Inteligencia artificial: el mito de la burbuja y la transformación que ya está en marcha
Por qué las críticas a la inteligencia artificial repiten viejos miedos tecnológicos y por qué ignorar su impacto real solo retrasa la adaptación al futuro.
Ante un rápido crecimiento de la inteligencia artificial hay quiénes esperan que fracase.
ShutterstockHay una palabra que se repite cada vez que una nueva tecnología crece más rápido de lo que sus críticos pueden comprender: burbuja. Es un término que funciona como mecanismo de defensa y sirve para tranquilizar a quienes se sienten superados por la velocidad de los cambios, y se ha convertido en una forma disfrazada de decir: “esto me incomoda, ojalá fracase”.
Así, detrás de cada nueva ola tecnológica, reaparece el mismo argumento: no es real, es puro humo y todo explotará. Pasó con internet, con los teléfonos móviles, con las redes sociales, con las criptomonedas y ahora con la inteligencia artificial (IA). Pero llamar “burbuja” a todo lo que crece rápido es una forma de sesgo: no analiza lo que ocurre, sino lo que a uno le gustaría que suceda.
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Lo que pasa con la IA no es una exageración ni una fantasía financiera. Es un cambio estructural de cómo se produce, se consume y se organiza el trabajo. Lo que antes requería una oficina llena de empleados, ahora puede hacerlo un sistema automatizado que redacta, traduce, analiza datos, diseña imágenes, programa código o planifica campañas de marketing. Y eso cambia tanto los negocios como la lógica de la economía. No hace falta que cada herramienta individual sea perfecta, lo que importa es el efecto acumulado de miles de procesos que antes eran humanos y que ahora pueden hacerse a escala, en tiempo real y con un costo marginal cercano a cero.
Sin embargo, frente a este proceso, muchas voces insisten en que todo es exagerado, ya que no hay mejoras reales y los datos no muestran ganancias de productividad. Para eso, eligen ejemplos puntuales, experimentos pequeños o casos donde la tecnología no funcionó como se esperaba. Si un grupo de programadores fue más lento usando una herramienta de IA, eso alcanza para concluir que todo el fenómeno es una ilusión. Si las empresas invierten sumas enormes en infraestructura para IA, eso se interpreta como una señal de exceso irracional, en lugar de entenderse como una apuesta a futuro, como se hizo con los ferrocarriles, la electricidad o la computación.
Estas críticas no buscan comprender, intentan contener el vértigo. Y en ese intento, reducen todo a una narrativa simple: si no comprendo cómo genera valor, entonces debe ser una estafa. Si no veo de inmediato una transformación en los números tradicionales de la economía, entonces nada sucede. Es una forma de negación disfrazada de escepticismo.
La IA crece más allá de lo que los modelos mentales heredados pueden tolerar. Por eso, muchos la llaman burbuja. No porque estén viendo algo que los demás no ven, sino porque se resisten a aceptar lo que ya es evidente: que estamos ante un cambio profundo, incómodo e irreversible. Y que negar su impacto no lo frena, solo retrasa nuestra capacidad de adaptarnos a lo que viene.
Las cosas como son
Mookie Tenembaum aborda temas de tecnología como este todas las semanas junto a Claudio Zuchovicki en su podcast La Inteligencia Artificial, Perspectivas Financieras, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.

