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Emilio Pettoruti en Resistencia, Chaco: la restauración de un mural extraordinario

Una obra maestra de Emilio Pettoruti renace en Chaco: el mural de Resistencia es restaurado y revela su belleza original para las futuras generaciones.

El mural restaurado

El mural restaurado

Gentileza.

En el hall principal de la Casa de Gobierno de la Provincia del Chaco, un resplandor nuevo devuelve a la vida uno de los murales más singulares del arte argentino moderno. “Empuje”, concebido por Emilio Pettoruti en 1962 y realizado al año siguiente en mosaico veneciano, acaba de ser restaurado y reabierto al público. Su historia —nacida de una visita fugaz del maestro a Resistencia y de un boceto que dormía en sus carpetas desde 1918— resume la aventura estética de un artista que hizo del movimiento y la luz su forma de expresión.

Una visita inesperada que cambió el paisaje

Corría 1962 cuando el maestro Emilio Pettoruti (1892-1971), residente en París desde hacía más de dos décadas, regresó al país para recibir un homenaje por sus setenta años de vida. El reconocimiento, organizado por el Ministerio de Educación y Cultura y la Academia Nacional de Bellas Artes, significó un desagravio tardío hacia quien había sido, desde su irrupción en 1924, uno de los grandes innovadores de la pintura argentina.

En esa oportunidad, Pettoruti decidió viajar al Chaco para visitar El Fogón de los Arrieros, institución cultural con la que mantenía una estrecha amistad. Allí fue recibido por su impulsor, Aldo Boglietti —“el peón fogonero”—, arquitecto y animador del movimiento artístico chaqueño. Durante esa breve estadía, Pettoruti conoció la Casa de Gobierno, cuya primera etapa constructiva recién se había completado. Frente a los amplios muros desnudos del hall, concibió la idea de dejar allí una obra monumental: un mural que expresara, según sus palabras, “la energía vital y la pujanza de esta tierra”.

Ese impulso inicial se transformaría, en pocos meses, en una de las obras más emblemáticas del arte público chaqueño.

Del boceto de juventud al mural monumental

La idea de Empuje no nació de cero. En realidad, Pettoruti recuperó para este proyecto un dibujo realizado hacia 1918, en su primera etapa de experimentación futurista. En esos años el joven artista, en su etapa formativa de Italia, se encontraba fascinado por la representación del movimiento y por las posibilidades decorativas del mosaico y el vitral, técnicas que integraban color, ritmo y estructura.

De aquella serie de estudios —hoy conservados parcialmente en la Fundación Pettoruti— surgió el diseño base que, más de cuatro décadas después, daría forma al mural chaqueño.

Pettoruti no quiso reproducir un tema local, sino traducir en lenguaje plástico la idea de empuje —de avance— que percibió en el pueblo chaqueño”, explica el historiador Rodrigo Gutiérrez Viñuales, especialista en arte público del Nordeste argentino.

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En proceso de restauracíon.

En proceso de restauracíon.

El lenguaje del mosaico veneciano

El mural fue realizado en mosaico veneciano, una técnica milenaria que utiliza pequeñas teselas de pasta vítrea —de uno o dos centímetros— aplicadas sobre un soporte de cemento. La elección no fue casual: el mosaico refleja la luz de modo cambiante, vibrante, y multiplica el color en miles de destellos.

Para Pettoruti, obsesionado desde sus inicios con la representación del movimiento, el mosaico era un medio ideal. Cada fragmento funciona como una pincelada congelada que, al unirse con otras, produce una sensación de dinamismo. Así, el mural “Empuje” traduce en materia física una de las preocupaciones centrales del artista: cómo detener el tiempo sin inmovilizar la energía.

El proyecto fue coordinado por Aldo Boglietti, quien dirigió la ejecución técnica junto a los artistas Óscar Capristo y Eduardo Unertl. Pettoruti, ya de regreso en Europa, supervisó la correspondencia, envió muestras de color y aprobó el montaje final. El mural se inauguró el 6 de octubre de 1963, apenas un año después de aquella visita decisiva del maestro.

Una obra colectiva, un legado único

Aunque Pettoruti no participó físicamente en la instalación, Empuje debe considerarse una obra suya en toda regla.

Se trata, del único mural público conocido de Pettoruti, lo que le confiere un valor histórico excepcional. Su presencia en el corazón institucional del Chaco refuerza el espíritu del “Plan de Embellecimiento Urbano” impulsado por El Fogón de los Arrieros desde comienzos de los años sesenta: la idea de que el arte debía salir de los museos y habitar el espacio cotidiano.

Detalle del proceso de restauración técnicos limpiando y reinstalando mosaicos faltantes
Detalle del proceso de restauración. Limpieza y reinstalación de faltantes.

Detalle del proceso de restauración. Limpieza y reinstalación de faltantes.

Restaurar la energía

El tiempo, sin embargo, no había sido benévolo. Las filtraciones, el polvo y los cambios de temperatura afectaron durante décadas el mosaico, opacando su color y desprendiendo piezas. En 2024, el Instituto de Cultura del Chaco, con apoyo del Consejo Federal de Inversiones (CFI) y especialistas de la Universidad Nacional del Nordeste, emprendió una restauración integral.

El proceso incluyó limpieza química con soluciones neutras, restitución de teselas perdidas, sellado de juntas y reintegración cromática. “La tarea más difícil fue devolver la vibración de la superficie, esa luz interna que caracteriza al mosaico veneciano”, explicó la restauradora Elisa Martínez, responsable técnica de la intervención. Durante los trabajos se descubrió, detrás del panel, una inscripción con la fecha de inauguración y los nombres de los artesanos que participaron en 1963.

La restauración concluyó a mediados de 2025, y esta semana el mural fue reabierto al público, acompañado de una exposición documental que reunió bocetos, fotografías y correspondencia original del archivo Pettoruti.

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Una témpera, proyecto de mosaico de la época de la concepción original del mural.

Una témpera, proyecto de mosaico de la época de la concepción original del mural.

El empuje como metáfora

Más de sesenta años después, Empuje conserva intacto su sentido: una alegoría del esfuerzo colectivo y de la confianza en el futuro.

El mural chaqueño sintetiza, como pocas obras, las ideas que Pettoruti desarrolló en su autobiografía “Un pintor ante el espejo” (1968): la fe en la modernidad, la fusión entre arte y arquitectura, y la búsqueda de una belleza dinámica. “El movimiento es la vida”, escribió allí. En “Empuje” esa frase cobra forma tangible, hecha de miles de teselas que avanzan juntas hacia la luz.

* Carlos María Pinasco es consultor de arte.

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