A 13 años de la desaparición de Johana Chacón, se mantiene viva la memoria
El 4 de septiembre de 2012 desapareció Johana Chacón en Tres de Mayo. La memoria viva en un presente marcado por la violencia machista que conmociona a Mendoza.

13 años sin Johana Chacón: la memoria que se agudiza ante nuevos femicidios.
Este 4 de septiembre se cumplen 13 años de la desaparición de Johana Chacón. La niña de 13 años iba a la escuela Virgen del Rosario en Tres de Mayo, Lavalle. Su ausencia marcó a la comunidad y encendió la lucha en una provincia donde los femicidios y la violencia están a la orden del día y encienden alarmas.
Video: un caso paradigmático
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La misma necesidad de justicia
La exigencia sigue siendo la memoria, la justicia y el derecho a una vida libre para las mujeres y las infancias. En un año donde ya ocurrieron 8 femicidios en Mendoza, el último se reportó la tarde de este martes cuando Sandra Sánchez fue asesinada de una puñalada en el pecho en su casa por su exmarido, Enzo Valdovino. Y la anterior vida arrebatada en la provincia se registró exactamente una semana antes.
En este contexto recordamos a Johana Chacón, como una niña víctima de la violencia machista pero, sobre todo, la llama que no se apaga en la memoria de una provincia que se puso de pie en su nombre, en el nombre de Soledad Olivera y de tantas otras que hoy no están. La pelea continúa.
La memoria desde la escuela hasta las calles
La actual directora de la escuela Virgen del Rosario, Sonia Medina, explicó que cada aniversario se trabaja con profundidad dentro de la institución. “Desde que salió la Ley con respecto al Día Provincial de la Construcción Colectiva de la Conciencia Ciudadana se estableció el 4 de septiembre con esa fecha y se aborda, se trabaja en las aulas con los chicos tomando conciencia sobre la vulneración de derechos”, señaló. Este año, el recuerdo estuvo atravesado por la decisión legislativa de que la norma lleve el nombre de Johana: “Era lo que se estaba peleando, que esta ley tomara el nombre de Johana, en memoria a ella justamente”.
La docente subrayó el rol que tuvo la institución desde el inicio: “La niña vino a clase como cualquier día, subió al transporte escolar como todos los días y no llegó a su casa. El transporte la dejó donde se tenía que bajar y nunca llegó. Así comienza el calvario. Nadie sabía nada, nadie podía informar nada”.
Ese impulso inicial, sostuvo, no se dimensionó en el momento: “Yo creo que más que nada fue la parte humana a flor de piel, impulsada por el equipo de gestión que estaba en ese momento. Decir: 'Nos tienen que dar una explicación'. Es que, no es cualquier cosa, es una vida que vino a la escuela como todos los días, que se fue como todos los días y ¿qué pasó? ¿Dónde está?”.
Un despertar comunitario
Para los vecinos, la desaparición de Johana —y también la de Soledad Olivera, ocurrida en noviembre de 2011 y visibilizada recién tras el caso de Johana— significó un antes y un después. María Elena, trabajadora del Registro Civil de Tres de Mayo, recordó: “Yo creo que fue un despertar de la comunidad. Nosotros acá estamos muy alejados del Gran Mendoza y no estábamos acostumbrados a que una chica desapareciera. De repente, darnos cuenta de que había desaparecido otra también fue un despertar a un montón de derechos que teníamos vulnerados”.
En aquel momento el Ni Una Menos del 2015 aún no estallaba. En ese sentido, María Elena consideró que el caso tuvo un alcance mayor al departamento: “Son como pequeños focos que se fueron dando en el país y que llegamos a lo que es Ni Una Menos. La comunidad se empezó a despertar y a decir '¿cómo nos puede faltar una persona en la comunidad? Eso no puede suceder'”.
El impacto social se refleja todavía hoy. Susana, vecina del distrito, recordó a la niña: “Era una chica muy buena, muy buena. Siempre subía al micro y conversábamos con ella o la veíamos a diario”. Para la comunidad, sostuvo, es clave no dejar caer el recuerdo: “Es muy importante eso, no olvidarlo. Perdimos a una criatura. Es algo muy triste”. La vecina destacó el accionar de la directora en ese momento, Silvia Minoli, y de toda la comunidad educativa. "La escuela salió al toque".
Luciano, otro vecino de la zona, coincidió: “Se siente todavía lástima, porque pobrecita, nadie esperaba eso. Era una muchachita muy buena, eso es lo importante. Todos la querían acá. Y lo más importante es que no le pase a nadie más”.
El quiosquero que atiende frente a la escuela también evocó esos años: “Me acuerdo que a ella la atendíamos acá, a la nena. La otra chica que era más grande no venía tan seguido. Ella era mamá de dos chicos de la escuela, pero no la atendimos acá”.
Sobre el paso del tiempo, remarcó el valor de sostener la memoria: “Lo lindo es que se recuerda. La memoria, por lo menos, está”. Y añadió sobre los más jóvenes: “Yo calculo que se lo deben inculcar las mismas maestras, o el hecho de todos los días entrar a la escuela y ver el cartel con sus caras. Calculo que en los chicos debe quedar una conciencia. Es lindo y triste a la vez”.
La lucha y la ley
El motor de la movilización inicial fue Silvia Minoli, entonces directora de la escuela y hoy parte de la organización Ni Una Menos. Fue ella quien impulsó la Ley Provincial 8726, que cada 4 de septiembre promueve la construcción de conciencia ciudadana en todas las escuelas mendocinas y que ahora lleva el nombre de Johana.
“La Ley de conciencia ciudadana fue lograda en el año 2014 por un proyecto que yo presenté y la Legislatura sancionó. Después, con el correr de los años, muchas víctimas de violencia de género han puesto sus nombres a leyes que han servido para concientizar a la población, aunque sabemos que los femicidios y las violaciones de derechos en niñeces y adolescencias siguen estando”, explicó Minoli.
El reciente cambio de denominación fue, para ella, un logro fundamental: “Por lo menos este año se ha trabajado intensamente en la mayoría de las escuelas y esto es lo que queremos, lo que yo quiero que siga pasando. Creo que es importantísimo para prevenir otros femicidios como el de Johana Chacón”.
Treinta y seis horas después de su desaparición, la búsqueda de Johana se transformó en bandera provincial y, con los años, en un antecedente inmediato del movimiento Ni Una Menos. Aunque nunca se pudo determinar con certeza científica si los huesos calcinados hallados eran los suyos —eran restos humanos y las características coincidían—, el testimonio de su hermana Beatriz fue crucial: declaró haber visto cuando Mariano Luque la asesinó y luego prendió fuego el cuerpo. Su caso, emblemático y trágico, culminó con juicio y condena por su asesinato.
Hoy, trece años después, la comunidad de Tres de Mayo sigue exigiendo justicia. “Lamentablemente Johana ya no está entre nosotros. Era una niña hermosa, con toda su inocencia, con ganas de superarse, de crecer, y eso se lo robaron de la noche a la mañana”, expresó Sonia Medina. Y agregó: “Tenemos muchas leyes, pero siguen habiendo femicidios y desapariciones. La justicia tiene que hacerse cargo, porque eso no puede seguir pasando”.