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El icónico Pasaje San Martín: mil historias a un año de cumplir el siglo de vida

Primer edificio sismorresistente post-terremoto de 1861, pionero en ascensores y vitrales franceses: el Pasaje San Martín es todo un ícono de Mendoza.

Tango en la celebración del 99° aniversario del Pasaje San Martín.

Tango en la celebración del 99° aniversario del Pasaje San Martín.

Milagros Lostes - MDZ

A un año de cumplir un siglo de vida, el Pasaje San Martín se erige no sólo como una estructura de concreto y hierro, sino como algo vivo que respira historia por cada uno de sus rincones. A sus 99 años, este ícono mendocino continúa siendo un microcosmos de la sociedad y un guardián de recuerdos que resisten el olvido.

La celebración reunió en la puerta del renovado Café Mundial a vecinos, autoridades y administradores del edificio; compartiendo esas historias que tejen la identidad del lugar.

Allí, entre anécdotas y café, el intendente Ulpiano Suárez compartió uno de esos recuerdos: "Yo venía de chiquito, entre los 70 y 80, con mi abuelo Ulpiano. Vivíamos en La Consulta, 100 kilómetros de acá. Mi abuelo era el farmacéutico y venía cada 15 días a buscar los pedidos en las distintas droguerías y laboratorios y había un infaltable: venir acá a comprar sus habanos. Era cosa de otra época -agregó-, atendía en la farmacia con el habano puesto en la boca".

Un microcosmos mendocino

Entre sus 154 unidades, repartidas entre oficinas, departamentos y locales comerciales, solo un espacio permanece desocupado. El resto bulle con la actividad de abogados, psicólogos, tatuadores, comerciantes y clientes que saben con precisión lo que allí pueden conseguir: el arreglo de ese reloj que es una reliquia familiar, ese determinado tabaco y hasta no hace mucho tiempo también el preciso rincón de la fotografía analógica. Pero acá nos detendremos enseguida.

100 aniversario Pasaje San Martín 20
Los vitrales cuentan con un enorme valor artístico y arquitectónico.

Los vitrales cuentan con un enorme valor artístico y arquitectónico.

Un joven abogado que alquila uno de los departamentos a modo de estudio jurídico comenta sobre esta variedad: "Hay de todo. Departamentos que son un lujo de la aristocracia mendocina, y otros que no. Hay oficinas de psicólogos, abogados, tatuadores, comercios. El edificio está en general muy bien cuidado y están siempre haciendo cosas para ponerlo en valor. Han arreglado los ascensores que son muy lindos y restaurado los vitrales de las cúpulas. El departamento que yo alquilo es lindo, pero estuvo muchos años abandonado así que tengo que ir poniéndole onda".

Esta dedicación por la conservación no es menor. Es fundamental para un edificio que, en sí mismo, es una pieza de museo en funcionamiento. Declarado Patrimonio Cultural provincial y Patrimonio Artístico y Arquitectónico de la Ciudad de Mendoza, el Pasaje San Martín fue una revolución en su tiempo. Tras el terremoto de 1861, se erigió como el primer edificio en altura de la provincia, pionero en ser sismorresistente y el primero en contar con ascensores.

Pasaje San Martín ascensor y puerta

Un poco de los ascensores.

Concebido por Escorihuela Gascón, proyectado por Ludovig Froude y dirigido por el ingeniero Edmundo Romero, su diseño se inspiró en la galería italiana Vittorio Emanuele II. Durante décadas, ostentó el título del edificio más alto del oeste mendocino. Sus distintivos tres ascensores ingleses centenarios que aún funcionan a la perfección, y sus majestuosos vitrales de estilo Art Nouveau, los más grandes de Mendoza y fabricados en Francia, son testigos mudos de las millones de vivencias urbanas en casi cien años.

El último bastión de la fotografía analógica

No todos los recuerdos habitan en el pasado lejano. Hasta hace pocos meses, uno de los locales era un bastión de resistencia: un servicio técnico para cámaras analógicas atendido por Daniel Sendra. Daniel falleció, el local cerró. Para la comunidad fotográfica, su espacio era mucho más que un comercio; era un santuario.

DANIEL SENDRA PASAJE SAN MARTIN DSC_7931 (1).jpg
Daniel Sendra retratado hace tan sólo un año.

Daniel Sendra retratado hace tan sólo un año.

Mis compañeras fotógrafas lo recuerdan con afecto: "Quizás el último bastión de la fotografía analógica. No conocí otro espacio así, tenía casi un museo de cámaras. Podías conseguir de todo: desde repuestos hasta un técnico que la arreglara… lo cual es muy difícil de conseguir, no hay quien arregle cámaras, tenés que mandarlas a Buenos Aires. Él sabía muchísimo, era interesante escucharlo".

La fotógrafa de esta nota, mientras dábamos pasos curiosos en el Pasaje, me describe a Sendra como alguien muy “charlador, amable, siempre dispuesto a intentar arreglar incluso lo que parecía no tener arreglo. Me veía muy joven para hacer cosas analógicas, me preguntaba por qué iba y así charlábamos mucho”. Ese local, exactamente frente al Café Mundial, encapsula la esencia del Pasaje: la capacidad de renovarse guardando en su memoria las huellas de lo que fue.

Hacia el centenario con historias y leyendas

De las miles de historias, hay hasta una leyenda urbana que añade un halo de misterio. Se dice que en el Pasaje San Martín se esconde una de las siete puertas al infierno, un dato curioso que circula entre sus visitantes y que forma parte del folclore urbano que rodea a este edificio centenario.

Puerta del infierno

Con el reconocimiento de "Edificio Embajada de la Paz" recibido en 2022 y la vista puesta en los festejos de 2026, el Pasaje San Martín se encamina hacia su centenario no como una reliquia estática, sino como un organismo dinámico. Es un lugar donde conviven el lujo y lo sencillo, los recuerdos de los habanos de un abuelo con la persistente imagen de un técnico reparando cámaras en un mundo digital. A un año de los cien, cada uno de sus pisos, cada uno de sus vitrales y cada una de sus puertas susurran que la verdadera grandeza de un edificio no está solo en su altura, sino en la profundidad de las historias que protege entre sus paredes.