Presenta:

Brenda Tróccoli: "Gilda es la abuela de mis hijas y muy parte de este libro"

La coach y puericultora Brenda Tróccoli, presenta “El nudo invisible”, un libro para sanar la propia infancia y transformar la crianza en familia.

Brenda Tróccoli

Brenda Tróccoli

Agustin Tubio / MDZ

En el living de MDZ, Brenda Tróccoli vuelve a conversar sobre los desafíos de la crianza en tiempos de cambios profundos. Esposa, mamá de dos niñas, coach ontológica, puericultora y especialista en crianza, presenta su primer libro, El nudo invisible, donde explora cómo las heridas de nuestra propia infancia condicionan el modo en que acompañamos a nuestros hijos. Entre historias reales, mirada biológica y herramientas concretas, la autora invita a revisar el pasado para construir vínculos más sanos y conscientes en el presente.

Si te perdiste la charla anterior, te invito a ingresar a los canales de MDZ Online y buscar la entrevista en la que Brenda nos dejó un título bastante llamativo acerca de la maternidad y la subrogación de vientres.

Mira la entrevista a Brenda Tróccoli

Entrevista Brenda Tróccoli

-Bienvenida, Brenda, El nudo invisible, un título que nos llama mucho la atención. ¿Qué es El nudo invisible?

-Muchísimas gracias, Marisa. Bueno, El nudo invisible viene a hacer un recorrido por las historias de crianza de mamás y papás. En realidad, lo que intenté retratar es cómo las heridas de nuestra propia infancia nos condicionan a la hora de criar. Muchas veces las familias llegan a mí con conflictos que, aparentemente, son conflictos de los hijos, pero en realidad el conflicto está en cómo mamás y papás todavía tenemos nuestras heridas infantiles sin sanar, sin recorrer, sin transitar. Es un libro que hace un recorrido desde la gestación hasta la adolescencia. Hay situaciones que fueron muy invisibilizadas porque venimos de crianzas donde se hablaba muy poco de emociones. Hoy estamos ante un paradigma que, por suerte, está abriendo más el tema emocional, y nos encontramos con estos conflictos a la hora de criar: ¿son conflictos de nuestros hijos o son conflictos propios que no nos permiten contener y gestionar las emociones de ellos y las nuestras también.

-¿Y nos invitás a asomarnos a esos conflictos con la esperanza de poder solucionar algunas cuestiones?

-Sí, y también de validarnos. Creo que es muy importante validar que nosotros hemos pasado por un montón de situaciones a lo largo de nuestra vida que han sido invisibilizadas. Por eso se llama El nudo invisible: cuando hablamos de problemas en la infancia y nos encontramos, por ejemplo, con una muerte, una separación conflictiva o violencia explícita, evidentemente vamos a saber que eso ha dejado huellas en nuestra vida adulta. Pero hay un montón de situaciones que parecen pequeñas, que culturalmente estuvieron muy aceptadas y que fueron dejando heridas que siguen abiertas. Justamente cuando nuestros hijos nos confrontan con determinados problemas o situaciones, esos conflictos salen a la luz.

Ese nudo invisible es rescatar al niño que fuimos, pero desde un lugar muy humano. Creo que el primer objetivo del libro, más que lograr algo con nuestros hijos, es validarnos. Es importante darle voz a esos años de nuestra vida para que dejen de gritar en situaciones que no corresponden. ¿Cuántas veces nos encontramos resolviendo conflictos con nuestros hijos desde la bronca, la ira o la angustia, cuando quizás ese conflicto es solo la punta del iceberg?

-Claro. Y veíamos a lo largo del libro distintas herramientas, prácticas, concretas, y también veíamos el destacado en negrita. ¿Quién decidió ese destacado, Brenda?

-Eso lo fuimos trabajando con Ana Wajszczuk, mi editora. Fue muy lindo hacer este trabajo con ella porque para un autor es muy importante tener una mirada externa, alguien que pueda resaltar cosas que uno, al repetir tanto el tema, quizás deja de ver. Junto con Ana fuimos decidiendo todas esas partes resaltadas, y cuando ella me las mostró me parecieron impecables. No tuve nada que agregar.

-Qué bueno. Y mencionás en los agradecimientos especialmente a “las familias poderosas”. ¿Quiénes son?

-Las "Familias poderosas" son la comunidad virtual. Mi perfil nace en redes sociales. Empecé hace casi siete años a compartir información, primero sobre lactancia y puericultura, que era lo que me atravesaba en ese momento como mamá, y pensaba que esa información podía servirle a otras personas. De repente nos fuimos sumando, y hoy somos más de medio millón de familias interesadas en la crianza respetuosa, con una comunidad activa y muy querida que está esperando mucho el lanzamiento del libro. Para mí era imprescindible dedicárselo a ellos, porque la oportunidad de llegar a medios editoriales como Planeta tiene mucho que ver con el apoyo de la gente.

Mi mensaje solo queda muy chiquito, pero si cada familia lo replica en su hogar, en su escuela, con sus hijos, es un mensaje poderoso. La idea de hablar de “familias” me gustaba para no dirigirme solo a las mamás. Creo profundamente que todos los actores que participan en la crianza de los chicos tienen que estar involucrados: mamás, papás, abuelos, tíos.

Cuando un bebe llora necesita contacto

CUANDO UN BEBÉ LLORA, NECESITA CONTACTO

La crianza es un constructo social, y desde ahí nace "Familias poderosas".

-Hermoso. ¿Y el mensaje central del libro? ¿Cuál sería el eje?

-El libro está dividido en dos partes. Primero, este recorrido por nuestra propia historia de vida. A la vez recomiendo a los lectores hacer un paralelismo con la vida de sus hijos. Nuestros hijos, aunque sean pequeños, también tienen una historia emocional. Desde la gestación ya empiezan a escribirla. Quizás un chico de cuatro años que presenta diversos conflictos tiene detrás una historia emocional que podemos recapitular.

Recomiendo leer mirando la propia vida adulta y también la de los niños. Después viene la parte más actual: hay un capítulo que se llama La crianza que cuesta. Ahí hablamos de los desafíos de hoy: límites, pantallas… Es un libro crítico de los sistemas en los que vivimos, pero también aporta soluciones. No se queda en la queja: busca recuperar lo que necesitamos como familias, ese lugar vincular que hoy se pierde ante el avasallamiento del contexto.

-Y hacés mucho hincapié en el tema del consumismo, incluso desde la gestación. ¿Cómo resumirías esa idea?

-Creo que en la crianza “menos es más”. Hoy creemos que para criar necesitamos un montón de cosas. Desde el embarazo: los "baby showers", por ejemplo, te hacen creer que necesitás mil elementos, la cuna, la mamadera… Y en realidad lo que necesitamos es información y sostén. Información sobre lo que realmente pasa en el parto o en la cesárea, emocionalmente. Cada mujer lo vive distinto, pero el abordaje emocional es clave. Las consultas con las puericultoras —que somos agentes de salud que aún no estamos reconocidos por el sistema— son fundamentales, porque donde no hay una puericultora entra el mercado. Si entra el mercado, que sea decisión de cada mujer, eso no se discute, pero sí debe haber información. Entonces, menos objetos y más preparación emocional. Mucho “alimento emocional”. Eso es lo que falta.

-¿Recomendarías leer este libro en pareja?

-Por supuesto. El libro está dirigido tanto a varones como a mujeres. Me parece fundamental. En los espacios de crianza que brindo, el 98% son mujeres. Es una invitación activa a que los hombres se involucren en su mundo emocional. Los varones hoy la tienen más difícil porque fueron criados para no sentir: “no llores”, “eso es de débil”. Desarmar esos paradigmas es fundamental. Es una invitación a introducirse en su mundo emocional, porque eso se ve en la crianza y muchas veces termina siendo motivo de conflicto entre mamás y papás: cuando la mujer indaga un paradigma nuevo que le hace sentido y el marido queda atrás. Eso pasa mucho.

Es necesario que los hombres empiecen a pisar este terreno emocional

-Desde lo personal, ¿cuánto te involucraste, cuánto te movilizó?

-Todo. Es un libro muy personal. Empieza contando mi historia. Para mí era importante que quienes no me conocen —y quienes sí— supieran desde dónde está escrito. Cuando uno va a lugares sensibles como la crianza, que puede llevar a recuerdos dolorosos, es clave hacerlo desde un lugar humano, empático, profesional y cuidando cada palabra. Con mi editora trabajé mucho esto, que cada palabra se sienta como un abrazo, como un recorrido, como una compañía. Y los mensajes que recibo confirman eso: “sentía que estabas acompañándome”. Eso es lo más lindo.

-¿Compartís experiencias reales de muchas familias?

-Sí, experiencias propias y de personas que atiendo en consultorio. Situaciones reales, con identidades preservadas. Vemos que este abordaje emocional integral permite resolver conflictos cuando entendemos que detrás del conflicto aparente hay mucho más por ver. Los niños están muy invisibilizados emocionalmente. Activar esta mirada compasiva y biológica es necesario para comprenderlos y acompañarlos. Eso no significa cumplir siempre sus deseos, pero sí nombrarlos y acompañarlos.

-¿Cómo es esta mirada más biológica?

-La cultura nos atraviesa: hay mucha cultura que se interpone. Pero las necesidades biológicas humanas son las mismas desde hace miles de años, especialmente en bebés y niños pequeños: necesitan contacto constante con su figura de apego. Hablo mucho de las figuras de apego, de cómo calman y regulan. Y de las consecuencias cuando no están. Lo que el niño pide es una necesidad. No hay chicos que “se porten mal”: piden ayuda como pueden. Entonces no miremos el conflicto desde el enojo: miremos la emoción que hay detrás.

-Por ejemplo, ¿no hay que dejar llorar a un bebé?

-No. Cuando un bebé llora, necesita contacto. Es un pequeño humano, un “cachorro de humano”. El contacto regula su estrés, su cortisol, su sistema nervioso. Cuanto más estrés acumulen en los primeros años, más consecuencias tendrán a futuro. El estrés modifica la estructura cerebral. Todo esto está en el libro con estudios que lo demuestran. Aún necesitamos “ver para creer”.A mí me parece casi obvio que, cuando uno está triste, un abrazo es lo que más necesitamos para salir adelante. Sin embargo con los nenes chiquitos persiste la idea de que nos está "manipulando".Sostener a un bebé no significa cumplir un deseo, sino cubrir una necesidad.

-Clarísimo, Brenda.¿Dónde pueden seguirte?

-Atiendo sesiones individuales a familias. Mis redes sociales son @brendatroccoli En la web familiaspoderosas tenemos una academia de crianza con cursos desde la gestación hasta la adolescencia, junto con otros profesionales que comparten esta mirada.

-Como despedida, ¿quién es Gilda en la vida de tus hijas?

-¡Ay, qué lindo, qué lindo! Gilda es una mujer que admira todo un país. Es la mamá de mi marido, la abuela de mis hijas. Para mí es un orgullo enorme hablar de ella.La siento muy parte de este libro porque fue parte de nuestra crianza con mi marido.

Este libro nace desde una experiencia personal, así que es imposible no nombrar a Gilda

Su historia —y la de mi marido— fue un gran puntapié para entender el dolor infantil. Las profesiones nunca son porque sí. Hay una reparación muy linda en todo esto, y él me acompaña un montón. Lo estamos disfrutando.

Gilda es la abuela de mis hijas

Gilda

-Genial, merecidísimo. Muchas gracias.

-Gracias, Marisa. Gracias a vos. Hasta pronto.