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Calma el frío sin subir la factura: trucos caseros para un hogar calefaccionado

Con soluciones sencillas y objetos cotidianos, puedes mantener un clima agradable sin encender sistemas de calefacción y evitar el frío.

Con pequeños ajustes, convertirás tu casa en un refugio cálido, reducirás el consumo energético y sumarás bienestar en cada rincón.

Con pequeños ajustes, convertirás tu casa en un refugio cálido, reducirás el consumo energético y sumarás bienestar en cada rincón.

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Cada temporada helada despierta el mismo dilema: ¿subo el consumo de energía o busco alternativas más baratas para no tener frío? Antes de pensar en calentar con aparatos, quizá convenga hacer un inventario de lo que ya hay en casa.

Un par de ajustes, materiales simples y algo de organización basta para transformar cualquier rincón en un espacio templado. Así, evitarás facturas elevadas y disfrutarás de un ambiente cómodo con gestos naturales.

Evitar el frío con estos trucos puede ser beneficioso para el bolsillo

La fuente de energía más poderosa está fuera de la ventana: el sol. Mientras amanece y el cielo esté despejado, abre al máximo persianas y cortinas. Verás cómo la luz calienta el aire y las superficies. Cuando el día termine, bájalas sin demora para retener ese calor. Por otra parte, el suelo es uno de los puntos por donde se escapa la mayor parte del frío. Colocar alfombras densas en las zonas de paso no solo añade un toque de estilo, sino que impide que la temperatura baje de golpe bajo tus pies.

Cómo evitar que el frío entre a tu casa. Foto: Freepik
Cómo evitar que el frío entre a tu casa. 

Cómo evitar que el frío entre a tu casa.

Estrategias al alcance de tu hogar

Antes de encender cualquier fuente de calor, inspecciona tu casa buscando rendijas y grietas. Esas pequeñas aberturas en ventanas o puertas pueden arruinar cualquier otro esfuerzo. Con burletes adhesivos, goma espuma o incluso tejidos enrollados podrás sellarlas en unos minutos. A su vez, revisa la posición de tus muebles. Si un sofá o una estantería bloquea la entrada de luz o dificulta la circulación del aire templado, redistribúyelos. Dejar libres los canalones por donde se filtra el calor garantiza un reparto homogéneo de la energía.

Cuando el sol ya no calienta, entra en escena el poder de las cortinas y las puertas. Elige telas gruesas o con forro térmico y asegúrate de que cubran por completo el ventanal. Al caer la noche, baja cada paño hasta el suelo y crea una barrera contra el fresco exterior. De igual forma, cierra los cuartos que no utilices. Concentrar el calor en el espacio que habitas es mucho más eficiente que intentar climatizar toda la casa a la vez.

En estancias pequeñas o rincones de lectura, las velas pueden ser aliadas inesperadas. Una llama aporta fracción de calor y una atmósfera íntima que hace más agradable cualquier tarde fría. Solo asegúrate de colocarlas en soportes estables y de apagarlas antes de dormir. Para completar el cuadro, mantas y cojines mullidos cumplen la doble función de abrigar tu cuerpo y separar el contacto con superficies heladas. Una frazada de tejido espeso y un par de almohadones en el sofá son suficientes para sentir un calor extra sin encender nada.

Probar estos consejos de forma combinada puede marcar la diferencia: imagina entrar en una sala donde el sol del mediodía te recibe, los burletes impiden cualquier fuga de aire y un tapete mullido te invita a pasear sin frío. Por la noche, cortinas bien colocadas y puertas cerradas concentran el calor, mientras que velas y textiles aportan confort. Ajusta cada práctica según tu rutina y las particularidades de tu hogar. Con pequeños ajustes, convertirás tu casa en un refugio cálido, reducirás el consumo energético y sumarás bienestar en cada rincón. ¡Anímate a experimentar y comparte estos trucos con quienes también quieran sentir la calidez del invierno sin facturas inesperadas!