Maravillas de Buenos Aires: la escultura ecuestre Carlos María de Alvear
Nos referimos tangencialmente en una nota pasada a Antoine Bourdelle (1861-1929) y en particular su magnífica escultura ecuestre de Carlos María de Alvear. El artista universalmente consagrado, tiene una fuerte vinculación con la Argentina por lo que merece que volvamos a él.
De la mano de Félix Luna vayamos al retratado, el General Alvear (1783- 852). El historiador, en su amena biografía de Marcelo Torcuato (presidente de la República y nieto del guerrero de la independencia) lo recuerda así: “frustrado Napoleón sudamericano, brillante, ambicioso y discutido que habría de pasar como un vértigo en la historia de la vieja patria…”. Fue uno de los veinte hijos de don Diego de Alvear y Ponce de León, brigadier general de la Real Armada Española venido al Río de la Plata en 1770 para trazar los límites con Portugal.
Al volver el castellano a España en 1804, con toda su familia, el navío fue atacado por una escuadra inglesa y el único sobreviviente fue Carlos María que, formado militarmente en España (muy cercano a don José de San Martín) se convirtió en una de las espadas de la nuestra Independencia y luego diplomático de Rosas. Su hijo, Torcuato, fue el primer intendente de la Ciudad de Buenos Aires (1880-1897). Sin embargo no fue él quien impulsó la erección de la escultura de Bourdelle que sólo se lanzó en 1908, en el marco de la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo.
El general Alvear había desempeñado un papel decisivo en la batalla de Ituzaingó, además de contribuir al proceso de independencia en Argentina y en Uruguay. Sin embargo, recién en 1912 el comité reunido en París decidió, impulsado por
Rodolfo Alcorta, diplomático, artista y coleccionista, dirigirse a Bourdelle quien, gracias a su bronce Heracles arquero, era considerado uno de los escultores más visibles del París inmediatamente anterior a la guerra.
Cabe acá recordar que nuestra ciudad posee un estupendo cast de “Heracles” que antes de su vandalización lucía en la Plaza Dante, muy cerca al Monumento a Alvear. Desde hace unos cuantos años se encuentra en proceso de restauración. De acuerdo a la historiadora francesa Antoinette Le Normand-Romain, Bourdelle firmó el contrato para la ejecución del Alvear, el 1 de marzo de 1913, comprometiéndose a que el monumento estuviese listo para su envío en junio de 1915. No obstante, al estallar la guerra todo cambió: sus asistentes fueron movilizados y el precio de los materiales subió, lo que generó litigios que duraron años.
Al mismo tiempo reflexionaba sobre la composición del monumento. Efectivamente, le daba una importancia considerable al elevado pedestal en el que destacan cuatro figuras alegóricas: La Fuerza, la Victoria, la Elocuencia y la Libertad. Finalmente el 16 de octubre de 1926, se inaugura con toda pompa el monumento. Estuvieron presentes, el presidente de la Nación Marcelo T de Alvear,
ministros, delegaciones extranjeras y eclesiásticas.
Hubo un nutrido desfile militar que incluyó al histórico cuerpo de Granaderos a Caballo Como decíamos más arriba, no es la única obra cumbre de Bourdelle que presenta la Ciudad. También en la Recoleta se encuentra “El Centauro Herido” alternativamente llamada “La muerte del último Centauro”, que fue instalada en 1914.
A su vez el Museo Nacional de Bellas Artes posee bronces de los múltiples trabajos preparatorios de distintas partes de las obras del maestro francés. Valga esta nota como convite para aquellos que visiten la ciudad en estas vacaciones invernales a disfrutar de las maravillas disponibles.
* Carlos María Pinasco es consultor de arte.
Carlosmpinasco@gmail.com