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Carlos María de Alvear y su monumento: política, memoria y arte moderno

La reciente lectura de un libro de Ramón Santamarina titulado “Nueva York 1852, habla el General Alvear” nos trae nuevamente a un personaje, que por distintas razones siempre nos resultó cercano.
Alvear ecuestre en un registro de 1930 Foto: Archivo MDZ
Alvear ecuestre en un registro de 1930 Foto: Archivo MDZ

La figura del general Carlos María de Alvear (1789–1852) representa uno de los perfiles más complejos y polarizadores del proceso de emancipación sudamericano. Su carrera pública estuvo marcada por una intensa formación ilustrada, una inclinación por el orden institucional republicano y una visión centralista del poder, lo que lo convirtió tanto en promotor de reformas como en blanco de críticas de sus contemporáneos. Más de medio siglo después de su muerte, su memoria fue reivindicada y transformada en símbolo nacional a través del monumento realizado por Émile-Antoine Bourdelle,(1861-1929) una obra monumental que expresa, desde el lenguaje artístico, una visión heroica y moderna del pasado.

Heracles actualmente en el MNBA.

Una figura controversial de la independencia

Carlos María de Alvear nació en una de las Misiones Jesuíticas (en territorio actualmente brasilero) el seno de una familia española influyente y se trasladó a Europa desde muy joven. Allí recibió formación militar y cultural, donde ingresó al ejército real en el contexto de las Guerras Napoleónicas. Combatió del lado español contra las tropas invasoras, participando en las campañas de la Península entre 1808 y 1812.

A su regreso al Río de la Plata, se incorporó rápidamente a los círculos revolucionarios como miembro de distintas Sociedades Patrióticas incluída la Logia Lautaro, donde se convirtió en una figura influyente. En 1815, fue designado Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Durante su breve mandato impulsó una constitución unitaria, promovió un poder centralizado y buscó apoyo externo para estabilizar la joven nación. Estas acciones generaron una fuerte resistencia, especialmente desde las provincias federales, lo que derivó en su destitución a los pocos meses.

Alvear ecuestre en un registro de 1930

Alvear fue también adversario político de José Artigas, que a la cabeza de la Provincia Oriental adoptó una posición separatista y expansionista sobre las provincias mesopotámicas, que lo llevaron incluso al coqueteo con el español, cuando todavía la Independencia no se hallaba consolidada. Mantuvo una relación errática con San Martín, debida a causas complejas que no viene a cuento profundizar. En cambio, no es ocioso decirlo, los rumores de la media hermandad entre ambos, no encuentran fundamento histórico alguno.

"Heracles, el arquero" en su emplazamiento original.

Después de una brillante actuación en la guerra con Brasil por el dominio de la Banda Oriental distintos gobiernos le encomendaron gestiones diplomáticas en el viejo continente y los Estados Unidos. Con la llegada al poder de Juan Manuel de Rosas se exiló en Montevideo y más tarde el propio Rosas lo nombró Ministro Plenipotenciario en USA, como forma de alejarlo del escenario porteño en años de fuerte inestabilidad. Finalmente su figura fue reconsiderada por los sectores liberales que vieron en él un precursor del orden institucional.

El monumento: entre el Centenario y la reivindicación

A comienzos del siglo XX, en el marco de las celebraciones del Centenario de la Revolución de Mayo, el Estado argentino puso en marcha un ambicioso programa de monumentalización del espacio público. En ese contexto, el Congreso Nacional sancionó en 1908 la ley que autorizaba la construcción de un monumento a Carlos María de Alvear, inscribiéndolo entre las grandes figuras fundacionales de la nación.

Detalle de las esculturas del pedestal. La elocuencia.
Detalle de las esculturas del pedestal. La fuerza.

El escultor elegido fue el francés Émile-Antoine Bourdelle, discípulo de Rodin y figura destacada del modernismo europeo. El encargo, oficializado en 1912, respondía a una doble lógica: por un lado, rendir homenaje a una figura histórica desde una estética heroica; por otro, asociar al país con las corrientes artísticas vanguardistas del Viejo Mundo. La escultura ecuestre fue modelada y fundida en París durante más de una década, atravesando demoras por la Primera Guerra Mundial, hasta que fue finalmente inaugurada en 1925, durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear, nieto del homenajeado.

Este último hecho fue decisivo: si bien Marcelo T. de Alvear no fue el impulsor original del proyecto, sí fue quien lo materializó políticamente, en el contexto de una gestión que combinaba modernismo estético, afirmación institucional y reivindicación liberal. El monumento, entonces, no fue solo una obra de arte, sino un gesto de recuperación simbólica.

Bourdelle y la monumentalidad moderna

El Monumento a Alvear no responde al modelo academicista clásico que caracterizaba muchas esculturas públicas del siglo XIX. Bourdelle, formado en la tradición de Rodin pero con una impronta personal muy marcada, fusionó el clasicismo heroico con un lenguaje expresivo y monumental, de líneas angulosas, cuerpos tensos y gestos enérgicos.

La obra, fundida en bronce y montada sobre un basamento de granito (diseñada por el Alejandro Bustillo), representa a Alvear en actitud decidida sobre su caballo, rodeado de figuras alegóricas: la Guerra, la Ley, la Paz y la Victoria. Cada elemento está dotado de una fuerza simbólica que trasciende el homenaje biográfico y se inscribe en un programa visual de exaltación nacional. 

El monumento ecuestre muestra al general previo al inicio del combate sin el sombrero bicornio que formaba parte de su uniforme. Santamarina, en su apasionante libro explica que ello se debe a que una carga el Ituzaingó lo perdió, circunstancia que Bourdelle conoció.

Otras esculturas del francés

Cabe acá recordar que Buenos Aires posee además otras obras fundamentales del escultor francés. Por un lado “Heracles el arquero” que vandalizado hace algunos años tuvo que ser retirado para su restauración del lugar cercano al Monumento a Alvear dónde lucía. Ahora se puede ver en el jardín interior del Museo Nacional de Bellas Artes, museo que posee además otros cinco bronces del artista. 

El Centauro Moribundo.

Por el otro “el Centauro Moribundo” (1911-1914) en las inmediaciones de la Facultad de Derecho fue realizado por Bourdelle a partir de un fresco que el artista había pintado para el Teatro de los Campos Eliseos de París.

A modo de conclusión

Un estupendo libro vino a mostrar facetas a menudo olvidadas de Carlos María de Alvear y a ver la gestación de su monumento como una justa operación de recuperación histórica, legitimación política y afirmación estética. 

Bourdelle, "Monumento a Alvear".

La obra cumbre de Bourdelle no es apenas un homenaje al pasado: es también una afirmación del presente y un intento de proyectar un ideal heroico hacia el futuro. Así, el general Alvear, polémico en vida y casi olvidado en décadas posteriores, encontró en el bronce moderno de Bourdelle una segunda vida como símbolo de orden, energía y Estado, al gusto de la Argentina liberal del siglo XX.

Carlos María Pinasco es consultor de arte.

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