Educación: del saber a las competencias: qué habilidades necesitan los chicos hoy
Pensamiento crítico, creatividad y habilidades socioemocionales: por qué la escuela debe entrenar competencias clave y cómo puede acompañar familia.
La capacidad de argumentar, de pensar según distintas lógicas es algo que puede ejercitarse todos los días.
Archivo MDZDe los conocimientos a las competencias. El mundo tal como lo conocemos se está transformando rápidamente. Las tecnologías, la inteligencia artificial, los cambios climáticos y poblacionales configuran escenarios de vida muy distintos a los del siglo pasado. Esta es una realidad que se está teniendo en cuenta cada vez que se plantea la pregunta acerca de cómo hay que transformar la educación para responder a los tiempos que corren.
Estamos de acuerdo en que no se trata solo de una cuestión de currículos, de definir qué contenidos se enseñarán, si no más bien de qué tipo de habilidades, carácter y valores será necesario cultivar en los niños para que puedan desarrollarse plenamente en el mundo que les toca. La mayoría de los especialistas coinciden en que la escuela dejará de enfocarse en la memorización, y pasará a entrenar competencias más complejas como el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración, la alfabetización digital y el pensamiento ético.
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¿Cuáles son las habilidades clave?
Organismos internacionales como la OCDE y Unesco convocaron, hace varios años ya, a especialistas de distintas disciplinas para pensar la educación del futuro. La OCDE, en la publicación titulada Future of Education and Skills 2030 sugiere que para esa fecha los sistemas educativos deberían lograr estudiantes con agencia, es decir, capaces de tomar decisiones informadas y poseedores de un conjunto de competencias que integran conocimientos, habilidades, actitudes y valores. Las tres competencias que se consideran “transformadoras” en ese documento son: las de crear nuevos valores, en el sentido de innovar y resolver problemas inéditos, la de conciliar tensiones y dilemas y la de asumir responsabilidades.
Unesco, por su parte, habla desde hace años de las famosas “4C”: comunicación, colaboración, pensamiento crítico y creatividad como núcleo del aprendizaje para el siglo XXI. Esto no quiere decir que los saberes tradicionales perderán vigencia. No, los saberes clásicos (lectura comprensiva, matemática, ciencias y humanidades) son estructurantes del pensamiento y lo seguirán siendo. Lo que cambia es que ya no se tratará de guardar datos en la memoria, sino de usar esos datos para desarrollar nuevas competencias.
Ahora bien, ¿cuáles son esas competencias que los ayudarán a manejarse mejor en el mundo que se está configurando? Entre los especialistas, las que más se repiten son:
- Pensamiento crítico y resolución de problemas, esto es tener la capacidad de analizar la información, contrastar fuentes, distinguir datos de opiniones. Es la base para no quedar atrapados en la desinformación y para convivir con la inteligencia artificial sin delegar el juicio humano.
- Creatividad e innovación: ya no se trata solo de “ser original”, sino de combinar información de forma nueva para crear soluciones, productos o relatos que tengan sentido social y ético. En este sentido, metodologías como el “aprendizaje basado en proyectos”, han demostrado ser muy útiles para mejorar la creatividad, colaboración y pensamiento crítico.
- Colaboración y trabajo en equipo: saber trabajar con otros, negociar desacuerdos, liderar, y también dejarse liderar, son aprendizajes tan clave como el conocimiento específico de cualquier disciplina.
- Comunicación: los estudiantes deberán entrenarse en escritura, pero también en expresión oral, en hablar en público y en escuchar activamente a los otros.
- Alfabetizaciones múltiples: digital, informacional y mediática: además de saber escribir y leer, que seguirán siendo habilidades fundamentales, habrá que entrenarse para leer críticamente distintos formatos bajo los cuales se presenta la información.
- Competencias socioemocionales: la resiliencia, empatía, manejo de la frustración, flexibilidad, iniciativa serán habilidades emocionales decisivas para navegar cambios constantes y trabajos cambiantes.
- Aprender a aprender (metacognición): en un contexto donde los conocimientos técnicos cambian rápido, importa saber cómo organizar el propio estudio, monitorear la comprensión, pedir ayuda y actualizarse.
¿Y cómo nos preparamos?
Mientras los especialistas analizan y ensayan nuevas propuestas educativas, los padres y madres pueden alentar el desarrollo de esas competencias con acciones cotidianas:
- Incentivarlos a que expliquen sus ideas, analicen sus pensamientos y opiniones. La capacidad de argumentar, de pensar según distintas lógicas es algo que puede ejercitarse todos los días.
- Conversar sobre lo que ven en las redes sociales, los juegos online: ¿qué les gusta? ¿Cuál es el argumento del juego? Promover el pensamiento propio y crítico frente a lo que ven, los mensajes que les llegan, etc.
- Cuidar los tiempos y contenidos que pasan frente a las pantallas, para guardar espacios y tiempos de lectura, de juego libre, de aburrimiento, donde los estímulos sean menos y más lentos.
- Tomar el error como parte del aprendizaje, y no como algo que avergüenza, para trabajar la frustración y el esfuerzo, frente a la inmediatez a la acostumbran los contenidos digitales.
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