp junto a videos tomados de distintos ángulos por distintos testigos del hecho que conmocionó al país: una nena de 14 años fue con un arma a la escuela, disparó al aire en al menos tres oportunidades y después de cinco horas de negociación entregó el revólver. No se registraron heridos.
La escena parecía irreal para el tranquilo pueblo de La Paz. Los vecinos no podían creer lo que pasaba. Todos conocen en menor o mayor medida a la familia de la adolescente o a algún pariente.
Los motivos, versiones, hipótesis y trascendidos le ganaron en velocidad a los videos de WhatsApp. Desde el posible caso de bullying, hasta el enfrentamiento con una docente, el consumo de estupefacientes o un posible embarazo. Pueblo chico infierno grande, todos dichos sin fundamentos. Ninguna de estas versiones fue confirmada por las autoridades que pusieron en primer lugar la integridad y los derechos de la niña.
El miedo a una masacre
La escena de una alumna con un arma en una escuela a los tiros trajo memorias que parecían borradas de la masacre de Carmen de Patagones donde Rafael Solich mató de un tiro en la cabeza a un compañero en la puerta de la escuela después de clases.
El contexto era similar, un estudiante en apariencia tímido y retraído, un pueblo pequeño, una escuela y un arma. La diferencia fue abismal: en La Paz no hubo ni un solo herido.
Sin embargo, la posibilidad de un desenlace fatal tuvo un vilo a todo el país y las autoridades provinciales no fueron ajenas. Hasta el gobernador Alfredo Cornejo dejó su agenda a un lado y en un operativo conjunto entre Seguridad, Dirección de Escuelas y Salud coordinaron la evacuación de la escuela y la negociación con la niña para que dejara de empuñar el arma.
La atención puesta en la salud mental
Después de salir del estrés por la situación, los estudiantes de la escuela Marcelino Blanco fueron a buscar sus bicicletas y mochilas al establecimiento escolar. Hoy no tendrán clases y mañana tendrán una jornada de reflexión institucional sin asistencia obligatoria para que puedan expresar lo que sienten.
Además, reforzarán los equipos de profesionales en el hospital de la zona para que en los próximos días los chicos, padres y docentes puedan tomar consultas.
Las demandas de los jóvenes se hicieron sentir ayer, pidieron más contención, ser tomados en cuenta por la institución y más actividades recreativas.
“Estos episodios no son fruto del azar. Se inscriben en lo que podemos llamar la criminología de lo posible: la violencia ocurre porque el arma está disponible y porque las señales previas no fueron detectadas. No hay crimen organizado detrás ni beneficio económico. Hay adolescentes en conflicto que encuentran en un arma la forma de amplificar su furia”, explicó en MDZ el psiquiatra forense y presidente de la Asociación Argentina de Victimología, Enrique De Rosa Alabaster.
“No se trata de clausurar el episodio como una anécdota policial, sino de leerlo como una advertencia. Porque mientras no entendamos que estos hechos son síntomas de un malestar colectivo, los jóvenes seguirán gritando su desesperación de la manera más brutal: con un arma en las manos”, cerró.