El momento del AD10S: el día que los políticos argentinos usaron el funeral de Diego Maradona
El velorio de Diego Maradona en Casa Rosada generó polémicas sobre la intención oficial de usar la figura del 10 como herramienta de legitimación.
El 26 de noviembre del 2020 comenzó el funeral de Diego Maradona, el astro argentino que marcó a generaciones enteras, a las seis de la mañana y se extendió hasta entrada la tarde. Las personas que entraban lo hacían entre lágrimas y sollozos, gritando su amor por el 10 y arrojando camisetas y banderas hacia el ataúd.
La ceremonia duró un solo día, ya que la Argentina transitaba la pandemia de covid 19, y tuvo que finalizar de manera abrupta debido a varios incidentes en los que los hinchas tiraron algunos vallados colocados por la Policía e ingresaron al predio.
Te Podría Interesar
El funeral de Maradona tuvo lugar en Casa Rosada, y de acuerdo con estimaciones oficiales más de 700 mil personas fueron a decirle adiós a la estrella del fútbol argentino.
Un funeral convertido en escenario político
Se trató de una de las despedidas más multitudinarias de la historia argentina, la cual tuvo como sede la casa de gobierno, aun cuando Diego Maradona nunca fue funcionario, miembro o asesor de alguna administración. Esta situación generó polémica sobre los límites (cada vez más difusos) entre un homenaje institucional y el uso político de las figuras populares.
Debido a que Maradona nunca ocupó ningún rol estatal, la elección de la sede presidencial encendió las sospechas de que el Gobierno buscaba capitalizar la potencia emocional del “AD10S” para reforzar su propio relato en un momento de crisis.
Christian Schwarz, politólogo y docente de la Universidad Católica Argentina, explicó que el motivo detrás de la decisión del gobierno de velar al futbolista campeón del ‘86 residía en una cuestión “partidaria” más que “como un honor del Estado argentino”. Para el especialista, si el objetivo hubiera sido rendir homenaje desde las instituciones, existían alternativas históricas y simbólicamente más neutrales como “el Congreso, por ejemplo, donde se vela a los presidentes”.
De Berlín '36 a Diego Maradona en Casa Rosada: el deporte como herramienta de poder
El uso político del deporte no nació en Argentina ni en 2020. Se trata de un mecanismo global que posee ejemplos esclarecedores incluso en décadas pasadas. Schwarz recuerda que los regímenes tanto democráticos como autoritarios suelen apropiarse de figuras deportivas para amplificar discursos y legitimar decisiones.
Desde los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 hasta la Alemania Federal de Munich 1972, en la que se tuvo "como objetivo mostrar que Alemania Federal era nuevamente un país económicamente relevante bajo un sistema democrático liberal". el deporte funcionó como una vidriera del poder y un recurso para moldear percepciones públicas.
En ese mismo patrón, el Gobierno argentino encontró en el velorio de Maradona una oportunidad para asociarse emocionalmente a un ícono que atravesaba a generaciones enteras. Es decir, no se trató solo de un homenaje, sino que fue un mensaje político escenificado sobre un duelo colectivo.
La borrosidad entre Estado y Gobierno
En Argentina, la línea que separa lo estatal de lo gubernamental suele perder nitidez.
“Es un rasgo típico de la cultura argentina y latinoamericana: la borrosidad entre lo público-estatal-gubernamental”, señala Schwarz. Esa confusión se ve en prácticas cotidianas, como llamar “Televisión Pública” a lo que en realidad es un medio estatal o directamente gubernamental, y reaparece cada vez que un gobierno intenta absorber símbolos que pertenecen al conjunto de la sociedad. Por lo tanto, el funeral del 10 de alguna forma expuso esa misma lógica.
La pasión como capital político
La explicación de por qué los gobiernos recurren a figuras populares (y especialmente deportivas) puede encontrarse en la escena más recordada y citada de la película ganadora del Óscar “El secreto de sus ojos”. Siguiendo a Guillermo Francella, “una persona puede cambiar de cualquier cosa, salvo de pasión”, por lo que la política cambia, pero la pasión continúa intacta.
“Como la pasión es constante es algo donde la política trata de acercarse”, explica Schwarz.
Por lo tanto, como afirmó en su momento el periodista Jorge Lanata en su programa Periodismo Para Todos, “la muerte de Diego expuso las miserias de la política argentina”. Además, subrayó que el Gobierno había encontrado en la figura del 10 “una oportunidad de apropiarse del duelo popular” para reforzar su narrativa en plena pandemia.
Para el periodista, el velorio en la Casa Rosada fue “más un gesto de conveniencia que un acto institucional” y funcionó como “un espejo que mostró cuánto necesitan los gobiernos colgarse de los ídolos cuando la legitimidad empieza a flaquear”.
El episodio también mostró hasta qué punto la política argentina busca capturar celebridades, mitos y momentos de consagración popular, sin embargo esa estrategia ya no garantiza resultados. Schwarz recuerda la escena de 2022 en la que la Selección campeona del mundo regresó al país y los jugadores ignoraron abiertamente a los funcionarios que esperaban para sacarse una foto. Allí, la distancia entre la política y la pasión genuina se hizo tangible.
La historia argentina está llena de figuras populares convertidas en banderas partidarias, como Eva Perón, Carlos Monzón o incluso Jorge Luis Borges. Pero pocas veces esa utilización fue tan visible (y tan cuestionada) como en el último adiós a uno de los ídolos más grandes de todos los tiempos.





