El Covimet: la nostalgia de un barrio donde conviven hinchadas, política y recuerdos
La vuelta al barrio tiene su mística, miles de historias simultáneas que en algún momento cruzaron protagonistas vuelven a la memoria al recorrer las calles que eran improvisadas canchas de fútbol.
Los barrios están llenos de historias que se entrecruzan y confluyen en espacios comunes. El negocio de la esquina, la unión vecinal, la canchita de fútbol, la plaza que fue testigo de los primeros amores, la vecina que se convirtió en leyenda y un sinfín de personajes que vuelven a la memoria y despiertan la nostalgia.
El sentido de pertenencia en los barrios se fue perdiendo con el transcurso de los años al igual que las posibilidades de acceso a la vivienda propia. En los años 70' y 80', las cooperativas de vivienda sindicales eran el camino para lograr uno de los principales objetivos de la clase media. Las parejas jóvenes accedían a planes de pago acordes a sus ingresos y lo que hoy es casi una utopía, se convertía en una realidad.

El barrio Covimet es un conjunto habitacional que data de principios de los ’80 y está ubicado sobre el lado sur del carril Sarmiento, una de las arterias más importantes del departamento de Godoy Cruz. El proyecto habitacional fue llevado a cabo por la cooperativa de vivienda del gremio de los metalúrgicos y fueron más de mil familias jóvenes quienes se instalaron en la zona, en su mayoría obreros de algunas empresas metalúrgicas o vitivinícolas.
En el lugar vivieron algunos mendocinos que hoy son reconocidos empresarios, políticos, deportistas. El actual intendente de Godoy Cruz, Diego Costarelli; la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti; el empresario vitivinícola, Alejandro Vigil; el guitarrista y compositor mendocino, Daniel Talquenca; deportistas como el "Oso" Lavorante; el jugador de la selección argentina de futsal, Nahuel “Pepe” Parada; el jugador del seleccionado argentino de Waterpolo, Juan Pablo Montané; DJ Mämi y el reconocido artista fallecido, Jorge Sosa, que fue recordado por algunos vecinos de manera particular. "Las guitarreadas que se armaban en el patio de la casa de Jorge Sosa eran esperadas por los vecinos de las casas aledañas, salíamos al jardín para escuchar la música que sonaba durante largas horas".

Los monoblocks de dos plantas son característicos y además de servir como hogar para cientos de familias, los pasillos internos funcionaban como asilo para los cientos de niños y adolescentes que se criaron en el barrio. Lo que supo ser un espacio de encuentro y recreación, hoy está lleno de rejas y alambrados. Los laberintos internos donde se hacían las carreras de bicicletas se volvieron peligrosos y se transformaron en un refugio para quienes delinquen en la zona. "La seguridad es un tema pendiente pero no cambio este lugar por nada, hacemos cosas que en otros lugares no se pueden hacer. Nuestros hijos se criaron acá, estudiaron, se casaron, tuvieron hijos y si bien la mayoría se ha ido, nosotros seguimos acá. Somos un grupo grande que más que vecinos, somos amigos de toda la vida", comentó Silvia, una vecina que lleva más de 40 años en el lugar y agregó: "Para el día de Reyes nos poníamos de acuerdo con los regalos de los niños para que todos tuvieran cosas similares. El brindis de Navidad o Año Nuevo era otro de los momentos que compartíamos como vecinos".

Las calles diagonales confunden a quienes no frecuentan la zona pero para los "propios" son parte de la identidad del barrio. Gran parte de los vecinos que habitan el lugar, lo hacen desde que se inauguró, sus hijos crecieron allí y son los nietos quienes le dan vida nuevamente a las plazas, veredas y calles donde antes tenían lugar las carreras con kartings hechos con cajones de verdura y patinetas.
El frenesí por el fútbol sigue vigente y está plasmada en escritos y murales que se encuentran en distintos sectores del barrio. Las paredes amplias de los monoblocks son utilizados como lienzos donde el arte y el fanatismo toman relevancia.

Las hinchadas de los dos equipos que tiene Mendoza en primera se disputan algunos espacios dentro del barrio. Sin embargo, una especie de acuerdo tácito hace que los conflictos propios de las pasiones que despierta el Club Independiente Rivadavia y el Club Antonio Tomba no prosperen. Las esquinas están divididas y los días de partido, ambas hinchadas tienen un espacio delimitado donde se reúnen para hacer la previa y asistir a la cancha.

En los 80', las calles eran verdaderas canchitas de fútbol donde se disputaban los torneos entre equipos de los monoblocks y aquellos que vivían en las casas, los baldíos que hoy se transformaron en barrios proveían a los niños de insumos para la creatividad...tal es así que, desde hace más de 30 años, en una de las calles hay un aro de básquet donde aún juegan los vecinos de la zona. "Los hijos de nuestros vecinos eran jugadores de básquet. Un día los niños de la cuadra desaparecieron, era un grupo grande de más 15 niños. No sabíamos dónde estaban y no existían los celulares para llamarlos. Pasó más de una hora y aparecieron cargando un palo largo que estaba en uno de los baldíos cercano a las vías del tren", contó Silvia y agregó: "Con esa especie de durmiente y la ayuda de José Luis (otro vecino) construyeron un aro de básquet comunitario que hasta el día de hoy utilizan los niños del barrio. Vienen las terceras generaciones de chicos a jugar en esta cuadra".

El barrio cuenta con dos escuelas primarias, "Regalado de la Plaza" y "Corominas Segura". Los niños que iban a las escuelas vivían a pocas cuadras y compartían sus jornadas con chicos de los barrios cercanos como el Chile I y II, Pablo VI, La Gloria y otros barrios que fueron erradicados.

Lugares de encuentro que hoy siguen vigentes
Durante muchos años, la Unión Vecinal fue el punto de encuentro del barrio que aún funciona como polideportivo donde los niños de la zona pueden practicar diversas actividades. En el lugar también hay consultorios médicos, una seccional policial, un centro de jubilados, el Registro Civil y una biblioteca popular.
"Vivir y nacer en el Covimet es algo que recuerdo con mucho cariño. Es el barrio en el que todavía viven mis dos hermanos, mis sobrinas, así que todos los fines de semana paso por ahí. Recuerdo con mucha nostalgia y mucho amor cuando entre los vecinos cortábamos las calles y habían largas tablones de mesas para Navidad para comer todos juntos", recordó Anabel Fernández Sagasti y agregó: "Lo que más recuerdo es todas las tardes en la unión vecinal con los niños y adolescentes del barrio haciendo deporte, jugando. Yo hacía patín, hacía también voley. Mi papá le daba fútbol a los más pequeños y les pedía la libreta de calificaciones para que puedan seguir jugando. Los chicos iban y le golpeaban la puerta para mostrarle que les había ido bien y se habían portado bien. Ojalá que los barrios puedan tener las uniones vecinales y los clubes abiertos como tuvimos nosotros. Hoy la verdad que en esta Argentina y en esta Mendoza es un privilegio".
La bodega Tonelli y el antiguo predio de la bodega Campana eran espacios que los niños utilizaban como escenario de las más diversas aventuras y lejos de la mirada de los adultos. "Pasábamos tardes completas explorando esos lugares abandonados, en ese momento no éramos conscientes del peligro y por suerte nunca nos pasó nada", recordó Soledad, una de las vecinas que nació en el barrio.
La novedad para los habitantes de la zona es que, tras décadas de espera, iniciaron las obras para la apertura de las calles Matheu y Azul en el antiguo predio de la Bodega Campana. Esa nueva conexión será una alternativa de circulación vehicular al carril Sarmiento y permitirá una mayor integración entre los barrios Plan Agua y Energía IV, Corredor Urbano I, Soeva Maipú, La Perla y Covimet I, II y III.
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